Epílogo: Funeral.

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     No era un buen día. Ninguno lo había sido desde que Takeshi se había ido. Nanko se había vuelto a encerrar en sí misma y se culpaba innumerables veces al día de lo que había pasado. Takeshi había muerto por su culpa, ella lo sabía.

     Se levantó de la cama y se puso un kimono negro, no quería ir al funeral, pero era lo único que podía hacer por su amigo. Se había quedado en la casa de Tsunade, ya que la mujer quería evitar que Nanko hiciera alguna tontería. Al bajar, se encontró a la Senju, también de negro, que la miró y asintió. Ya era hora de irse.

     —Siento que haya pasado todo esto —dijo Tsunade, agarrando la mano de Nanko.

     —Tú no tienes la culpa —habló la Uchiha, cerrando sus ojos para contener las lágrimas.

     —Vamos. —Las dos salieron de la casa y comenzaron a caminar hacia la mansión Hyuga.

     Al llegar, solo habían unas pocas personas en la ceremonia, entre ellas Hinata, Hanabi y Makoto. Hanabi se giró y corrió hacia la Uchiha.

     —¿Estás bien? —preguntó Hanabi mientras Hinata y Makoto se acercaban más lentamente. Makoto más temerosa que Hinata.

     —¿En serio me estás preguntando si estoy bien? ¿Eres estúpida? —masculló Nanko, enfadada.

     —Lo siento tanto, cariño —dijo Hinata, abrazando a la Uchiha, que no supo cómo reaccionar—. Sé cuánto os queríais. —Hinata deshizo el agarre. —Si nos disculpas, Nanko, he de hablar con Tsunade y Hanabi. —La niña asintió y las nombradas se retiraron, dejando a Makoto con Nanko a solas.

     —Sé que soy la última persona que querrías ver en el mundo... —dijo Makoto para después ser cortada por Nanko.

     —Pues no te equivocas —comentó Nanko esquivamente.

     —Yo también he perdido a gente y sé lo duro que es —admitió la Hatake. Nanko frunció el ceño.

     —¡¿Sí?! ¡Dime! ¿¡Cómo se siente haber perdido a la persona que más quieres!? ¡¿Cómo se siente haber perdido a Kakashi?! No lo sabes, ¡no lo has vivido! No sabes lo que es estar en mi posición, no sabes nada de nada. Si fueras yo... —dijo Nanko, enfurecida. Makoto enseguida la cortó.

     —¡Tú, tú y tú y solo tú! ¡Es de lo único que hablas, de lo único que sabes hablar! ¡Yo he perdido a mi madre, a mi padre, a mis mejores amigos! ¡Pero no, todo debe ir siempre sobre ti! ¡No eres la única que ha sufrido! ¡Lo perdí todo antes de tener todo lo que tú conoces! ¡No te has parado a pensar en Hinata y Hanabi! ¡Ellas han perdido a un primo! Pero no, hasta en el funeral de tu amigo, tú tienes que ser el centro de atención. Venga, ve, preocúpate por ti, ya veo que no lo haces por nadie más —exclamó Makoto, roja de la furia.

     Nanko la miró durante unos segundos, inspeccionándola de arriba a abajo, y activó su Sharingan.

     —No vuelvas a decir eso de mí nunca más. Sabía que eras una imbécil, no has hecho más que confirmármelo. No me importaría vengar a mi clan, tenlo por seguro. No vuelvas a acercarte a mí. Esto es una advertencia —susurró la Uchiha, quedando cara a cara con Makoto.

     Ambas se separaron en cuanto llegó Tsunade. Nanko desactivó el Sharingan y se dio la vuelta. Observó el lugar, no era demasiado bonito, y tampoco había mucha gente. Era un funeral muy triste. Takeshi no se merecía morir de aquella manera. Al cabo de un rato, estaba delante del ataúd del que fue su amigo.

     —Elemento diamante: Flor de diamante —susurró Nanko. De sus manos empezaron a salir unos haces de luz que se transformaron en una flor—. Takeshi, espero que nos encontremos pronto. Lo único que espero con ansias es reunirme contigo.

     Nanko se marchó de allí, sin decirle nada a nadie. Debía cargar ella sola con aquel dolor, nadie se lo merecía más que ella.

 Debía cargar ella sola con aquel dolor, nadie se lo merecía más que ella

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Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora