Mirando más allá del Archipiélago

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Los rugidos del publico hacían temblar los cimientos de aquel coloso, que se alzaba al sur de la ciudad minera. Los canticos y porras inundaban el ambiente, cual Hidrobomba en una piscina. De manera perpendicular al suelo, mis pies se mantenían firmes, cual Geodude con Robustez, solo flaqueados por los pequeños temblores que azotaban mi cuerpo, que luchaba por no caer doblegado ante la presión.

Esa era mi primera batalla oficial, nunca en mi vida, al menos desde que volví del coma, había luchado en una competencia, ni siquiera en un torneo amistoso. Y aunque suelo estar acostumbrado a manejarme bajo presión, ante la perpetua amenaza de muerte, lo que estaba viviendo era muy diferente. No sabría decir si la situación era más o menos difícil, que en mis misiones. Claro mi vida no estaba en peligro, pero el nivel de tensión se sentía muy similar, obvio, por razones distintas.

No sentía que le debiera nada a nadie, pero aun así un instinto profundo, desde las raíces de mi espíritu, me impulsaba a luchar en serio, a buscar la victoria ante cualquier escenario posible. Dirigí inconscientemente mi mirada a la cabina VIP del estadio, y aunque no estaba precisamente cerca del campo, alcancé ver a Yvonne con su cara pegada al vidrio, mirándome emocionada. Al notar que la estaba viendo, la pequeña empezó a saltar y a agitar su pequeña mano, aún más entusiasmada por todo aquello. Fue en ese momento que recordé la promesa que le había hecho, y aunque en un inicio solo acepté para que no me insistiera, ahora me resultaba imposible ignorar sus palabras, su mirada de confianza. Además, tengo mucho que redimir con ella y su familia.

Al pensar en su familia, mis ojos se posicionaron de manera automática en la hermosa madre de la niña. La pelimiel también se encontraba mirándome, pero su actitud era totalmente distinta, se notaba que no me apreciaba, que desconfiaba de mí, como si yo produjera sentimientos incómodos en ella. Y realmente no podía culparla; todo salió mal alrededor de ella, tanto antes, como después de que me presentara. Decidí no incordiarla más con mi mirada, así que volví a posarla en la niña, que seguía viéndome de manera alegre. Con el fin para aumentar dicho sentimiento, le hice una señal con las manos, indicando que ganaría, ella lo captó y me mostró su pulgar en forma de apoyo.

Ahora mi vista estaba enfocada en mi rival, un hombre de mediana edad, casi rozando con la lejana vejez, cabello castaño oscuro, decorado con algunas canas, su ropa era una que me recordaba a la que suelen usar los aventureros e investigadores de campo, toda estaba colorada en un verde militar. Su mirada era una capaz de trasmitir toda la experiencia que poseía, se notaba que es un hombre que ha pasado por mucho, y no creía equivocarme al pensar que sus Pokémon igual. Aunque en un inicio no sabía nada de él, gracias a la base de datos, no me costó mucho averiguar varias cosas sobre él; como que es el último Cerebro de la Batalla de la Frontera en Kanto, que conoció a Ketchum, cuando se enfrentó por el reto de la Batalla de la Frontera. Y lo más importante, que posee cuatro legendarios de rango inferior; en otras palabras, no son deidades, pero eso no quita que sean muy poderosos.

–Sean bienvenidos a esta batalla, que es la primera del día, en donde lucharán Brandon Jindai, el líder de la Batalla de la Frontera de Kanto, contra Jimmy Gold, representante de la Policía Internacional. Recuerden, será una batalla tres contra tres, donde ganará el que venza todos los Pokémon de su rival, en caso de empate, el resultado se mantiene, y se dividen los puntos. Sin más dilación, ¡qué comience el combate! –La voz femenina a través parlante volvió a hacer eco en el estadio, y con esas palabras dio por iniciada la batalla.

El referí tomó aquellas palabras como señal para ondear sus banderas, oficializando el acto. Dirigí mi mano a mi cinturón y tomé la primera Pokéball en el set, todas estaban ordenadas de la forma en que predije podría necesitarlas. Al tenerla en mis manos, la acaricié con mi dedo índice, de manera que logré quitar el brillo característico del material, al sentir el botón del dispositivo, mantuve mi extremidad en ese lugar.

Umbral de los RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora