Capítulo 41: Encuentro Predestinado (Judy)

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Judy estaba deleitada con el desarrollo de su operación hasta el momento. La primera fase había sido un rotundo éxito finalizando con la llamada a Nick por parte de Finnic quien había cooperado en su totalidad y dando comienzo a la fase 2.

Ella permaneció sobre su asiento en el cuarto de interrogaciones meditando en las implicaciones de llegar finalmente a la segunda etapa. Para ella, esta sería la más difícil dada su nula participación pues recaía completamente en sus amigas. Esto le permitió reflexionar sobre todo lo que había recorrido para tener al fin su encuentro con Nick.

La adversidad había sido una constante en su vida desde que podía recordar. Si bien su familia la hacía sentirse amada, también era cierto que la habían intentado persuadir de abandonar sus sueños a través de desaliento, miedo e, incluso, burlas. Sin embargo, esto la hizo entender desde pequeña que las pruebas más difíciles en la vida son las que forman el carácter y vuelven aún más satisfactorio al éxito. Pese a ello, nunca imaginó que terminaría encarcelada y mucho menos por motivos tan absurdos como el que estaba viviendo. Este reto sin duda era el más grande que había tenido que sortear. Nada la había preparado para el infierno en el que cayó. Nada, excepto el haber conocido a Nick. Tratarlo durante poco más de un año le permitió que adquiriese de él ciertas destrezas que le ayudaron a reformular sus pensamientos y a crear opciones para salir de las situaciones menos favorables. Si bien era su propio optimismo el que la había sacado a flote, Nick era la causa por la que había logrado sobrevivir en ese hostil ambiente gracias a las de tretas empleadas para hacerse de aliados.

Ahora lo único que podía hacer era esperar. Era el momento de sus compinches de actuar para que la misión siguiera su curso. Nick llegaría en cualquier momento por lo que la velocidad con la que debían proceder era crucial. Ambas, zorra y porcina, se movilizaron tan pronto el pequeño zorro se retiró del complejo.

Skye tenía la titánica tarea de distraer a su novio, y agente, Jack Savage. La zorra albina había estado recopilando información y datos relevantes que pudieran llamar la atención del lagomorfo en un intento de engatusarlo lo suficiente con teorías que pudieran llevarlo a discutir con ella las diferentes tácticas que podrían utilizar para seguir intentando descifrar los ruines planes de la borrega. Eso seguro llevaría un rato, más no lo suficiente. Judy preveía que era posible que alguna contingencia ocurriese o que Nick simplemente quedase atrapado en el tráfico lo que provocaría que se retrasara, por lo tanto Judy había enfatizado que Jack debería quedar incapacitado por lo menos dos horas.

–Si tan solo conociera a esa liebre testaruda. Incluso tiene agendados sus descansos para el uso del sanitario –dijo la vulpina haciéndose sonreír a sí misma.

Su segunda arma, la cual era la que estaba entusiasmada por usar, sería su seducción y encantos para entretenerlo el tiempo restante. Más al conocer de sobra a su amante rayado, sabía que muchos de sus encuentros se veían interrumpidos o culminaban expeditamente dado su singular estándar de responsabilidad. Era aquí donde entraría el arma secreta que Judy le había proporcionado.

Skye arribó al cuarto oculto donde activó el protocolo de junta emergente para convocar a Jack. Antes de su llegada, cambió su vestimenta por un traje con falda de corte francés, una camisa blanca y saco, preparó la computadora y se sentó en la silla del conejo para su presentación. Savage llegó rápidamente sosteniendo el celular el cual titilaba oscilatoriamente en su pata a causa de la alarma.

–Hola, Jack –saludó afablemente.

– ¿Qué es lo que ocurre, Skye? ¿Qué es tan importante que no pudo esperar a nuestra reunión de los viernes?

–También me da gusto verte, Jack –respondió con sarcasmo. –Es solo que necesito que me ayudes a corroborar ciertos datos.

Skye apuntó en dirección del sillón el cual Judy frecuentaba utilizar en las sesiones con Jack. La mirada disgustada de la liebre no se hizo esperar, pues no era de su agrado el ocupar un asiento que no fuese el suyo.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora