Capítulo 30: La pareja perfecta.

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     Nanko estaba caminando para reunirse con su maestra: Makoto Hatake. Aunque la casa quedaba un poco lejos de su hotel, decidió quedar allí con ella porque, de esa manera, la mujer no llegaría tarde. Al llegar al edificio de fachada blanca y tejado negro, golpeó la puerta sutilmente.

     Fue Kakashi Hatake quien abrió la puerta. Al verla, recordó que su esposa le había dicho que entrenaría con su alumna, pero Makoto se había quedado dormida, para variar.

     —Oh, Nanko. Pasa, pasa —dijo el Sexto, leyendo un libro que no parecía ser Icha Icha.

     —Muchas gracias —susurró la niña, entrando en la casa.

     Se fijó un poco en el recibidor; había un montón de libros, incluyendo varias ediciones especiales de Icha Icha a las que quería echarle el guante. Se quito las sandalias y acompañó a Kakashi hasta el salón.

     —Has quedado con Makoto, ¿verdad? —preguntó Kakashi. Nanko colocó bien el guante que traía puesto.

     —Sí, me gustaría mejorar alguna que otra técnica que me enseñó en el pasado —aclaró la Uchiha. Kakashi sonrió, Nanko lo dedujo porque sus ojos se achinaron.

     —Se ha quedado dormida —comentó el hombre—. Está en el piso de arriba, ves a llamarla si quieres. Entre tú y yo, se levanta de muy mala leche. —Nanko asintió y empezó a subir las escaleras que tenía enfrente—. Por cierto, no nos robes más libros. —Nanko se sonrojó.

     —Yo no hago tal cosa. ¿Para qué necesita una niña de trece años un libro de pervertidos? —le preguntó la de ojos negros y subió enseguida al segundo piso—. No recordaba que tuvieran una casa tan grande, ¿la habrán ampliado? Estoy segura de que la ha decorado Makoto... —susurró la Uchiha. Rastreó el chakra de la Hatake, que estaba en la habitación más alejada. La niña corrió hacia aquella estancia—. Makoto —dijo ante la gran puerta de madera.

     —¿Eh? —susurró Makoto, abriendo la puerta—. Oh, Nanko... —Sonrió. —¡Nanko! ¡Lo siento, me he dormido! ¡Perdóname por favor! —exclamó la mujer. Nanko se fijó en que solamente llevaba puesta una camiseta (seguramente de Kakashi) y un pantalón corto de pijama. Le costaba creer que alguien como ella hubiera estado en ANBU.

     —No se preocupe, contaba con ello, por eso he venido treinta minutos antes —dijo la Uchiha. Makoto sonrió de oreja a oreja.

     —Mi pequeña Uchiha siempre piensa en mí. —Dos lagrimones se deslizaron por las mejillas de la Hatake. Se notaba que era una buena amiga de Gai. —Deja que me cambie, que Kakashi te ofrezca té. —Nanko asintió y bajó a la planta baja con Kakashi.

     —Kakashi —dijo la Uchiha, dirigiéndose al salón.

     —Estoy en la cocina —respondió Kakashi, haciendo que Nanko fuera a la cocina.

     —Makoto debe vestirse, así que me ha dicho que espere con usted —explicó Nanko. El hombre asintió.

     —¿Algo para beber? —preguntó Kakashi por cortesía, sacando una taza del armario.

     —Un té negro estará bien, gracias —dijo la Uchiha. Él empezó a hervir el agua.

     —Qué casualidad, también le gusta a Makoto —comentó el Hatake. En realidad, esas dos eran mucho más parecidas de lo que ellas pensaban, y Kakashi se había dado cuenta de eso hacía mucho tiempo. Ambos se sentaron en las sillas—. ¿Qué tal te va con Sasuke?

     —Bien, ahora estamos quedándonos aquí por un periodo indefinido —explicó Nanko. Kakashi asintió.

     —Eso está bien, debes pisar de vez en cuando Konoha —dijo el Sexto con sorna, sonriendo tras la máscara. De repente, empezó a sonar un pitido ensordecedor. Kakashi, se levantó y vertió el agua hervida en el vaso de la Uchiha que contenía las hojas de té—. Disfruta de tu té. —Nanko asintió.

     —Muchas gracias —susurró Nanko, juntando sus manos, agradeció por el té y empezó a beber.

     —¿Lista para entrenar? —preguntó Makoto, palmeando la espalda de la Uchiha, haciendo que se atragantara y empezara a toser—. ¿Eh? ¿Nanko? —La Uchiha seguía tosiendo. —¿Qué he hecho, Kakashi? —preguntó, confundida, pues no se había dado cuenta de que estaba bebiendo.

     —La pregunta es qué no estás haciendo, y la respuesta es ayudarme —dijo Nanko a medida que su tos iba cediendo.

     —Te llevo a Ichiraku para compensar —habló Makoto, agarrando las manos de la Uchiha, sonriendo como una niña. Si era sincera, tenía pocas o nulas ganas de entrenar.

     —Pero yo solo quiero entrenar... —dijo Nanko, dándose cuenta de que no entrenarían y que, seguramente, todo había sido una excusa de la mujer para comer con ella.

     —Pobre niña, nada le sale bien nunca —comentó Kakashi, negando con la cabeza, mientras Makoto reía nerviosamente. Sin duda, Makoto y Kakashi, encajaban a la perfección y, a la Uchiha, esto no le fue desapercibido.

Makoto y Tsunade suelen llamar a Nanko para entrenar con ellas solo para llevarla a comer para asegurarse de que come al menos una vez al día

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Makoto y Tsunade suelen llamar a Nanko para entrenar con ellas solo para llevarla a comer para asegurarse de que come al menos una vez al día.

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Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora