Capítulo 26: La comodidad de una vida en guerra.

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     Sasuke y Nanko todavía no habían decidido si continuarían juntos su viaje. Si bien a la niña le quedaba mucho que aprender sobre el Sharingan y el único que podía enseñárselo era su padre, él quería que viviera una infancia normal. Caminaron hasta un bar un poco alejado del barrio de restauración.

     Nanko observó el bar al que habían entrado. Era bastante más grande de lo que pensó en primera instancia, incluso estaba decorado con fotografías de celebridades. Se temía lo peor. Agarró una carta y observó los precios. Sí, había dado en el clavo. Todo era carísimo.

     —¿Pasa algo? —preguntó el hombre. Ella negó y dejó escapar un suspiro—. ¿Qué vas a pedir? —Lo más barato de la carta era una botella de sake. No le apetecía demasiado, pero no quería malgastar su dinero en otra cosa.

     —Sake —dijo la niña, dejando escapar un suspiro al final. Puso la carta encima de la barra para que su padre la pudiera leer.

     —No vas a beber eso, eres una niña —dijo él. Nanko le miró a los ojos y realizó una mueca.

     —No quiero gastar demasiado dinero, Sasuke... —masculló Nanko. Su padre frunció el ceño.

     —¿En serio no te llega el dinero? ¿Qué haces con él? —preguntó el Uchiha. Su hija negó,

     —No es eso. Estoy segura de que no lo has pensado mucho, pero llegará un momento en que no pueda realizar misiones y entonces no cobraré. En Konoha no está instaurado un sistema de pensiones decente, así que debería ahorrar todo lo posible para no verme envuelta en penurias en un futuro... Me gustaría vivir cómodamente cuando sea mayor. Además, alguien tendrá que pagaros los gastos a Sakura y a ti... —explicó la niña. Sasuke asintió sutilmente. Nanko había pensado en todo, no supo si es que era muy prevenida o tenía ansiedad.

     —No te preocupes, pago yo. Un té verde y una Shinobi-Cola —le pidió el Uchiha al camarero, que acababa de llegar.

     —Muchas gracias —murmuró la chica. Sasuke la miró.

     —No te preocupes de cosas así cuando estés conmigo. No sé qué clase de cosas has vivido en tu casa, pero esto es diferente y yo me ocuparé de tus gastos —dijo el hombre. Nanko asintió un poco cohibida. 

     —Muchas gracias. No tienes por qué hacerlo —susurró ella.

     —Claro que sí, soy tu padre.

     —Pero eso no significa nada. 

     Sasuke la observó. No podía creerse lo que estaba pasando. ¿Con qué crueldad debía haber sido tratada por las personas de su alrededor para que dijese cosas como aquellas? Pensó que Sakura se encargaría de sus hijas con mucho ahínco y amor, pero nada más lejos de la realidad. Debería preguntarle sobre todo aquello.

     El camarero regresó con las bebidas y se las puso delante. Ambos empezaron a beber. De vez en cuando, muy de vez en cuando, alguna corta conversación se hacía presente.

     —El tío Itachi —murmuró Nanko. Sasuke empezó a toser, se había atragantado con el té—. ¿Cómo era? —Sasuke dudó en responder o no.

     —Era el genio de su generación, yo siempre quería estar con él y seguir sus pasos —explicó su padre. Nanko asintió con su típica seriedad—. Para serte sincero, te pareces más a él que a mí. —Ella alzó una ceja.

     —Venga ya, si somos casi dos gotas de agua, Naruto siempre lo dice —comentó Nanko, refiriéndose a su aspecto.

     —Tú tienes alma, corazón y mente de genio, como Itachi. Yo a vuestra edad ni os pisaba los talones —comentó Sasuke, realizando una diminuta sonrisa al recordar a su hermano.

     —Aun así. Nosotros dos somos muy parecidos. Mi personalidad es un calco de la tuya y, además, somos los hermanos pequeños.

     —Sí, ahí tienes razón. Hay veces que sé lo que piensas porque yo lo he pensado a tu edad... No hay ninguna duda de que eres mi hija.

Nanko juega al ajedrez en su tiempo libre y se le da bastante bien

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Nanko juega al ajedrez en su tiempo libre y se le da bastante bien.

Nanko juega al ajedrez en su tiempo libre y se le da bastante bien

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Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora