Capítulo 3: El espejismo de una forzada normalidad.

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     Nanko se estaba preparando para asistir a la academia. Le seguía pareciendo irreal que Naruto le hubiera hecho eso a ella, que siempre le había sido leal y había luchado por el bien de la aldea. Tampoco era capaz de vislumbrar de qué manera le ayudaría su salida de ANBU a mejorar la relación con su familia. Cuanto más lo pensaba, menos lo entendía.

     Tuvo que salir a comprar ropa la tarde anterior para la academia, ya que, al llevar siempre su chaleco táctico, no tenía ninguna parte de arriba típica de un genin. Así que se compró una camiseta azul e hizo que bordaran en ella el logo del clan Uchiha.

     Al salir de su habitación, fue al comedor y se encontró a su hermana, que estaba desayunando sola, ya que Sakura se vio obligada a hacer turno en el hospital por una emergencia.

     —¿Ya no eres ANBU? —preguntó su hermana, queriendo ofenderla.

     —Tienes razón. Debo ser tan buena que me han dado vacaciones —contestó ella sin inmutarse.

     —Si de verdad fueses tan buena te hubiesen dejado en ANBU —contraatacó con maldad.

     —¿Quieres comprobar quién de las dos es mejor? —cuestionó Nanko, crujiendo sus nudillos mientras mantenía su cara inexpresiva.

     —Eso lo haremos hoy en la academia —respondió Sarada, confiando ciegamente en su fuerza.

     —No entiendo por qué, pudiendo elegir, decides ponerte en evidencia delante de tus compañeros. De verdad, no lo comprendo —habló mientras sacaba un libro de su bolsillo del pantalón, en cuya portada había una señal de "prohibido".

     —Vámonos —ordenó Sarada.

     Ambas fueron a la academia. Nanko, como era la nueva, tuvo que quedarse fuera, esperando a que Shino la presentase.

     —El día de hoy tenemos una nueva compañera, ruego que os comportéis bien con ella, pasa por favor —introdujo el maestro. Nanko acató la orden y entró en el aula.

     —Hola —saludó ella, inclinándose ciento ochenta grados.

     —¡Si eres igual que Sarada! Me llamo Chōchō, ¿y tú? —preguntó una chica de tez morena, comiendo patatas de bolsa.

     —No, yo no me llamo Chōchō —respondió Nanko, poniéndose recta de nuevo.

     —No se refería a eso, dinos tu nombre —comentó un chico rubio, extremadamente pálido.

     —Adivino, debes ser el hijo de Ino y Sai —dijo la Uchiha. Él asintió—. Tienes la misma lengua que tu padre. Tómatelo como un consejo y, la próxima vez que conozcas a alguien, sé más respetuoso. —Inojin frunció el ceño, aquella chica le daba escalofríos.

     —Por favor, diles tu nombre y tus aspiraciones —suplicó Shino, sabiendo que la clase se descontrolaría si dejaba a aquella chica segur hablando. Nanko era la viva imagen de su padre a su edad, y causaba el mismo furor que él.

     —Soy Nanko. No tengo ninguna clase de sueños. Simplemente quiero ser la mejor ninja sobre la faz de la Tierra. Por ende, lo mío no es un sueño, sino una realidad; me convertiré en Hokage —respondió con simpleza. El Uzumaki habló.

     —Es la chica del otro día —comentó mientras la señalaba.

     —Sí, es como ha dicho Chōchō, es igualita a Sarada... —dijo Shikadai, bastante sorprendido.

Mangekyou Sharingan | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora