Capítulo 33: Un Encuentro Salvaje (Judy)

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Disculpen la falta de actualizaciones, se está volviendo complicado poder actualizar sin tiempo suficiente y con una computadora defectuosa, pero no nos rendiremos. Espero disfruten de esta entrega.

A un mes de los acontecimientos donde Judy había descubierto de la forma más cruel que su enemiga jurada Dawn Bellwether se las había ingeniado para que ambas cambiaran de cuerpo, Judy se encontraba en proceso de "recuperación" al hacer toda clase de tareas imaginables para demostrar que en verdad ponía de su parte y que ella no era el monstruo que todos pensaban. Comenzó a involucrarse primeramente con los mamíferos del grupo de la doctora Wang. Al principio le fue difícil acercarse a ellos en lo individual, pues aunque el grupo se había vuelto un poco más tolerante, aun no confiaban lo suficiente como para darle la oportunidad y abrirse. No tuvo más opción que usar uno que otro chantaje para ayudarlos, y ayudarse, a ser más cercanos entre sí. Con la información recabada de sus nuevos amigos en prisión se dedicó a desarrollar propuestas para programas de readaptación para los internos.

Uno de los primeros fue un programa de baile el cual propuso después de platicar con Roy el lobo, pues en sus charlas comentó como siempre había querido ser un bailarín en una manada pero pensó que nadie lo apoyaría para cumplir su sueño. Ahora con la asistencia provista por Judy, no solo tendría la oportunidad de realizar algo añorado sino que ayudaría a reducir su sentencia haciendo algo que siempre quiso. Quedaba mucho trabajo por delante, pero Judy se sentía satisfecha por cómo se iban desarrollando las cosas. 

Por otro lado, Skye se había convertido casi en su sombra y a donde quiera que fuera, ella la seguía. Los únicos lugares donde podía estar alejada era en la cocina y durante las sesiones terapéuticas. Judy la había invitado a participar en el grupo pero ella se negaba rotundamente con el pretexto de que ya tomaba terapia con otro especialista de la prisión, razón por la cual los viernes se ausentaba en sus entrenamientos. Más allá de que al principio parecía que el propósito de Skye era mantenerla vigilada sin motivo aparente, ambas lograron congeniar de manera que pronto se volvieron buenas amigas, o al menos eso aparentaba Skye. Judy por su parte no le dificultaba la labor a su supuesta amiga, pues si en verdad se trataba de alguien enviado para vigilar sus movimientos lo mejor que podía hacer era actuar amable y con naturalidad; pero de no ser ese el caso, Judy igualmente sentía gran simpatía por ella. Aunque no le gustaba pensarlo, debía admitir que esa zorra se había convertido en un buen sustituto de Nick al estar ahí para charlar y hacerse reír entre sí con las ocurrencias de ambas. 

A pesar de todos los nuevos sucesos, la rutina seguía su curso. Sin embargo, ese día  justo terminaba su turno matutino de la cocina cuando al salir por la puerta trasera consideró extraño no ver al joven oficial Grizzoli resguardando la entrada como siempre. Caminó por el pasillo y al momento de dar la vuelta en el siguiente pasillo, un costal negro cayó sobre ella cubriendola.

– ¡Oye! –gritó sin obtener respuesta de sus agresores.

Inmediatamente después de ser cargada como un bulto por un enorme mamífero fue lanzada dentro de un contenedor donde seguramente no podrían escuchar sus gritos al exterior. Entró momentáneamente en pánico al estar captiva en un espacio tan reducido. La única otra ocasión en que había sido abducida fue cuando los guardaespaldas de Mr. Big la llevaron en contra de su voluntad para una audiencia. Segundos después su mente lógica entró en modo de supervivencia y ya preparaba un plan de huida para cuando la sacaran del recipiente con forma de caja de herramientas.

Finalmente, después de deambular por algunos minutos Judy fue liberada del compartimento y puesta sobre un sillón mientras la tela oscura aún cubría su cabeza. Al escuchar alejarse a los mamíferos que la secuestraron comenzó a remover su capucha. Estando descubierta, observó la sala en la que se encontraba. Era un cuarto que no había visto antes en la prisión. La habitación era espaciosa de tamaño similar a la oficina del alcaide Grayfur. Las paredes estaban tapizadas con un patrón de enredaderas y colgaban algunos cuadros con pinturas que en combinación con los muebles de alrededor hacían que el aposento pareciese más una agradable sala de estar que una oficina o un cuarto de interrogación. 

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora