Extra: Segunda aspa.

6.4K 484 106
                                    

Puños Feroces.
Ocho años.

     —¡Nanko! —gritó Tsunade mientras la menor entrenaba—. ¡Golpéalo más fuerte! ¡Con esa fuerza no matarás ni a una mosca! —Nanko le dio un puñetazo al árbol, y lo único que consiguió fue hacer sangrar sus nudillos. —Para, para, para. —La rubia agarró el puente de su nariz. —Coloca chakra en tus manos y golpéalo.

     —Eso es lo que he hecho —explicó la Uchiha, empezando a sanar su mano.

     —No, si lo hubieras hecho no habrías dejado así tus manos —dijo Tsunade, señalando las manos de la menor.

     —Es un poco difícil de hacer si no me explica cuánta cantidad he de poner en las manos con exactitud —recriminó la niña, acabando de curarse.

     —Debes poner la justa. —Nanko frunció el ceño. —Está bien, solo haz que las envuelva una fina capa de chakra. —La Uchiha suspiró pesadamente e hizo lo que Tsunade dijo.

     Al hacerle caso y golpear el árbol, lo rompió.

     —Sí. —Nanko sonrió de lado.

     —¿A que no era tan difícil? —preguntó Tsunade. Nanko alzó una ceja—. Bien, un poco sí. —Removió cabello de su alumna.

     —¿Qué he de hacer ahora? —cuestionó la Uchiha, sacudiendo su ropa de entrenamiento, que estaba cubierta de tierra.

     —Podrías intentar realizar un jutsu que yo no sé —sugirió la rubia. La niña realizó una mueca.

     —Entonces, ¿cómo lo aprendo? —preguntó Nanko. La Senju sonrió de lado.

     —Te llevaré con una amiga mía —habló Tsunade, sonriendo de lado.

     La Uchiha asintió y ambas fueron a la casa de Kakashi.

     Tsunade tocó la puerta y salió una mujer a recibirlas.

     —Buenas —saludó Makoto, acomodando su pelo—. ¿Qué tal, Tsunade? —Sonrió a su familiar.

     —Todo muy bien, Makoto. Vengo a pedirte un favor —dijo la Senju, sonriendo a la mujer.

     —No te voy a dar más dinero, ¿tienes idea de lo que me debes? —masculló la de ojos rojos, cruzándose de brazos.

     —No, de momento no te voy a pedir más dinero —comentó Tsunade, enrojeciendo. Makoto frunció el ceño.

     —¿Quién eres tú? —preguntó Makoto a la niña, agachándose a su altura.

     —Soy Nanko, Nanko Uchiha —se presentó Nanko. La Senju sonrió nostálgica recordando a un amigo suyo y a su propio alumno. Sí, sin duda era igualita a Sasuke.

     —Oh, una pequeña Uchiha —susurró Makoto, achicando los ojos por su sonrisa.

     —Quiero que le enseñes el jutsu de los Puños Feroces —pidió Tsunade. Makoto se levantó y la miró seriamente.

     —Debes saber que puede causar graves heridas —advirtió Makoto, mostrando su brazo derecho, que estaba vendado—. Se necesita una gran capacidad de control de chakra, aunque, viendo su frente, deduzco que ya la posee —dijo la Hatake.

     —Entonces, ¿aceptas entrenarla? —Makoto miró a la menor.

     —Dime, ¿tienes alguna invocación? —se refirió a Nanko, que asintió con rapidez—. Entonces acepto —le dijo a la rubia.

     —Bueno, pues te la dejo aquí. —La Quinta corrió de la escena para no tener que devolverle nada a su prima.

     —¿A-ahora? —preguntó Makoto. Nanko asintió.

     —¿Qué le parece ir al campo de entrenamiento número tres, Makoto? —Makoto se sorprendió, el mismo campo en el que el azar había juntado los caminos de los integrantes del equipo Minato.

     —Claro —respondió.

     Ambas caminaron hacia ese campo y, al llegar, la Senju observó aquel lugar. Le fue imposible no recordar la vez que hicieron la prueba de las campanas sus compañeros y ella. Hacía mucho que no se pasaba por ahí.

     —Makoto, ¿pasa algo? —preguntó la Uchiha. La nombrada sonrió.

     —Siéntate. —Makoto se sentó y palmeó el suelo para que la niña hiciera lo mismo. —Para entrenar debemos conocernos, te contaré lo que pasó. —Nanko asintió. —Aquí, el equipo Minato se juntó por primera vez, Minato Namikaze, el Cuarto Hokage; Rin Nohara, a la cual encerraron el tres colas; Obito Uchiha, uno de los mejores Uchihas que han podido existir aunque la haya cagado muchas veces, Kakashi Hatake, Sexto Hokage y mi marido, y yo, de clan Senju y Hyuga por sangre, pero Hatake políticamente hablando. —Nanko asintió.

     —El Cuarto está muerto, pero, ¿Rin y Obito? —preguntó la niña. Makoto miró hacia arriba, con una sonrisa nostálgica.

     —Están también muertos. —Nanko agachó la cabeza a modo de arrepentimiento. —Tranquila, son cosas que pasan en las guerras. —Sonrió.

     —Usted se parece mucho al... —dijo la niña queriendo continuar.

     —¿Segundo? —completó la de ojos rojos. Nanko asintió—. Soy su nieta. —Rio.

     —Oh, es verdad, no lo recordaba. —Makoto se levantó.

     —Bueno, comencemos. —Nanko se levantó también. —Supongo que Tsunade te habrá enseñado a llevar chakra a las diferentes partes de tu cuerpo. —La Uchiha asintió. —Bien, ahora debes hacerlo pero en mayor cantidad, y debes concentrarlo en la forma de tu invocación. Mira —explicó, haciendo aparecer dos tigres en sus puños.

     —Pero acabo de aprender a hacerlo de manera correcta, Makoto —comentó Nanko.

     —Sí, pero confía en mí. De todas formas, este es un jutsu que puede ocasionar grandes heridas a su portador, así que antes de nada, debemos pelear con nuestras invocaciones para reforzar el vínculo invocación-invocador. En mi caso, no lo haré, pero tú sí. —Nanko asintió e invocó a Yû y Yûki. —Oh, dragones... Vamos, adelante. —Corrió hacia Nanko. —Elemento tierra: Prisión gigante. —Intentó aprisionar a Yû. —Elemento Fuego: Llamas espectrales. —Varios proyectiles salieron de la boca de la Senju hasta Yûki, los cuales fueron detenidos por Nanko con el elemento agua.

     —No sabía que tenías dos aspas del Sharingan... —comentó la mujer. Nanko negó.

     —No, solo tengo una —respondió la Uchiha. Makoto sonrió.

     —Entonces, la acabas de obtener, felicidades —dijo la Senju mientras miraba a Nanko.

     —Entonces, la acabas de obtener, felicidades —dijo la Senju mientras miraba a Nanko

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora