La ansiedad estaba matándome por dentro. Caminaba de un lado al otro, recorriendo una habitación de tamaño mediano ubicada en el centro del laboratorio de Bill. Ya había pasado un día desde que se fueron, y no entendía que pudo haber salido mal. Se supone que irían a Hoenn, Sawyer los guiaría al monolito, Red lo tocaría y, tras ver los efectos, tomarían una decisión.
Ash no era el único que debía recuperar sus recuerdos, Yvonne, que se hallaba jugando frente a mí, sería la siguiente en la lista. Y, dependiendo de los resultados obtenidos con el monolito, ellos llamarían y darían su veredicto. En un principio, habíamos considerado dos posibilidades. Una, descubrían la forma de traer la energía del monolito hasta acá, o dos, determinaban que lo mejor sería regresar por Yvonne, para que ella por sí misma tocara el monolito.
Claro, eso era tomando en cuenta que, en primer lugar, el monolito nos regresaba a Ash. Porque en caso de que no... Bueno, la verdad es que A.Z. estaba muy seguro de que serviría, así que decidimos atenernos a su criterio. Después de todo, si eso fallaba, no habría otra forma de regresarle sus recuerdos a Ash.
¿Acaso eso me dañaría como lo hizo su supuesta muerte? La verdad es que no. Mi amor por Ash trascendió el tiempo y el espacio. Comenzó como un enamoramiento infantil; mi primer amor. Se trasformó en un anhelo, luego en deseo, luego en ilusión. Pensé que moriría ahí, cuando me convirtiera en una mujer madura, pero entonces él llegó a Kalos. Aún recuerdo el día que lo vi en las noticias; estaba tan impactada, que casi dejé de lado que casi muere por salvar al Garchomp del profesor Sycamore y a Pikachu.
Sintiendo que mis sentimientos resurgían como la lava de un volcán dormido, decidí usarlos como combustible, y excusa, para escapar del entrenamiento que mi madre me forzaba a llevar. Encontré a Ash, y con él, un sueño, amigos y un objetivo. Lastimosamente, cuando creí que estaba por conseguir todo aquello, la vida nos escupió en la cara, separándonos por seis años. Todo ese tiempo, hubiera dado lo que fuera por su regreso. Así que cuando se dio, el shock me dejó completamente anonadada por un par de horas.
Pero no era lo que yo, ni los demás, esperábamos. Ash no era Ash, era Red. Al principio me sentía extraña, e incluso incómoda, con él; se veía como Ash, hablaba como él, pero no era él, al menos no en su cabeza. Aun así, sentir que había regresado, fuera a través de Red, bastó para sacarme de un profundo hoyo del que creí que nunca saldría. El tiempo pasó y pude relacionarme con Red, y así como él volvió a enamorase de mí, yo volví a enamorarme de él.
Claro, Red en verdad no era Ash. Ambos eran muy distintos. Red era valiente, decidido y testarudo, como una vez Ash lo fue. Pero, en contraste, era serio, vengativo, calculador y frío. Aun así, con el tiempo fue derritiéndose, al punto de convertirse en una persona irremplazable para mí, y, sobre todo, para Yvonne. Ver a mi hija reunida con su padre, tras tanto tiempo desde su nacimiento, me dio una felicidad a la que ya había renunciado.
Así que, después de meses a su lado, terminé aceptando a Red como Ash. No, eso estaría mal; por mucho que fuera parte de Ash, yo aprendí a amar a Red por sí mismo. Así que, aunque me dolería en el alma si no pudiera recuperar sus recuerdos, tener a Red a mi lado sería suficiente para hacerme feliz. Más allá de eso, después de que vi la nave desaparecer tras las copas de los árboles, rompí en llanto. Tuve que ser consolada para poder calmarme.
Porque los sentimientos de Red habían calado en mí; sabía que el regreso de Ash significaba su muerte, él estaba convencido de eso, y aunque anhelaba lo primero, me dolía muchísimo lo segundo. Pensar así me hacía sentir insegura e inmadura, sobre todo tomando en cuenta que, en esencia, Red y Ash seguían siendo la misma persona. Al final acepté que podría vivir mejor que antes con cualquier resultado que se diera, así que me preparé para recibir la noticia. Noticia que vendría en forma de llamada.
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Umbral de los Recuerdos
Fanfic"Otra vez me hallaba a mí mismo observando fijamente aquella edificación, una casa modesta de color marrón claro, tirando a un crema oscuro, con un gran ventanal que da vista a las gradas que llevan al segundo piso, y una puerta de roble en el medio...