Capítulo 43: C'est la vie (Epílogo)

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La noche envolvió a la ciudad mientras Nick conducía de regreso a casa. Judy lo sujetaba fuertemente del brazo, dándole solo oportunidad de cambiar las velocidades cuando era necesario. Durante el trayecto y a petición de Judy, Nick platicó todo lo acontecido en su ausencia. Se sorprendió al saber que Dawn se había comportado a la altura incluso garantizándole un muy probable ascenso. En realidad no esperaba obtener tantos detalles, pero Nick había decidido ser muy meticuloso; ella lo único que deseaba en ese momento era escuchar la voz del zorro de quien había permanecido separada casi un semestre.

Llegando a casa, la pareja de peludos quedó desconcertada con la imagen de una borrega oscura haciendo la cena.

– ¿Conseguiste ama de llaves mientras no estaba, Nick? –Indagó Judy

– ¡No puede alguien hacer algo agradable sin que la llamen sirvienta! –rezongó la oveja. –Soy Úrsula Bellwether.

Judy instintivamente tomó su arma y apuntó a la cuarentona quien ni se inmutó. Nick colocó su pata sobre las de su compañera haciéndola descender su pistola de dardos. Nick explicó que había sido ella quien lo liberó.

–Bueno, ahora que el malentendido quedó atrás, siéntense a comer.

La borrega se sentó a la mesa y comenzó a servirse de los variados platillos que había preparado en ausencia de sus anfitriones. Los dos se acercaron y, aunque dudosos, se sentaron ante la cocinera. Ella comenzó a platicar sobre su historia y lo que había sucedido con ella las últimas dos décadas. Nick y Judy solo escuchaban las palabras de quien parecería una paciente psiquiátrica si no fuera por la experiencia por la que Judy había pasado.

–Pero no sean tímidos. Coman –alentó al ver lo platos de ambos aun vacíos. Observando su falta de reacción, tomo los platos y les sirvió para después continuar comiendo. Nick fue el primero en probar, y al dar el visto bueno la coneja prosiguió.

–Sabía que Dawn había cambiado de parecer, aunque nunca me lo dijo. No dejes ir a ese zorro pequeña –dijo haciendola ruborizarse bajo el pelaje. –Mi sobrina trató de robártelo, pero el muy testarudo no cayó –remató provocando que Nick tosiera para evitar atragantarse.

–Me retiro. Esta noche me quedaré en el cuarto de Nick y me iré por la mañana –finalizó la ovejuna sin prestar atención a la molesta mirada de Nick ante su decisión unilateral.

–Está bien, Nick. Además, esta noche no me gustaría estar sola.

Judy externó su preocupación a pasar esa primera noche en soledad pues temía que al despertar podría regresar a la pesadilla. Nick la acompañó hasta el sillón donde se acurrucó a lado de ella. Nick prometió estar ahí junto a ella toda la noche. Judy recargó su cuerpo sobre el zorro y después de algunos minutos los dos dormitaron ante el cansancio.

La noche fue calma y serena. No hubo sonido que penetrase en las paredes desde el exterior que rompiera el trance en el cual permanecían. No fue hasta la madrugada cuando el desenfrenado despertador en la habitación de Judy pitó haciéndolos abrir los ojos.

–Sigo aquí –dijo la coneja mientras el zorro aun la sostenía junto a él.

–No quiero ser el aguafiestas en tan acogedor despertar, pero debo asegurarme que sigas siendo tú.

Judy giró su cabeza en dirección del zorro y lo besó tímidamente en los labios sorprendiéndolo.

–Estaba pensando en alguna pregunta clave, pero eso también funciona –sugirió Nick haciendola sonreír.

Muy a pesar de reclamo de Nick para tomarse el día, Judy difirió con la idea. Ella anhelaba volver a salir y sentir la libertad de hacer lo que más deseaba, en la compañía del mamífero con quien más añoraba estar. Ante tal lógica, Nick no pudo más que acatar los deseos de su compañera y prepararse para el nuevo día.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora