D i e c i n u e v e

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Alonso.

Después de ordenarle a Jos que se llevara a mis hijos entré a la habitación de Bella para contarle lo que había planeado, lo que había decidido hace unos minutos: es momento de que su padre sepa quién es ella en realidad.

—No puedo creer que estuve frente a él. —me dijo cuando se dio cuenta que entré a la habitación, sus ojos estaban cristalizados y sus mejillas sonrojadas. —Y me está buscando, me quiere encontrar. —me acerqué a ella y la envolví en mis brazos intentando hacerla sentir mejor.

Sentía el vibrar de su pecho dándome a conocer que estaba llorando. Odio ver a Bella llorar, es como si me arrancaran un pedazo de mí. Me dolía demasiado. Ahora más que nunca deseo que pueda abrazar a su padre, para intentar aliviar su dolor.

—Tengo... Algo que decirte. —ella se separó lentamente de mí y aproveché la oportunidad para limpiar sus lágrimas. —He tomado una decisión que... Bueno, en realidad son dos. La primera es que Jos se llevará a los niños; la segunda es que... Decidí que le diremos la verdad a Christian.

—¿Qué? —pronunció ella. —¿De verdad le confiaste nuestros hijos a Jos? ¡Por favor, Alonso! Los va a corromper. —dramatizó dejándose caer en la cama.

—Cariño, tranquila. Estarán bien, lo único que quiero es que Charlotte no los vea. —le expliqué intentando calmarla, sabía que tendría esta reacción pero debía correr el riesgo.

—Sí, está bien. Supongo que les hace falta un poco de diversión de vez en cuando. —sonreí mientras acariciaba su mejilla.

—¿Qué opinas acerca de lo otro? —cuestioné sin apartar la mano de su rostro, ella me miró por unos segundos con una débil sonrisa mientras llevaba su mano a la mía.

—No sé qué pensar o cómo sentirme al respecto. En otro momento me hubiera encantado conocer a mi padre, pero ahora que sé de donde vengo y quién es mi verdadera familia... No estoy muy segura, Alonso. —hizo una mueca, me arrodillé frente a ella y di un casto beso en sus labios.

—Él parece desesperado, se ve que de verdad quiere conocerte Bella. —sus ojos ahora cafés me prestaban total atención. —No sé si tomé una buena decisión, pero le he dicho que tengo algo que decirle y está esperando en este momento en la sala. Tómate tu tiempo en bajar, pero hazlo. Por favor. —desvío su mirada al suelo mientras asentía, me puse de pie dispuesto a salir no sin antes darle un beso en la frente.

Isabella es la mujer que amo y mi prioridad es su felicidad.

(...)

Jos finalmente se había llevado a los mellizos y, sinceramente, tengo miedo de lo que pueda hacer con ellos estos días.

Iba en camino a buscar a Isabella a su habitación, no sé si pueda con esto de conocer formalmente a su padre pero... Yo opino que será algo bueno.

O eso espero.

Toqué dos veces la puerta con mis nudillos antes de entrar a la habitación. Ella estaba mirándose en el espejo recién cambiada, se había quitado el vestido formal y se puso uno mas suelto que el anterior. Se veía hermosa.

Me paré detrás de ella y la miré en el espejo, sus ojos cafés habían vuelto a ser verdes.

—¿Estás lista? —pregunté dando un beso en su hombro, ella asintió y soltó un suspiro.

—No sé qué reacción deberé tener cuando lo vea. —admitió mientras daba media vuelta para mirarme a los ojos.

—Solo... Abrázalo, sé que querrás hacerlo, y... Déjate querer por él, por un momento olvídate de Charlotte y disfruta que por fin conocerás a tu padre, cariño. —mi esposa me abrazó y yo la rodeé, intenté no abrazarla con fuerza por miedo a su embarazo.

Sé que tal vez no le suceda nada al bebé, pero ella debe tener los mejores cuidados.

Santo cielo, ¡seré padre otra vez! Un nuevo Villalpando en la familia que estará aquí dentro de unos meses.

