S e i s

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Isabella.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —cuestioné confundida, Alonso se miraba las manos mientras jugueteaba con sus dedos mientras Jos lo único que hacía era mirar hacia otro lado. —Quiero saber por qué dices eso, Alonso.

—Créeme que tal vez sea lo peor que puedas hacer en tu vida, Bella. —continuaba mirando a mi esposo sin poder comprender aún el porqué de sus palabras.

Además, no me pareció correcto dejar a nuestras visitas esperando en la sala.

—Alonso, ve al punto. Cassandra está en la sala sola mientras Alan cuida a su pequeña. —mi esposo aún tenía ese rostro de preocupación y nerviosismo.

¿Acaso estaba a punto de decirme algo malo?

—Ya cuéntale, Alonso. —habló por primera vez Jos desde que entramos aquí. —Dile de una buena vez que me pones más nervioso a mí. —Alonso rodó los ojos y finalmente se atrevió a hablar.

—Cuando yo apenas iba a nacer, tu familia amenazó a la mía. —fruncí el entrecejo al escuchar aquello. —Los Blair querían estas tierras, planeaban convencer a mis padres que venderles sus tierras sería lo mejor para ellos, pero por supuesto que mi padre se negó. Charlotte, la que supongo es tu abuela, quería las tierras, quería hacer más grande su imperio y sentirse poderosa. Ella amenazó de muerte a mis padres si no le entregaban el país pero mi padre continuaba negándose.

»Pero esa no fue la única razón para que los Blair nos odiaran. Tu tío, Christopher, se había enamorado de mi madre aún estando embarazada de mí. Él quería tener a mi madre así tuviera que matar a mi padre, pero afortunadamente no lo logró. Aquel pequeño enamoramiento fue lo que desencadenó aún más el odio hacia mi familia, Christopher siempre fue el consentido de Charlotte por ser el menor de dos varones.

—¿A lo que quieres llegar con todo esto es que si mi abuela se entera que estoy viva corres el riesgo de que quiera quitarte nuevamente tus tierras? —cuestioné intentando aclarar mi mente.

Nunca había escuchado esa historia, probablemente me quedé dormida en clase cuando contaron esta historia del país.

—Sí. —se limitó a responder sin mirarme a los ojos mientras Jos nos miraba atentamente. —Bella, no quiero problemas con tu familia. Inglaterra siempre ha sido un enemigo de nuestro país. Sé que tienes derecho a conocer a tu padre, pero... Pondrías en peligro al pueblo. Debes tener en cuenta que ahora nuestra prioridad como reyes es mantener al país lejos del peligro y, por supuesto, también mantenerlo seguro para el bienestar de nuestros hijos.

Solté un suspiro e inmediatamente Alonso se levantó para arrodillarse a mi lado, tomó mis manos y dio un beso en mi mejilla.

—De acuerdo. Supongo que... Debo mantener al país fuera de peligro. —digo sin mirarlo.

Por una parte me duele que posiblemente nunca pueda conocer a mi padre, pero la otra parte se siente orgullosa de mí porque sé que estoy haciendo lo correcto al mantener al país fuera de la mente criminal de mi no tan querida abuela.

—Bien, si eso es todo lo que querías decirme supongo que debo ir con Cassandra. No me parece correcto dejarla sola. —mencioné mientras me levantaba de la silla y caminaba hacia la puerta. —Los veo en la cena. —pronuncié antes de salir de la habitación, miré por última vez a los dos hombres que estaban adentro y que lucían confundidos y me fui.

(...)

Alonso.

No importa cuántos años lleve casado con ella... Sigo sin poder comprenderla algunas veces.

¿Se había molestado o de verdad lo había tomado bien?

—¿Crees que lo tomó bien? —cuestionó Jos después de que Bella saliera de la habitación.

—No tengo idea. —dije con sinceridad y volví a sentarme en mi silla.

Tomé la carta y comencé a examinarla, desde la textura del sobre blanco hasta la perfecta caligrafía de James Blair, porque por más que odie a ese chico debo admitir que su caligrafía es realmente buena.

—¿Y ya leíste la carta? —volvió a cuestionar Jos, negué como respuesta y me dispuse a rasgar el papel para así poder sacar su contenido.

Bien, aquí vamos. Veamos qué es lo que quiere el príncipe caprichoso.

Desdoblé la hoja y comencé a leer el escrito:

No tan querido Villalpando:

He escuchado que ya eres rey de tu país, ¡felicidades! Espero que seas igual de bueno que tu difunto padre.

También me he enterado de que estás casado y tienes un par de pequeños... Cuídalos, supongo que son lo que más amas en el mundo.

No creas que tu felicidad durará para siempre.

Ah, por cierto, mi abuela irá a tus tierras. Quiere hacer nuevamente un trato.

Atentamente.
James Blair.

(...)

Isabella.

—Mamá, pero no me gusta el brócoli. —se quejó Braulio mientras movía de un lado a otro su vegetal con el tenedor.

—Debes comerlo, Brau. Sabe bien. —animó su hermana mientras le mostraba que ella sí podía comerlo.

—Además de que si lo comes serás un hombre fuerte dentro de unos años. Como yo. —le dijo Jos sonriendo, no pude evitar rodar los ojos y miré a mi pequeño.

—Vamos, no saben tan mal. —le dije, Braulio hizo una mueca y finalmente comenzó a comerlos.

—Lamento mucho la tardanza. —dijo Alonso llamando la atención mientras se sentaba a mi lado. —Tenía algunos pendientes pero ya estoy aquí. —me miró y dio un beso en mi mejilla.

Inmediatamente una de las señoras le llevó su cena y mi esposo comenzó a comer.

—Papi, ¿verdad que el brócoli no sabe mal? —habló Clair tratando de sacar un tema de conversación con su padre.

No escuché lo que mi esposo le respondió porque comencé a divagar en mi mente.

Era consciente de que no podría conocer a mi padre, también de que mi abuela puede ser un peligro para el país. Pero aún así, en lo más profundo me dolía que no podría conocerlo, después de tantos años pensando que mis padres estaban muertos descubrir que no era del todo verdad me llenaba de alegría.

Lástima que nunca podré conocerlo.

—¡Sí! —festejaron Braulio y Clair al unísono.

—¿Qué? —pregunté desconcertada, volteé a ver a Jos quien miraba a Alonso también confundido.

—Que les planeé unas pequeñas vacaciones. Mereces descansar, cariño. —me dijo dulcemente tomando mis manos.

—¿Yo merezco descansar? ¿Y qué hay de tí? Tú eres el que trabaja de nosotros dos. —mis dos pequeños nos miraban atentamente. —Vayan a lavarse los dientes. —me dirigí hacia ellos e inmediatamente se levantaron.

—Solo serán cinco días, Bella. Estoy seguro de que la pasarás muy bien. —no estaba convencida de querer salir de vacaciones sin él, no sería justo.

—No, no lo sé.

—Si me permites opinar. —interrumpió Jos. —Yo digo que sí sería bueno que te tomaras unas pequeñas vacaciones, Bella. —lo miré alzando una ceja a lo que él simplemente se encogió de hombros.

—De acuerdo pero... ¿Por qué tú no vas con nosotros? —pregunté, Alonso soltó un suspiro.

—Tengo un asunto pendiente que solucionar.

My King #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora