Yû y Yûki acompañaron a Nanko al pedestal de donde debería extraer la espada para demostrar que sería apta para invocar a los dragones. La Uchiha observó el arma, que, pese a estar semioculta, resplandecía sutilmente. Era blanca, casi transparente por la parte de la hoja.
—Aquí es —dijo el dragón, apartándose de la espada.
—Ánimo, Nanko —dijo tímidamente Yûki.
—Esto será pan comido —susurró Nanko para sí, acercándose al pedestal para sujetar el mango de la espada—. Lo sacaré, todos lo verán. —Empezó a empujar hacia arriba, pero nada.
—No lo has conseguido, ¿por fin feliz? —comentó el de ojos rojos, sonriendo con suficiencia, como si siempre lo hubiese sabido.
—No me rendiré —murmuró Nanko, insistiendo en sacar la espada del pedestal.
—Nanko, ten cuidado, te harás daño —dijo al ver que la niña estaba temblando.
—Tranquila, si se puede conseguir, un Uchiha lo hará —masculló ella, empezando a sentir como las fuerzas flaqueaban.
—La espada absorbe tu chakra, espero que lo sepas —explicó Yû.
—No, no lo sabía —masculló la niña, tirando con más fuerzas—. Este es el último intento. —Cogió con más fuerza el mango, mientras sentía como una gran cantidad de chakra se apoderaba de ella, depositándola en sus pies y manos, saltó y se llevó la espada con ella.
—¡Lo ha conseguido! —exclamó Yûki, sorprendida—. Nanko, felicidades.
La niña acabó en frente del sol. Levantó con sus últimas fuerzas la espada, cuya hoja brilló gracias a los haces de luz. Necesitaba ser más fuerte, seguía siendo débil. Cerró los ojos sin soltar la espalda y empezó a caer en picado.
—¿Qué pasa? —murmuró la dragona. Ningún humano aguantaría el impacto de la caída.
—No le queda chakra, es normal —dijo Yû, marchándose—. Si no muere en el impacto, será nuestra invocadora.
—Padre, debemos ayudarla, sabe que no sobrevivirá... —susurró la dragona de ojos azules mientras volaba para atraparla al vuelo—. Se ha desmayado —habló mientras la observaba—. Es solo una niña, padre —le dijo.
—Llévala al castillo, a la habitación de invitados —ordenó su padre. Yûki asintió sonriendo.
—Claro —respondió ella.
—Volveré a encajar la espada en el pedestal —dijo él mientras cogía el arma.
—Pero padre, ha podido extraerla. Se ha esforzado, debemos aceptar que es la indicada —decía la dragona. Yû la calló.
—Lo sé, pero debemos dejar aquí la espada, no debe volver a sacarse nunca, ella no debe sacarla nunca. —Miró a la Uchiha.
Nanko fue tumbada en una cama gigante. No fue hasta dos horas más tardes que despertó.
—Menos mal que estás bien —dijo la dragona, viendo a la Uchiha incorporarse en la cama.
—Supongo que sacar la espada no ha sido suficiente, ¿no? —habló Nanko, mirando a otro lado, había sido demasiado imprudente.
—¡No te preocupes! —exclamó. Nanko la miró atenta—. En realidad sacaste la espada, pero usaste mucho chakra, por lo que te desmayaste en plena caída.
—Entiendo —susurró la niña.
—Padre te espera, debes firmar el pergamino de invocación y conocer a mis hermanos —explicó Yûki amablemente.
—Claro, vamos. —Ambas caminaron hacia una cueva oscura, donde las esperaban Yû y dos dragones más. A Nanko le dolía su cuerpo de sobremanera, cada paso que daba se le hacía más difícil que el anterior.
—Al haber sacado la espada del pedestal, eres la elegida para ser nuestra invocadora —dijo Yû, sacando un pergamino. —Muerde tu dedo, debe salir sangre. —Nanko acató la orden. —Ahora, firma en este renglón. —El primer renglón de todos, al firmar, ya tendría cuatro nuevas invocaciones.
—Te presentaré a mis hermanos, él es Ryū —habló la dragona, señalando a un dragón azul—. Es el mejor de nosotros, seguramente será el que más útil te resultará. —Agachó la cabeza, para levantarla al darse cuenta de lo que había dicho.
—Buenos días, señora —saludó Ryū cortésmente.
—Ella es Mikoto —dijo, continuando con las presentaciones—. Es un dragón sensorial, por lo que te resultará de gran ayuda.
—Hola —dijo ella.
—A él ya lo conoces, es Yû, nuestro padre, puede aumentar de tamaño, y sus habilidades no pueden ser comparadas con las de otros dragones. Y luego, yo. —Se señaló a sí misma. —Soy un dragón de espionaje, me mimetizo con el entorno, poseo piel camaleónica, por lo que cambia de color y me hace perfecta para misiones en cubierto.
—Perfecto, ¿cómo os invoco? —preguntó Nanko.
—Muerde tu dedo hasta que salga sangre, como antes. Después debes realizar estos sellos. —Enseñó un papel con los sellos correspondientes al jutsu. —Ese es el jutsu de invocación —explicó Yû.
—Entiendo, muchas gracias. —Todos los presentes sonrieron nerviosamente.
—Vaya dueña nos ha tocado... —susurró el padre seriamente—. Si no caemos en desgracia por su culpa, será un milagro.
—¿Cómo vuelvo a mi mundo? —cuestionó, haciendo oídos sordos al adulto.
—Toca este papel. —Eso hizo la pequeña, y así, apareció en el despacho de Tsunade.
Observó a la Senju dormir en su escritorio, con la cabeza apoyada en sus brazos, y estos encima del papeleo.
—Tsunade —susurró Nanko, zarandeando un poco el brazo de su maestra, que se despertó al instante.
—No tienes ni idea de lo preocupada que estaba —dijo la rubia, abrazando a la pequeña.
—Lo he conseguido, seré más fuerte, Tsunade —susurró ella, correspondiendo el abrazo de la rubia.
—Ya eres fuerte, Nanko —contestó la Senju—. Siempre lo has sido.
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Mangekyou Sharingan | La hija de Sasuke
Fanfic1º L I B R O || S A G A S H A R I N G A N Dos gemelas, una con gafas y otra sin ellas, una con pelo corto y otra con pelo largo, una que ha recibido cariño y otra que no. una pequeña Sakura y una pequeña Sasuke, una Sarada y una Nanko. ___________...