—Me haces muy feliz, Bella. —le dije sin soltarla, sentí como ella apretó su agarre alrededor mío así que dí un beso en su cabello. —Vamos, tu padre nos espera.

Tu padre nos espera...

Demonios, finalmente conocería a mi suegro formalmente.

Bella se apartó de mí, tomó mi mano entre la suya y la guié para salir de la habitación.

Mientras caminábamos la sentí tensarse, sabía que no se sentía totalmente cómoda con la idea de tener que revelar quien era realmente pero Christian es su padre y merece saberlo.

Llegamos a la sala y Christian estaba sentado en el sofá dándonos la espalda, Bella se detuvo haciéndome parar a mí también. Le dediqué una mirada intentando hacerle saber que todo estaría bien.

—Señor Christian. —le llamé provocando que se pusiera de pie y viera hacia nosotros, Bella apretó aún más mi mano así que la solté y rodeé sus hombros acercándola a mí. —Quiero que hablemos.

—Eh, sí. Por supuesto, majestad. Escuche, lamento si le molestó que entrara a la habitación de su esposa yo no...

—No, nada de eso. —le interrumpí, él frunció el entrecejo y entonces Isabella y yo nos acercamos más a él. —Mi esposa me contó que aún quiere encontrar a su hija, ¿es cierto? —cuestioné recibiendo un asentimiento como respuesta.

—Lo anhelo con toda mi vida. ¿Sabe? No la conozco, solo la ví recién nacida y era una nena hermosa. La bebé más maravillosa que mis ojos habían visto. Desde ese momento supe que no quería que mi madre la educara, mi pequeña Isabel tenía que ser una mujer bondadosa y cariñosa. No una mujer como mi madre. —después de su pequeño discurso sentí a mi esposa aferrarse a mí, Christian la miró apenado.

—Pues... le tengo una noticia. —le informé, Bella estaba aferrada a mi pecho y sentía su respiración entrecortada, mi hermosa esposa estaba llorando.

—¿Su esposa está bien, majestad? —cuestionó ignorando mi comentario anterior.

—Señor Christian, no seguirá buscando a su hija. —le informé y me miró desconcertado.

—¿Qué? —miré a Bella quien intentaba tranquilizarse.

Sabía que sería difícil para ella mantenerse fuerte en esta condición. Estaba embarazada y sus hormonas descontroladas.

—Ve a tu padre. —le susurré para que solo ella me escuchara, inhaló profundo y se separó lentamente de mí, limpié sus lágrimas y volteó a ver a Christian. —Su hija está más cerca de lo que usted cree. Ella... Está frente a usted. —el hombre miró a mi esposa detalladamente.

Ambos se miraban mutuamente hasta que él cortó la distancia entre ambos y la enredó entre sus brazos. Un reencuentro que hasta a mí me había tocado el corazón.

Solo espero que esto no traiga consecuencias.

—No puede ser... Yo... Te tuve frente a mí hace unos minutos... ¿Cómo fue que no me pude dar cuenta si eres idéntica a tu madre? Tus ojos... Santo cielo, un verde hermoso. —mi esposa lloraba al igual que Christian, sostenía su rostro con ambas manos y volvió a abrazarla.

—No le tiene que decir esto a Charlotte. —le advertí, él asintió efusivamente.

—No pensaba hacerlo, no quiero que la encuentren. —Bella me miraba con sus ojos rojos a consecuencia del llanto pero se notaba feliz.

—Entonces... ¿Ya soy abuelo? —le preguntó a ella a lo que mi esposa asintió.

—Y viene otro en camino. —le contó poniendo su mano sobre su vientre.

—Los dejo para que hablen. —interrumpí un momento, ellos dos necesitaban privacidad y yo debía dársela.

Algo en mi interior me dice que talvez esto sea lo peor que pude haber hecho para el país. Que muy probablemente esto traería consecuencias desagradables. Pero por otro lado confío en Christian, y si él estuvo de acuerdo en alejar a Isabella de su propia familia sé que no la delatará.

O al menos eso espero.

My King #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora