Capítulo 31: Nuevos Vínculos (Judy)

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Judy aun podía saborear la victoria por lo ocurrido el día anterior. Nunca pensó volver a sentir la emoción de utilizar sus habilidades policiacas estando atrapada dentro de un centro penitenciario. Pero gracias a ese desolador reto recuperó su esencia y por un momento se sintió libre. Y aunque ese sentimiento contrastaba con la preocupación que sufría por la situación de Nick, tenía la esperanza de que él sabría lidiar con Bellwether llegando el momento. Después de todo Nick era el más astuto de los dos y tarde o temprano lograría descubrir la verdad.

Su vida en prisión parecía finalmente haber alcanzado cierta estabilidad. Cocinar tres veces al día para los residentes era un arduo trabajo, pero con el pasar de los días este se fue volviendo tan simple como llenar papeleo en la comisaría. El único desafío seguía siendo el degustar la comida para los depredadores, sin embargo ya había comenzado a crear resistencia contra las náuseas al probar tantos platillos diferentes.

En el horario entre las comidas podía pasarlo haciendo ejercicio o trabajando con el grupo de la doctora Wang cuando se reunían. En su más reciente encuentro con el grupo, abordaron un tema propuesto por Judy el cual a todos interesaba. Judy no contaba con conocimientos extensos acerca de las reglas de una prisión, pues aunque ser policía y hacer del mundo un mejor lugar era su sueño, no era su intención servir en el sistema carcelario por lo que sabía poco acerca del tema. Afortunadamente para ella contaba con el apoyo del grupo de la doctora Wang, que poco a poco se iban abriendo a la idea que de Dawn en verdad buscaba ser mejor mamífero. Entre los temas que quería consultar preguntó por las políticas sobre salir antes de prisión lo cual fue un gran tema que enganchó a todos pues era un tema que ciertamente interesaba. Gracias a ello, se enteró que al tomar parte de las actividades comunitarias de la prisión se podían reducir años a su sentencia, así que de manera indirecta ya se dirigía por buen camino. Sin embargo, para su sentencia de casi dos décadas más lo acumulado por ciertas acciones que realizo Bellwether antes de quedar atrapada en ese cuerpo presentaba un panorama complicado. Desafortunadamente sus opciones no eran muchas, y ahora que conocía la verdadera naturaleza de la situación que vivía, el tiempo se había vuelto un nuevo enemigo. Su compromiso con hacer de la prisión un mejor lugar la encaminaba a recibir una reducción de sentencia, pero no podía dejar que esa fuera su única alternativa.

Otra de las actividades que gustaba de hacer era el correr por la pista del patio de la prisión. Recordaba como los primeros días habían sido una verdadera tortura pues descubrió a la mala lo que es tener una deplorable condición física. Anteriormente solo pensaba en volver a estar en forma para sentirse un poco más como ella misma. Sin embargo, ahora su función era la de recuperar sus habilidades para escapar ilegalmente de ser necesario e incluso llegar a enfrentar a su contraparte si es que volviese a tener la oportunidad de encontrarse con ella. No era la idea más agradable que se le pudiera ocurrir, pero si quería que el mundo fuese mejor, estaba dispuesta a sacrificar su cuerpo y su conciencia. Ya una vez había renunciado a sus sueños por no generar más dolor a los depredadores en el caso de los aulladores, ahora estaba dispuesta a renunciar a tener una vida en libertad con tal de proteger a todos.

Cada día salía a recorrer a la pista y a esquivar los balones que rebotaban desde las canchas, algunos intencionalmente y otros por accidente. No lo tomaba personal o como una ofensa, sino por el contrario, lo encontraba como una oportunidad de probar sus reflejos y en ocasiones incitaba a algunos prisioneros a que le arrojaran las pesadas pelotas que obviamente no eran para uso de un mamífero de su tamaño. Al inicio, los guardias parecían querer detenerlos, pero al ver a Dawn agradecerles por el intento simplemente la dejaban ser.

La vida en prisión de a poco se volvía monótona y era prácticamente lo mismo todos los días, excepto por algo que comenzó a notar la mañana siguiente que salió de reclusión solitaria. Una sombra blanca ahora la seguía a todas partes. La había visto de reojo siguiéndola hasta la biblioteca, lograba observarla entre los animales que se amontonaban en la fila para recibir alimentos, pero sin llegar a la barra para recoger alimentos, e incluso tratando de camuflarse con el vapor de las regaderas. El ente era rápido y sigiloso, y era obvio que no quería ser descubierto. Aunque sabía que era seguida y observada, fingió ignorar a su acosador personal, pues tarde o temprano lo confrontaría, pero hasta entonces le permitiría ir acercándose cada vez más para evitar su eminente huida. Lo que nunca esperó fue el repentino cambio de método de su perseguidor.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora