Capítulo 4: El escape

167 26 6
                                    

Hola espero no se cansen aun de la historia previa de Bellwether, les prometo que el proximo capitulo (y probablemente los siguientes 2) retomará donde se quedó Judy.

Ese harapo, ahora en su posesión, era el mismo que la coneja tonta había enredado alrededor de su pata antes de ser rescatada por la ZPD. Había encomendado a Doug con la tarea de recuperarlo del área de residuos peligrosos del hospital lo cual debió ser muy difícil dado el hecho que era buscado por la justicia. Al agotar todos los medios posibles y recursos legales e ilegales; abogados, chantaje, sobornos; y ver que ninguno había funcionado para sacarla de ese infierno fue lo que al fin la llevo a pensar "¿por qué no?" Si iba a pasar los próximos 20 años en prisión, bien valía la pena intentar cualquier alternativa.

Finalmente la fecha que necesitaba para poner en marcha su plan había llegado. En el quinto día durante la quinta luna llena del año los cuerpos celestes se alinearían concediéndole el poder de generar energía necesaria para formar un hechizo que la liberaría y al mismo tiempo repercutiría sobre la maldita coneja. Tomó una piedrecita de la pared donde había tallado los últimos meses y con ella se dispuso a dibujar un círculo en el suelo de su celda. Este contenía más círculos en el medio y una estrella formada por cuadrados se desplazaba dentro de estos. En él también se denotaba los cuatro puntos cardinales orientados en la posición correcta. El dibujo era algo que los ignorantes podrían confundir con un rito religioso o de algún culto, pero simplemente era una figura que ayudaba a amplificar los poderes mágicos que existen dentro de cada persona y en la naturaleza. Justo en el centro del circulo dejo caer el pedazo de tela. Todas esas historias de velas negras y sacrificios de mamíferos no eran más que inventos de las películas de terror para espantar a los cinéfilos. La verdadera magia se rige por las posiciones de los astros en determinados momentos y el uso de palabras antiguas que logran canalizar la energía que es la que materializa los deseos del hechicero así como el uso de materiales necesarios para localizar al receptáculo de éstos. Al fin contaba con el último elemento, empapada en el dichoso pañuelo estaba la sangre de su archienemiga que pronto sufriría las consecuencias de haberse metido en sus asuntos y el de todas las presas. Agarró sus lentes por el marco y se dispuso a remover uno de los cristales ovalados. Cuidadosamente partió el vidrio en dos para poder conseguir un pedazo lo suficientemente afiliado. Con un ligero movimiento se cortó levemente debajo de una de sus pezuñas. El dolor solo duro un instante, y lentamente la sangre comenzó a fluir sobre el círculo encima del pañuelo. El ritual al fin había comenzado, y como toda una bruja empezó a invocar en una incomprensible lengua muerta.

Ade Due Dieux Célestes. ¡Denme el poder se los suplico!

Leveau mercier du bois chaloitte.

Secoise entienne mais pois de morte.

Morteisma lieu de vocuier de mieu vochette.

Endelieu pour du boisette Dieux Célestes

Su canto estrambótico reverberaba por las paredes. Afuera, una tormenta se formaba sobre la ciudad. Los destellos de los rayos iluminaron los cielos sobre Zootopia y los ensordecedores truenos espantaban a los mamíferos en toda la urbe. Un relámpago golpeo justo sobre la prisión dejando todo en penumbras por un instante mientras los focos se reventaban creando una brillante lluvia de cristales y chispas anaranjadas que caían sobre las cabezas de los reos. Algunos lloriqueaban y gritaban en desesperación por el miedo, otros aullaban y gruñían creando un manicomio causado por la histeria colectiva que hizo a todos, tanto a los guardias como a los más rudos prisioneros, sentir pánico. Todos excepto por la cordera quien de rodillas pedía que su condena al fin terminara.

Sus ojos permanecieron totalmente cerrados en el momento en que menciono las últimas palabras de su encantamiento. De repente, los rayos dejaron de escucharse y solo quedo el ligero sonido de la lluvia cayendo afuera. El hechizo estaba completo, todos los requisitos se habían cumplido, ¡ahora era una oveja libre! Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al mismo tiempo que entreabría sus ojos para finalmente ver... nada. Todo seguía igual, la única diferencia era que solo las luces rojas de emergencia iluminaban su habitación y los pasillos. La sonrisa quedo grabada en su rostro unos cuantos segundos más al darse cuenta el futuro que la esperaba ahora que su último plan no había funcionado. Se sintió destrozada.

– ¡Lo sabía! ¡¿Por qué tuve que creer que en verdad funcionaría?! –dijo amargamente dejando escapar un leve sollozo.

Siempre fue una escéptica pero ahora, la única vez que creyó y en verdad lo necesitaba, le había fallado. Por un momento en verdad tuvo fe, y las últimas palabras que le dijo su tía Agatha antes de su desaparición hacían eco en su mente – siempre podrás lograr lo que quieras si pones tu corazón en ello y en verdad crees.

Maldijo a su tía, a la estúpida supuesta magia y a ella misma por poner sus esperanzas en un plan tan ingenuo. Sus ojos comenzaron a ponerse acuosos pero ninguna lagrima escapo de sus orbes, solamente apretó sus pezuñas formando dos diminutos puños. Su ira en ese momento podía ser comparada con la de un rinoceronte herniado, pero la contuvo dentro de su pequeño ser. Ella conocía este dolor, al igual que todo lo que habría sufrido en el pasado, éste la haría crecer más fuerte. Siempre lo hacía.

Exhausta de tal decepción, arrastró sus patas de vuelta a su cama y subió a ella con el último esbozo de energía que le quedaba en el cuerpo. Rápidamente se desvaneció en su sueños, sintiendo como las pesadillas comenzaban a reinar dentro de su cansada mente. 

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora