e x t r a 1

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Alonso.

Braulio tenía una expresión seria, mezclada con la preocupación... ¿Pero quién no? Inclusive Alan tenía el rostro lleno de ansiedad, y eso que su esposa no era la que estaba en labor de parto desde hace algunas horas.

Cassandra no me dejó entrar, dijo que ahora ella debía estar con su amiga en este momento y mi esposa estuvo de acuerdo con lo que ella dijo. Yo también merezco estar ahí dentro, apoyando a la mujer que amo y para escuchar el primer llanto de mi pequeña Alondra.

Un flash nos aturdió a Braulio y a mí que dirigimos la mirada hacia Jos quien se había asustado y tenía su celular en su mano derecha.

—Uh, no miré que tenía el flash activado. —Braulio y yo lo mirábamos esperando una respuesta. —¡Tenían que haberse visto! Estaban en la misma posición y se veían idénticos. —explicó mientras comenzaba a reírse, miré a mi hijo quien a su vez también me estaba viendo y le sonreí para después abrazarlo.

—Es mi hijo, ¿qué esperabas, Jos? —dije con orgullo, en ese preciso instante Bryan y Cassandra llegaron hacia nosotros con una sonrisa en el rostro.

—Me he traumado, amigo. Que bueno que no soy mujer. —dijo Bryan sentándose a un lado de Braulio. —Aún estando afuera de esa habitación los gritos de tu mujer me daban miedo, al parecer parir a un bebé es difícil. —decía Bryan mirando hacia el suelo, Jos le dió unas palmadas en el hombro y se puso de pie al mismo tiempo que yo.

—¿Ya puedo entrar? —pregunté a Cassandra quien se estaba sacando el gorro azul de enfermera, ella me sonrió y asintió con la cabeza.

—Tardarán un poco en llevar a la pequeña porque la están preparando, es una nena hermosa. —le sonreí y la abracé para después caminar hacia el cuarto en el que Isabella estaba.

Tomé la perilla con mi mano derecha, inhalé y exhalé preparándome para entrar. Estaba extrañamente nervioso, soy papá por segunda vez... ¿O tercera? Ni sé cómo contar. Abrí la puerta encontrándome a Isabella con los ojos cerrados, cerré la puerta detrás mío y ella me miró con una sonrisa cansada.

Me acerqué a ella y besé sus labios delicadamente para después arrastrar una de las sillas que se encontraban en el cuarto y sentarme a su lado.

—¿Cómo estás? —le pregunté sin dejar de mirarla, ella rodó los ojos y dejó salir un suspiro.

—Agotada, demasiado agotada. —dijo débilmente. —Pero valió la pena. —sonrió causando de igual manera que yo sonriera.

—Y los que faltan. —susurré, Bella abrió sus ojos asustada y comenzó a negar con la cabeza.

—No, ya basta Alonso. Con tres es suficiente. —reí al verla tan asustada y tomé sus manos para depositar un beso en cada una de ellas.

—Estaba jugando, claro que tres son suficiente. Aunque... Un cuarto no estaría mal, prefiero los números pares. —ella me miraba seria, intenté contener la risa pero verla de esa manera me causaba gracia.

Amaba a mis tres hijos, pero de verdad un cuarto bebé sería maravilloso... ¿O no?

—Tú lo que quieres es una noche de pasión, déjala descansar ya. —habló Jos a nuestras espaldas.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —le cuestioné dirigiendo la mirada hacia él.

—El suficiente para escuchar como intentas seducirla. —mi esposa soltó una pequeña risa seguida de un bostezo. —¿Cuándo traen a la pequeña? Quiero conocer a la futura princesa que preferirá al tío Jos que a su padre. —alcé una ceja con incredulidad, ¿este quién se cree? Sera MI hija, mía.

—Tú necesitas una novia, José. ¿Por qué no vas a buscar una, ah? —le dijo Bella sonriendo ocasionando que Jos la mirara con los ojos entrecerrados.

—Para su información, conocí a una chica en el supermercado y hoy saldré con ella. Solo necesito conocer a mi sobrina primero.

—Espero que ella te aguante. —le dije sonriendo. —Ya te hacía falta una relación.

—Sí, sí. Lo que digan. Ah, ahí viene la enfermera. —pronunció con emoción haciéndose a un lado permitiéndole entrar a la mujer que traía en brazos a mi hija. —Iré por Braulio para que la conozca.

La enfermera se acercó a nosotros haciendo una reverencia, Isabella se sentó con cuidado para poder recibir a nuestra bebé en sus brazos.

—Si necesitan algo llámenme. —ambos asentimos sonriendo, ella hizo una reverencia nuevamente y se retiró.

Estiré el cuello para poder admirarla, tenía los ojos cerrados y sus manos hechas puños. Casi se me sale una lágrima de alegría al verla bostezar, su pequeña nariz me parecía lo más hermoso del mundo.

—Mírala, es idéntica a ti. —me dijo Bella sonriendo sin dejar de mirar a nuestra hija.

—También tiene algo tuyo, la perfecta nariz es idéntica a la tuya. —comenté intercambiando miradas entre Alondra e Isabella.

Unos golpes en la puerta nos hicieron volver a la realidad, cuando ésta se abrió pude ver el desordenado cabello rojizo de Braulio y a Jos detrás de él. Le indiqué que se acercara y eso hizo, caminó con tímidez hasta llegar a mi lado.

—Aquí está tu hermanita, Brau. —le dijo Bella mientras le sonreía, me puse de pie y cargué a Braulio para que pudiera apreciar más de cerca a su hermana.

—Es muy pequeña y demasiado linda. A Claire le hubiera gustado verla. —asentí sonriendo.

La pequeña no había venido porque quería quedarse jugando con Kenai y Emily, mientras que Braulio había decidido que era más importante conocer a su hermana.

—Ya la verá cuando regresemos al castillo. —le dije y él asintió, en ese momento Alondra abrió lentamente sus ojitos mirando a su hermano.

—¡Son azules! —exclamó Braulio emocionado al ver los ojos de Alondra.

Bella me miró con orgullo y pude notar que las lágrimas habían comenzado a correr por sus mejillas.

—Déjenme ver a la princesa. —habló Jos acercándose a Isabella por el lado contrario a mi, cuando logró acercarse a ver a mi hija esta empezó a llorar ocasionando que mi amigo retrocediera. —Bien, ya entendí. Quiere que me vaya, nos vemos en la noche familia. —se despidió rápidamente y salió del cuarto.

Braulio sonrió y volvió a mirar a su hermana mientras Isabella intentaba calmarla.

—Tienes una gran responsabilidad como hermano mayor, Brau. Además, eres el único hombre, tienes que cuidarlas muy bien. —le comenté a lo que él asintió con orgullo.

—Lo haré papá, ya lo verás. —sonreí y desordené aún más su revoltoso cabello.

No podía creer lo rápido que los mellizos habían crecido, y que ahora haya una nueva bebé en la familia.

Miré a Isabella, le sonreí agradecido por la hermosa familia que me había brindado y, por supuesto, para intentar convencerla del cuarto bebé.

My King #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora