Capítulo 2: Los sueños que se desvanecen en manos ensangrentadas.

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     No era lo que se solía conocer como "un día radiante", las nubes obstaculizaban la vista al sol, parecía que iba a llover y todo estaba más revuelto de lo normal. Para Nanko, era un día de mierda, pero, sinceramente, todos se lo parecían. Nanko introdujo el tenedor con una fresa en su boca y masticó la fruta mientras escuchaba la conversación entre su madre y hermana.

     —¡Chōchō va ha hacer una fiesta de pijamas, mamá! ¿Puedo ir? —preguntó Sarada y realizó un puchero.

     —Claro que sí, después si eso me cuentas —habló Sakura, sonriendo.

     Nanko se levantó en cuanto acabó de desayunar, lavó su plato, se cambió y peinó su pelo en una coleta alta.

     —Tienes una misión, ve ahora a la torre del Hokage para recibir la información —dijo Sakura mientras fregaba unos platos.

     —Claro, adiós —se despidió y corrió hacia la torre del Hokage.

     Al llegar, picó, recibiendo un "pase" como respuesta.

     —¿Me llamaba, Hokage? —murmuró Nanko, arrodillándose.

     —Sí, tienes una misión con tu escuadra, encuéntrate con ellos en la puerta de la aldea, en este sobre te entrego toda la información. ¿Lo has reconsiderado? —preguntó el Uzumaki sonriente.

     —No, estoy muy bien como líder de ANBU —respondió Nanko, levantándose.

     —Ya hablaremos de esto cuando regreses —dijo Naruto. La Uchiha asintió.

     Volvió a su casa y se adentró en su habitación. Leyó y releyó los papeles que le habían sido entregados, intentando maquinar un plan perfecto para acabar con un hombre, y eso hizo. La misión giraba alrededor de un tal "Rufus", un conocido estafador en todas las naciones ninja. Ya habían intentado acabar con él, sin éxito alguno, ya que, pese a que no era increíblemente poderoso, de alguna manera u otra, había conseguido engatusar a los ninjas, que en un principio querían matarle, para que se unieran a su causa.

     Se vistió, con su habitual traje de ANBU y su máscara. Salió de la habitación y se encontró con Sarada que, al verla, realizó un chasquido de lengua. La menor se la quedó mirando un par de segundos, sin ningún tipo de interés, y bajó su máscara, ya que la tenía en la cabeza. La opinión de su hermana no le merecía ningún respeto.

     Bajó ágilmente los escalones para llegar a la planta baja, donde estaba Sakura, todavía, fregando los platos del desayuno y la cena de anoche.

     —Me voy ya, adiós —dijo la Uchiha. Salió de su casa y corrió hasta el punto de encuentro, donde ya se encontraban sus compañeros, esperándola.

     —Buenas, capitana —saludó su mano derecha en ANBU mientras los demás se arrodillaban.

     Más de la mitad de su escuadra detestaban la idea de que Nanko fuese capitana, ¿a quién le gustaría la idea de que una niña de 12 años fuese capitana? Sentían impotencia, al fin y al cabo, ellos le doblaban la edad y jamás habían conseguido alcanzar el puesto. Cada vez que la veían, no podían evitar preguntarse si aquello era todo lo que podían dar de sí mismos. Nanko, para ellos, no era más que un amargo recuerdo de todo lo que no eran.

     —Os explico la misión, debemos matar a un hombre, su apodo es Rufus, esta es su foto. —Les enseñó la imagen y, una vez asintieron, la quemó. —Se encuentra en los límites de Konohagakure. El plan es sencillo vosotros hacéis de cebo y yo lo mato, ¿entendido? —explicó mientras les enseñaba un plan que había dibujado ella misma en una hoja. Los ninjas asintieron y ella procedió con la crema de los papeles—. Dispersaos. —Y eso hicieron, cada uno se fue por su cuenta.

Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora