La visita a la enfermería no fue tan larga como hubieran esperado. Judy terminó con un satisfactorio diagnóstico de sobre ejercitación y con una pequeña advertencia de no seguir esforzándose demasiado por el siguiente par de días y ya estaban listos para irse.
- Te veo cerca del garaje Zanahorias. No llegues tarde –bromeó el zorro mientras se alejaba contoneando su ríspida cola.
- Finalmente sola –relajó su postura la coneja usurpadora– ahora ¿Dónde consigo un uniforme de repartemultas?
No sabía lo que la hacía sentir más ridícula, el vistoso chaleco naranja, el sombrero abombado, o el pequeño vehículo de tres ruedas que hacia parecer que el circo había llegado a la ciudad. Aunado a conducir por las calles de Plaza Sahara junto con un zorro que a su parecer estaba demasiado cerca de ella no era lo que consideraría como el mejor primer día de trabajo en las calles. Al menos se encontraba fuera de la cárcel y ahora solo sería cuestión de tiempo.
El canido detuvo la marcha del vehículo y al descender colocó unas monedas dentro del parquímetro a la vez que comenzó a hablarle.
- OK Zanahorias. Nos vemos a medio día. Y recuerda, quien entregue más multas pagará por la comida.
- Espera... ¿qué? –respondió la orejona casi en shock.
- Me escuchaste, coneja. La última vez tuviste suerte, pero hoy estoy dispuesto a romper tu record de 273 multas entregadas para antes de mediodía.
- ¿Hablas en serio?
- Nunca he hablado más enserio en mi vida, pelusa.
No podía. No debía entrar en este tipo de apuestas. Al menos no de momento. Este zorro en verdad la estaba haciendo la vida de cuadritos al colocarla entre la espada y la pared. Apenas se estaba acostumbrando al cuerpo nuevo, y más importante aún ¿de dónde sacaría el dinero para pagar si perdía? Ya había planeado conseguir algo de su dinero guardado al menos hasta que pudiese conseguir el número de cuenta de Judy. El problema era que tenía que ser muy cautelosa para conseguirlo y esperar una hora conveniente para hacerlo.
- Pero escuchaste al doctor, no puedo sobre esforzarme –tenía que salir de esa situación a cualquier costo y el uso de engaños y las palabras eran su especialidad.
- ¿Acaso escuche bien? ¿La oficial Hopps está rechazando un reto? Nunca pensé que viviría para ver este día. Que mal. ¿Que se le va a hacer?
Al escuchar esto, sintió que había evitado el problema, pero la pequeña sonrisa que se había formado en su rostro se convirtió en un ceño fruncido al escuchar como el zorro seguía parloteando.
- Sabes, siempre hay una primera vez para todo. Sé que no podrías vencerme hoy ni aunque estuvieras en tu mejor forma. Es perfectamente entendible que tengas miedo de perder contra un mamífero más grande, fuerte y capaz.
Esa fue la gota que derramo el vaso– ¡Mira zorro insufrible! ¡Yo puedo hacer lo que tú y mucho mejor! –no iba a tolerar a un molesto depredador que le dijera lo que podía o no hacer.
- Ese es el espíritu, Zanahorias. Nos vemos a mediodía.
Se quedó estupefacta y sola allí parada un par de segundos tratando de entender lo que acababa de suceder. Desafortunadamente para ella, aprendió de la forma más vivencial que el término "astuto" no se le daba a los zorros en vano. Toda su entereza y frialdad calculada fue saboteada en instantes por un estafador experimentado.
- ¿Qué? –fue todo lo que alcanzó a articular al darse cuenta que había caído en el juego del pulgoso trompa afilada.
Era muy raro que alguien pudiese hacerla perder los estribos y hacerla actuar instintivamente. Después de todo, había entrenado el arte del engaño por décadas. Compañeros, maestros, incluso sus propios padres; ella había sido capaz de enmascarar su verdadera identidad y persuadir a cada uno de ellos.
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La maldición (The curse)
FanfictionNick y Judy son compañeros en la policía y grandes amigos, pero saben que podría haber algo más que amistad en su relación. Por otro lado, Bellwether estando en prisión prepara la venganza que caerá sobre sus captores y sobre Zootopia de una forma m...