Capítulo 30: La gota que derramó el vaso (Judy)

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Judy era llevada entre pataletas y gritos de desesperación. Jamás en su vida había sentido tal impotencia ante la injusticia. Siempre había podido lidiar con cualquier cosa que se le pusiese enfrente, pero la incapacidad de razonar con el monstruo que ahora controlaba su cuerpo y el pensamiento de perder a Nick la revirtió en un ser primitivo que solo podía confiar en sus instintos para hacer lo que fuera necesario por proteger lo más querido para ella.

Después de un camino tortuoso en las garras de aquella oficial leona finalmente llego a su nueva morada. Una celda de confinamiento solitario a la cual tuvo que ser ingresada de forma poco cooperativa, pues intentaba escapar de sus captores para regresar a combatir con su impostora.

La nueva celda era un cuarto de concreto con paredes altas y angostas. No había ventanas y la única entrada y salida era la puerta de metal que se cerró abruptamente posterior a ser arrojada dentro. Durante los siguientes minutos continuó inútilmente tratando de abrir la puerta a base de golpes aun sabiendo que la tarea era imposible. Una vez rendida, su enojo se convirtió en lágrimas y el último esbozo de fuerza dejó su cuerpo haciendo que cayera sobre el frio suelo a llorar con el corazón desgarrado en un rincón de la inerte habitación.

Su perturbada mente no la dejaba pensar con claridad. Lo único que podía imaginar era a Nick indefenso tendido pacíficamente en su cama y a su copia maligna acechando cual depredador, solo para terminar viendo a Nick sostener su cuello lacerado reflejando terror en su rostro al descubrir que su ejecutora era ella, y ver la luz lentamente extinguirse de sus ojos. El horror de tal imagen en su mente la hacía sollozar y encogerse sobre sí misma retorciéndose del dolor, para finalmente hacerla caer dormida de extenuación en una pesadilla de intranquilidad.

El sonido metálico de una cerradura la sacó de su delirio. Una charola conteniendo lo que parecía comida fue deslizada por una apertura debajo de la puerta y cerrada nuevamente.

–El desayuno –dijo la indolente voz del otro lado de la puerta.

Había perdido la noción del tiempo y de que es lo que sucedía a su alrededor a causa de su duelo, pero por lo anunciado dedujo que llevaba casi un día encerrada ahí. Recordó brevemente que en algún momento le habían traído comida y cena, pero su inapetencia y espíritu roto no permitieron que siquiera volteara a ver el plato.

Estaba demasiado débil, y aunque su ser seguía en depresión la deshidratación no la dejaba llorar más.

–No dejes que vean que te hirieron –repetía la voz de Nick en su cabeza.

–Zorro tonto, es fácil decirlo cuando no amenazan con hacerte daño.

Había comenzado a padecer alucinaciones a causa de la hambruna. Todas esas imágenes y voces en su cabeza le decían que no se rindiera.

–Eres una coneja muy astuta... –Eres una luchadora Judy... –Necesitamos buenos policías, como tú... –Ella te engaño jajaja... caíste en su juego...

Aunque ese último no era un mensaje de aliento, recordó por un instante la voz de Finnic burlándose de un sobrecogido Nick cuando ella lo engañó con la grabación de su bolígrafo. Fue entonces que recobró la lucidez y se llevó la pezuña al rostro en señal de frustración.

–En verdad soy una torpe, torpe coneja.

Todo ese tiempo su subconsciente había tratado de decirle algo que se negó a ver ante el bloqueo provocado por Bellwether. Se dejó llevar por sus emociones y eso evitó que examinara la situación con su mente analítica. Bellwether estaba allí para ganar tiempo y lo había conseguido. En su discurso mencionó que a ella no le importaba las victorias parciales. Dawn era una visionaria y esperaba a que todas las piezas estuvieran en su lugar para poder atacar. Dañar a Nick haría que la atención se centrara en ella al ser su compañera de trabajo y mejor amiga, y eso no le convendría. Por lo tanto, la conclusión lógica era que Dawn Bellwether no atentaría contra la seguridad de Nick mientras su plan se encontrara en fase de desarrollo. La única interrogante era cuanto tiempo aún tenía.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora