Disclaimer: Ni la historia de Pokémon ni sus personajes me pertenecen.
Prólogo: Instinto Memorial
Otra vez me hallaba a mí mismo observando fijamente aquella edificación, una casa modesta de un color entre marrón claro y crema oscuro, con un gran ventanal que da vista a las gradas que llevan al segundo piso, y una puerta de roble en el medio, que sirve como entrada a aquel lugar. El jardín no es ni muy ostentoso ni muy simple, podría catalogarse como el indicado para el estilo minimalista que posee la casa, una pequeña fuente al costado izquierdo de éste, acompañado de unos árboles de baya Citrus en su costado derecho, y un camino de rocas colocadas de manera estratégica, creando un camino entre la entrada al jardín y la puerta de roble. Toda la propiedad está rodeada por un muro de piedra.
Realmente no sé qué es lo que me ha llevado a visitar dicho lugar desde que lo vi por primera vez hace un año, cuando realizaba un encargo en ésta región. El trabajo fue bastante sencillo, y no requirió mucho esfuerzo de realizar, no necesité a nadie más que a mi Raichu para encargarme de los estúpidos que eran mi objetivo, y es que a leguas podía verse su incompetencia. Era una tarde bastante tranquila y despejada, con poco viento, aun así, bastante fresca, pude ver a los dos hombres que debía eliminar, a unos metros de distancia, conversando en la banca de un parque que tenía todas las vistas de ser un lugar abandonado.
Apenas me vieron reaccionaron agresivamente, cual Houndour rabiosos que no pueden controlar su instinto de dejarse a sí mismos en ridículo, no tardaron mucho en entender que no era un transeúnte cualquiera que se habían topado por casualidad. Apenas se percataron, era muy tarde para huir, ya que sus respectivos Liepard y Diggersby se encontraban debilitados, el Liepard cayó por un Atactrueno y el Diggersby después de recibir una Cola de Hierro. Luego le ordené a Raichu rostizar a ese par con otro Atactrueno; ambos quedaron completamente carbonizados, eliminando así todas las pruebas que pudieran perjudicarme a mí o a mi empleador.
Fue después de terminar con ellos, que me hallé por primera vez observando fijamente aquella casa. Pero lo que me llamó la atención no fue la edificación como tal, sino una pequeña niña, de talvez unos tres años, de cabello negro, que le llegaba a la mitad de la espalda, ojos azules claro como el cielo de verano y piel blanca y fina como la arena de una playa virgen, y claro, lo que más me llamó la atención, unas marcas en forma de 'z' en sus mejillas.
La niña se encontraba jugando con un Sylveon, el cual le hacía cosquillas con sus listones, provocando que la niña riera y se revolcara en el suelo buscando la forma de "huir" de su juguetón amigo. Y ahí me encontraba yo, observando a la niña sin la más mínima intención de retirar la mirada, en el fondo preguntándome porque simplemente no me largaba del lugar. De todas formas, era mi deber volver a Unova para cobrar la otra mitad del trabajo, la que no pertenecía al adelanto que cobro por cualquier encargo, y de paso dirigirme a mi hogar en Alola.
Pero aún con todo aquello en mente, me resultaba imposible mover un solo músculo, mis nervios simplemente no obedecían, era como si mis pensamientos se hubieran desconectado de mi cuerpo, como si éste se hubiera vuelto en mi contra y por decisión propia, simplemente se dedicará a ignorar mis comandos y deseos. Así que ahí permanecí, por un tiempo indefinido, observando a aquella niña que tanto había llamado mi atención, oculto tras el muro de piedra que rodeaba la propiedad. Así fue, hasta que escuché el llamado de una mujer, al parecer estaba buscando a aquella niña dueña de mi atención en aquel momento, tras un par de segundos salió la dueña de la voz y le recriminó tanto a la niña como al Pokémon por permanecer afuera hasta tales horas, señalando la posibilidad de pescar un resfriado.
Fue con este comentario que me percaté de la hora, y pude observar que el cielo ya se había oscurecido, tras esto volví a mirar a la escena que se llevaba a cabo en la entrada de aquel, ahora enigmático, lugar. Fue cuando mi vista volvió a las dos féminas que realmente enfoqué mi atención en quien a todas luces era la madre de la niña. Era una mujer joven, de talvez unos veinte años, ojos iguales a los de la niña y de misma forma su piel, su cabello era corto hasta los hombros, con un color castaño claro similar al color de la miel.
Lo debía admitir, esa chica era hermosa, pero algo de ella me llamó la atención más allá de su belleza, eso era un listón que adornaba su estilizado cuello, ese objeto, y ella entera, me dieron una sensación que cruzó por todo mi cuerpo, una sensación extraña, de calidez, similar a la atracción o al amor, pero era imposible, lo que esa mujer provocaba en mí no era normal basándonos en la premisa de que la veía por primera vez, era una total desconocida. Pero mi hilo de pensamientos se vio cortado cuando la mujer y la niña ingresaron de nuevo a aquella casa, que cabe mencionar, me daba un aire a hogar que ni mi propia morada en Alola me daba.
Mi película de recuerdos se vio fuertemente interrumpida cuando escuché ruidos venir de aquel lugar, trayéndome al presente. Por más que puse atención a estos, no pude descifrar más que murmullos, palabras inentendibles por el grosor de las paredes de concreto. Por lo tanto, me vuelvo a perder en el paisaje que aquel lugar me regala, y es que, desde aquella misión en ésta región, no he dejado de venir regularmente a observar tanto la casa como a la niña y la que, con total certeza se ahora, es su madre; en esta ocasión no me trajo ningún trabajo, fue el llamado casi magnético que tiene este lugar en mí. Ya van varias ocasiones que he venido a éste lugar, pero no he desvelado mucho del par de chicas que ocupan mis pensamientos últimamente, podría ser directo y hablarles, pero, así como hay algo que me llama a este lugar, hay algo que evita que me les acerque directamente, sobre todo a la madre.
Pero de mis jornadas de espionaje he logrado recolectar cierta información, como que la chica es madre soltera y posee veintiún años, pero no he logrado averiguar su nombre, la niña, de ahora cuatro años, se llama 'Ye', o al menos así es como la llama su madre. Y al parecer la abuela de la niña vive en este mismo pueblo, a unas cuantas calles de distancia.
Otra vez hallo mis pensamientos interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose, lo que me obliga a buscar refugio detrás del tronco del árbol en el que me encontraba apoyado, observando el lugar. Veo a la chica salir diciéndole algo a la niña.
–Ye, voy a ir un momento donde la abuela, pórtate bien, voy a dejar a Sylveon para que juegues con ella, y a Pangoro para que las cuide. Puedes jugar un rato en el jardín si quieres, no tardaré en volver. –Tras decir esto, la chica sale de la propiedad y se dirige colina abajo, a la que, por lo que escuché, es la casa de su madre.
La niña responde algo que no entendí, que sonó como una aceptación a lo que dijo su madre. Después de unos minutos, la pequeña azabache sale al jardín, seguida del Sylveon y un Pangoro que se ve bastante poderoso, que se limita a observar a la niña a lo lejos. Ella se pone a jugar cerca de la fuente con la evolución de Eevee tipo hada, y yo me dedico a observar como todas las ocasiones anteriores. Pasado un rato, veo que el Pokémon panda se ha quedado dormido, lo que me lleva a pensar en que es mi oportunidad para hablar por primera vez con aquella niña, y así talvez desvelar un poco de información antes de volver a Alola y me encarguen de nuevo para un trabajo.
Así que ignorando aquello que ha evitado que haga contacto con ellas, me empiezo a acercar sigilosamente a la propiedad, dirigiéndome a la puerta de metal que sirve como entrada al jardín, le doy un rápido vistazo y veo que no está asegurada, por lo que la abro e ingreso al lugar, al parecer ni la niña ni el Sylveon se han percatado a de mi presencia, por lo tanto, me acerco a la fuente donde están jugando. Estando a unos metros de ella, el tipo hada nota mi presencia, cesando el juego, para inmediatamente colocarse en pose de combate y enviarme una mirada de advertencia, pronto la niña se da cuenta de esto y cruza miradas conmigo. Pasan unos segundos de silencio hasta que la niña se anima a hablar.
–Hola, soy Yvonne. ¿Qué haces aquí? ¿Y quién eres? – Con esto al fin sé el nombre completo de la niña. Ésta me mira de manera de manera curiosa. mientras el Sylveon me sigue viendo de modo desconfiado, preparándose para atacar en caso de que haga un movimiento brusco.
–Hola Yvonne. Yo solo quiero hablar contigo, no voy a hacerte daño. –Le dije de la manera más suave y amistosa posible. Con esto al parecer logré convencer al Pokémon, pues muestra una actitud un poco más relajada. –Y mi nombre es...
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Umbral de los Recuerdos
Fiksi Penggemar"Otra vez me hallaba a mí mismo observando fijamente aquella edificación, una casa modesta de color marrón claro, tirando a un crema oscuro, con un gran ventanal que da vista a las gradas que llevan al segundo piso, y una puerta de roble en el medio...