El viento removió mi cabello al momento de bajar de Charizard, dirigí mi vista a los ojos de mi bestia naranja, todo lo que sentíamos fue trasmitido en cuestión de milisegundos, ambos siempre hemos tenido el mismo instinto de lucha, y estar frente a aquel imponente estadio aumentaba aún más ese sentimiento. Una luz roja cubrió al lagarto, que desapareció junto a la misma, Raichu atrajo mi atención con su típico llamado. Me indicó con su pata que debíamos avanzar, al que yo asentí y comencé a caminar a su lado.
Cada paso se sentía más pesado que el anterior, una ola de nervios y adrenalina empezó a surcar mi cuerpo, por mucho que odiara admitirlo, la emoción se estaba apoderando de mí. Una sensación que en nunca en mi vida sentí, estaba aflorando en mi pecho, algo comparable al instinto que tenía casi un par de años guiándome. Una sensación que trasciende el tiempo, estaba claro que antaño, antes de perder mi memoria, estuve bastante involucrado en las batallas, aunque eso nunca fue un secreto para mí. Pero saber aquello, no lo hacía menos extraño, era casi como si mi cuerpo estuviera siendo poseído por un fantasma de antaño, distinto a mi yo de ahora.
Dejándome llevar por las sensaciones, avancé hasta la entrada del estadio. Un par de pilares metálicos decoraban el coloso gris y azul, de concreto y acero. El estadio, de unos sesenta metros de altura, se mostraba totalmente imponente, realmente es un lugar digno de las mejores batallas que puedan ser vistas. Mis ojos se desviaron a ambos lados del lugar, para de esa manera, ser capaz de reconocer algunas caras, entre ellas, la del campeón de la región donde vivo, acompañado del famoso Kahuna de la Isla Melemele.
Y es que tal vez desconociera de muchas de las figuras del mundo de las batallas deportivas, pero no era un completo ignorante; más ahora, que me asesoré en el asunto. Además, los Kahuna son figuras fuera de solo eso, son equivalentes a gobernantes elegidos por los guardianes. También reconocí a la campeona de Sinnoh y algunos miembros de las Elite Four, que llegué a ver en las revistas que leí el mes pasado. También vi a varios líderes de gimnasio, e incluso al profesor de Alola. Definitivamente Yvonne no bromeaba, al decir que invitaron figuras de muchos ámbitos del mundo Pokémon. Y hablando de la realeza de Kalos, la chiquilla en cuestión venía de la mano de su madre, junto a un grupo de personas que no me sonaba de nada. Solo una castaña y una peliazul que reconocí, pues las vi salir de la casa de la niña, el día que terminé en la boutique de Serena. Oculté mi cara con mi mano, pero fue inútil, la pequeña revoltosa me reconoció, y olvidando nuestro trato, se me acercó, llamándome por mi nombre falso.
–¡Jimmy, Jimmy! ¡Qué bueno que al final sí viniste, temía que no lo lograras! –La niña se me acercó con la intención de abrazarme, pero la esquivé, así evitándome un mayor problema del que ya sabía, me había metido.
–¿Hija, de donde conoces a este caballero? –El tono de voz de la hermosa joven fue demandante, pero aun así dulce, como un beso del Sol al atardecer. Callé mis pensamientos al notar la forma de referirme a la chica, eso fue más que inusual. Miré a Serena que estaba esperando una respuesta de su hija, y algo dentro de mí se movió, sentí un vacío formarse en mi estómago, algo totalmente surreal. Su rostro, su piel, su pelo, tenía desde aquella vez que me alejé al derrotar a su amigo, hace un par de meses, de no verla de frente, y podía jurar que se había vuelto mucho más hermosa de lo que ya era. Estaba tan embelesado por su magnífica presencia, que no fui capaz de notar que Yvonne se hallaba en un aprieto. Al notar esto, sacudí aquellas ideas, e intentando remendar su error, me enfoqué en evitar que todo se saliera de control.
–Disculpe señorita, al parecer no me he presentado formalmente. Soy Jimmy Gold, participo en este torneo por parte de la Policía Internacional. Respecto a cómo conozco a su hija, estuve haciendo una pequeña investigación en la Escuela Pokémon de Santalune, y ahí tuve la oportunidad de hablar con ella, déjeme decirle, es una niña extraordinaria. –Después de aclarar aquello, mantuve silencio, esperando que la chica se tragara la mentira. Miré a Yvonne, que hizo lo mismo, mirándome de manera dudosa, pero con un gesto le aclaré que me siguiera la corriente, por suerte pareció entenderlo.
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Umbral de los Recuerdos
Fanfic"Otra vez me hallaba a mí mismo observando fijamente aquella edificación, una casa modesta de color marrón claro, tirando a un crema oscuro, con un gran ventanal que da vista a las gradas que llevan al segundo piso, y una puerta de roble en el medio...