Capítulo 1: La menor de los Uchiha.

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     —Nanko, el Hokage requiere de su presencia. —La Uchiha asintió, haciendo que el ANBU se retirara instantáneamente.

     No era un hecho desconocido para sus allegados que Nanko, a la edad de 12 años, fuese ANBU. No solo ellos, sino que también se había extendido cierto rumor por toda Konoha sobre su fuerza. "El milagro de los Uchihas", algunos pensaban que el sobrenombre se le quedaba corto. Toda la aldea era conocedora de las capacidades de la niña, así como de su frialdad y seriedad a la hora de realizar misiones.

     La chica corrió por los techos de la ajetreada Hoja y apareció frente a la puerta del Hokage. Golpeó la madera y pasó en cuanto Naruto le concedió el permiso.

     —¿Qué necesita, Hokage? —preguntó la Uchiha mientras se arrodillaba.

     —Oh, Nanko, sabes que no hace falta que seas tan formal conmigo. Me gustaría preguntarte algo, ¿no te encantaría volver a la academia? —preguntó el rubio sonriendo.

     —No —respondió la de ojos negros.

     —Nanko, no me gusta que estés en ANBU a tan temprana edad, fue mi error que entraras tan pronto, déjame arreglarlo —comentó Naruto. Al fin y al cabo, la culpa era toda suya, no debía haber permitido que estuviese en aquel sitio, aunque ella no se había negado.

     —No es para tanto —dijo la Uchiha—. Sexto, por favor, salga ya —habló refiriéndose a Kakashi, el cual se encontraba detrás de las cortinas.

     —Claro que es para tanto, Nanko —dijo el Hatake con tono cariñoso.

     —¿No están conformes con mi rendimiento? —preguntó un poco preocupada—. Puedo mejorar.

     —No, no es eso —respondió el de cabellos grisáceos mientras rascaba su nuca.

     —Solo nos preocupamos por ti —dijo el Hokage sonriéndola.

     —No deberían preocuparse por mí, es totalmente innecesario, estoy bien —explicó Nanko con el ceño fruncido.

     —Nanko, sabemos las dificultades que estás pasando con tu familia —habló el Sexto. Naruto realizó una mueca, le había pedido a Kakashi expresamente que no hablara del tema.

     —No, no lo saben. —Quiso concluir Nanko.

     —Nanko, yo también fui odiado y temido por toda la aldea —habló el Uzumaki. Sus cara reflejó cierta nostalgia y tristeza. Nanko negó sutilmente, no tendría sentido discutir con él, al fin y al cabo, era su superior.

     —De verdad, no entiendo qué puede aportarle a la aldea una conversación sobre mi familia. Preferiría obviar el tema —dijo la Uchiha tensándose más todavía.

     En aquel momento, Tsunade apareció por el marco de la puerta.

     —Naruto, Kakashi, necesito que Nanko me ayude con un paciente —exclamó, entrando cubierta de sudor al despacho.

     —Reconsidéralo, por favor. —Nanko asintió y se fue.

     —Es terca, no creo que consigamos cambiar su opinión —comentó Kakashi, apartando unos papeles para sentarse en el escritorio.

     —No sé quién de esta sala ha recibido menos cariño —bromeó el de ojos azules, apoyando sus codos en la mesa. Suspiró con pesadez y apoyó su cabeza en las manos.

     —No va a ser bueno si sigue así, ni para ella ni para la aldea... Dudo que recuerde lo que es el amor, no puedo evitar sentirme culpable por todo lo que pasó —habló el Hatake, suspirando al final—. No dejo de divagar, lo siento. No volveré a hablar del tema, al fin y al cabo, es confidencial.

Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora