Capítulo 29: La familia de Suna.

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     —Buenas —dijo Nanko, entrando en la casa de cierta kunoichi de Suna.

     —Por fin has llegado, te has hecho esperar —habló Temari, sonriendo. La niña se inclinó como disculpa, había estado entrenando con Tsunade y había perdido la noción del tiempo—. No te veo desde la desgracia de los exámenes.

     —Sí, bueno, es que he estado bastante ocupada —contestó la Uchiha, mirando hacia otro lado.

     —Bueno, pasa, no te quedes en el recibidor —ordenó la Nara. Nanko se quitó sus zapatos y entró.

     —¿Por qué me ha llamado? —preguntó la Uchiha. Temari sonrió.

     —Digamos que alguien me lo ha pedido —respondió la de ojos verdes. Nanko frunció el ceño, notablemente extrañada—. Por cierto, estuviste sublime en los exámenes chunin. —Nanko sonrió y asintió.

     —Muchas gracias, solo estaba haciendo mi trabajo. —Pese a que no pretendía sonar pedante, sí que hubo cierto deje al decir la frase. Shikadai bajó por las escaleras y se acercó a las mujeres.

     —Uchihas y su sorprendente forma de sonar como unos engreídos en todo momento —susurró el hijo de Shikamaru, que estaba acompañado por parte de su familia.

     —Buenas —les dijo la de ojos negros a Shikamaru, Gaara y Shinki.

     —Buenos días, Nanko —la saludó el pelirrojo desde el sofá donde se había sentado.

     —Hola —habló Shikamaru, sonriendo.

     —Buenas —dijo Shinki, mirando a la Uchiha fijamente. Ella asintió.

     —La verdad es que te hemos llamado para que entrenes con Shikadai y Shinki —explicó Shikamaru. Nanko los miró impasible—. Sí, sé que es un fastidio.

     —No, está bien, puedo encargarme de esto —afirmó la Uchiha mientras miraba a Shikamaru—. ¿En qué debo especializar la clase? —La rubia habló.

     —En Taijutsu. —Nanko asintió. —Esta vez, nosotros no podemos supervisar el entrenamiento, así que serás tú la mandamás. —Ella asintió. —Te aconsejamos el campo de entrenamiento 2, es muy amplio. —Sonrió.

     —Antes de que preguntes, te hemos elegido a ti por tu Sharingan, Nanko. —Ella volvió a asentir ante la explicación de Gaara.

     —Sí, no esperaba menos de ustedes —dijo la Uchiha mientras caminaba hacia la salida—. Vámonos ya, no hay tiempo que perder. —Nanko observó a los chicos de su edad por el rabillo del ojo, que no parecían demasiado contentos al respecto. Por otro lado, a Temari le gustaba que alguien con carácter entrenara a su hijo.

     —Qué fastidio —susurró Shikadai, levantándose mientras ponía las manos en su nuca.

     —Vamos —ordenó Shinki.

     Se pusieron las sandalias y, los tres, se dirigieron al campo de entrenamiento número 2. El trayecto hacia el campo fue corto y bastante aburrido. Pero, al llegar, la Uchiha se dio cuenta de que había alguien utilizando en aquel momento el campo de entrenamiento.

     —¿Nos podrías hacer el favor de irte? —gritó la Uchiha a la persona entrenando. 

     —¿Qué? ¡Nanko! —exclamó el Hyuga, sonriendo. La niña lo reconoció al instante y realizó una sutil sonrisilla.

     —Ah, Takeshi —se dijo Nanko a sí misma. Los tres se acercaron al Hyuga.

     —¿Quién es? —preguntó el Nara. El Hyuga se apresuró a hablar.

Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora