Capítulo 20: Fantasmas del pasado (Bellwether)

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Hola a todos los que siguen esta historia. Espero que hayan pasado unas felices fiestas. Esta es la primera actualización del año. Este capítulo es un tanto raro, y dudaba si debería incluirlo, pero como así lo planee desde un principio he decidido anexarlo. Ya se acerca la cita entre Nick y la engañosa Bellwether, ojala la esperen con ansias al igual que yo al escribirla próximamente.

Era sábado por la madrugada. El despertador sobre la mesa de noche marcaba las 12:00 y timbró audiblemente sacándola de la cama de un salto para detener el infernal ruido. Su cuerpo como de costumbre picaba por todos lados, pero hoy sería diferente. Había notando como la inflamación y dolor iban desapareciendo conforme pasaba el tiempo y, aún más notoriamente, cada que su cuerpo comenzaba actividades físicas. No perdería nada con intentar salir a correr especialmente si tenía doble propósito. Se vistió en un par de mayas entalladas y una blusa deportiva y salió de su departamento hacia un parque cercano.

Los días anteriores estuvo investigando donde se encontraban algunos de los puntos de seguridad donde Doug habría escondido los recursos obtenidos durante la crisis de los aulladores y su corto ascenso a la gubernatura. Sorprendentemente uno se encontraba a un par de manzanas de distancia por lo cual decidió ir a echar un vistazo siendo cobijada por el manto nocturno que imperaba sobre la ciudad. Ciertamente ya estaba harta de comer los insumos deshidratados que por dos días había tenido que soportar, y depender del irritante zorro en la comisaria no era una opción a largo plazo. Necesitaba ese dinero mientras conseguía acceso a la cuenta bancaria de la dientona.

El recorrido a paso de coneja fue de tan solo 5 minutos. El parque que no era muy grande ya que solo abarcaba una cuadra de área. Continuó su recorrido por uno de los senderos hacia el centro del parque donde se situaba la enorme escultura de un ratón de grandes orejas redondas y una sonrisa sin igual. Desprendió uno de los ladrillos de la base donde posaba la estatua y dentro encontró un pequeño paquete el cual contenía un rollo de billetes envuelto en plástico. Lo tomó y regresó el ladrillo a su lugar.

De vuelta al diminuto apartamento sentía como sus músculos doloridos ya no le causaban molestia alguna. Ciertamente había descubierto algo sumamente útil. Debería hacer ejercicios todas las mañanas con la finalidad de eliminar los malestares. El dinero dentro del paquete sumaba poco más de dos mil dólares. Lo suficiente para tener comida decente para las próximas semanas. No podía darse el lujo de abandonar esa choza horrible aun, tendría que seguir tolerando a los molestos vecinos y sus interminables peleas mientras conseguía la forma pagar un lugar mejor.

No había pasado media hora entre el transcurso de ida y vuelta así que decidió regresar a dormir. Sus sueños nuevamente se encontraban plagados por la misma visión de la noche pasada donde un zorro la marcaba en su costado izquierdo y algunos flashazos sobre la vida de la coneja en la academia de policía. No paso mucho tiempo cuando un sonido interrumpió su descanso haciéndola abrir los ojos buscando el origen de éste. No había sido la molesta alarma del despertador, era más bien como un susurro, sin embargo los vecinos no cuchicheaban en ese momento y difícilmente a los otros costados hacían algún ruido.

Fue entonces que lo escuchó más claramente, una voz femenina llamándola por su verdadero nombre.

- Bell... -escuchó el murmullo detrás de ella lo cual la hizo girar estrepitosamente sin encontrar a quien había descubierto su verdadera identidad.

- Creo que esas cenas congeladas deben estarme afectando.

De pronto, una figura sombría, como una sombra blanca comenzó a hacerse visible frente a su cama. Seguro esas zanahorias contenían algún tipo de alucinógeno. Estaba a punto de salir de la cama cuando el espejismo frente a ella volvió a decir su nombre.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora