Capítulo 28: ¿Eres feliz?

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     —¿Pero quieres dejarme ya en paz? Llevas persiguiéndome treinta minutos —masculló Nanko pesadamente, sentada en un banco.

     —Por favor, Nanko, acepta mi regalo por el festival de Rinne —dijo un joven, entregándole una bolsita.

     —Bueno, está bien, ¿contento? —Nanko agarró la bolsita y sonrió burlescamente a su portador.

     —¡Muchas gracias, espero que le guste! —exclamó el chico para irse corriendo.

     —Madre mía, ¿qué he hecho yo para merecer esto? —se susurró a sí misma.

     —Siquiera la has abierto, adelante, mira qué es —dijo la deidad con sorna.

     —En el hotel lo abriré —habló la Uchiha, pensando en que ese sería el único regalo que le entregarían.

     —Aguafiestas —susurró para después acabar callándose.

     —¿Qué hora es? —se preguntó, pensando en que había quedado con su padre. Se le hacía un poco ridículo el hecho de que la única persona con la que podía quedar (porque no tenía amigos) era su progenitor.

     Decidió acercarse a Ichiraku, el puesto que más cerca le quedaba, para preguntar la hora.

     —Buenas, perdónenme pero... —dijo Nanko, viendo a un par de Jonnins en la barra—. ¿Konohamaru? ¿Hanabi? —habló, viendo como la Hyuga sostenía una botella de Sake—. Ay, no.

     —¡Nanko! —Hanabi se tiró a abrazarla. —Ven a be... hablar con nosotros. —Arrastró a la Uchiha con ellos.

     —Hanabi, ¿qué hora es? —preguntó Nanko. Hanabi enseñó sus muñecas para que la niña viera que no tenía reloj.

     —Las dos y media —respondió Konohamaru, sonriendo. La Uchiha tenía media hora para hablar con los maestros.

     —Mira lo que me ha regalado Konohamaru, Nanko. —La Hyuga le mostró un pequeño collar blanco.

     —Sí, es muy bonito —dijo la niña y se sentó a la izquierda de la mujer.

     —Ya verás, cuando seas mayor también te regalarán cosas —comentó Hanabi, pasando un brazo por el cuello del Sarutobi mientras bebía de la botella.

     —De hecho, ya me han regalado algo —susurró la Uchiha. Hanabi escupió la bebida.

     —¿Qué es? ¿Qué es? —preguntó la chica, cogiéndola de los hombros.

     —No lo sé. —Nanko se encogió de hombros. —Lo llevo en la mochila. —Hanabi sonrió maliciosa.

     —Byakugan —susurró la Hyuga, activando su poder ocular para ver un pequeño libro recubierto por papel de regalo—. Oh, dios, qué aburrido, un libro.

     —¿Un libro? —susurró la niña, sorprendida de que su fan la conociese tan bien—. Increíble.

     —Es solo un libro, Nanko —dijo el Sarutobi, sonriendo nerviosamente, su amiga estaba demasiado cerca de él.

     —Bueno, ya sabes la obsesión que tiene la niña con los libros —comentó Hanabi entre risas.

     —Cierto, cierto —habló esta vez el joven. Nanko se levantó del asiento.

     —Lo siento, he de irme, me espera mi padre —dijo la Uchiha para darse la vuelta.

     —Adiós, Nanko —se despidió la Hyuga animada.

Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora