Notas del autor: Este capítulo se centra en lo acontecido la noche en que Bellwether y Judy cambiaron de cuerpos y continúa hasta la noche del siguiente día todo visto desde la perspectiva de nuestro zorro favorito Nick Wilde. No tenía planeado hacer capítulos desde la perspectiva de Nick, pero lo veo necesario y conveniente para aclarar dudas que pudieran presentarse.
Nick se despidió de Judy y fue directo a su auto. En el camino de regreso a su casa solo podía pensar en todo lo que había acontecido en el día. Al fin tendrían una cita. No tenía sus esperanzas muy elevadas, sabía que la amistad de ambos era una joya preciosa que nunca cambiaría por nada en el mundo. Pero ¿que si esa amistad pudiese florecer en algo más? ¿Acaso era un egoísta al sentir que su amistad no era suficiente? Desde luego que no. Su relación con Judy era una de esas cosas que solo se pueden experimentar una vez en la vida, a las que te aferras con todo tu ser pues sabes que de alguna manera tu existencia perdería gran significado si llegase a desaparecer. Nick atesoraba cada momento y memoria con su intrépida compañera.
Sin embargo, él tenía la sensación de que ella le enviaba señales muy sutiles, pero lo suficientemente claras para notarlas. ¿O es que acaso estaba tan ciegamente enamorado que su mente le creaba jugarretas haciéndolo ver lo que él quería y haciendo parecer que las acciones de su amiga tuvieran otro significado?
Era lo que más odiaba de ser un estafador reformado. Siempre era demasiado cauto especialmente cuando se trataba de asuntos del corazón. Vivir su filosofía de "no dejes que veas que te hirieron" era muy difícil, pues ese mantra implicaba mantenerse alerta de cualquier intento de acercarse a él. Pero si existía alguien que había logrado penetrar su infranqueable defensa era Judy y eso lo aterraba. Por más que le gustaría dejarla entrar en su mundo y reconocerla como la posible elegida, él en alguna parte de su subconsciente seguía siendo aquel cachorro que gemía temeroso en la oscuridad. Poco a poco ella fue introduciéndose en su corazón y ahora era una agonía el decidir si se animaba a dar el siguiente paso o jugar a la segura y continuar con la bella relación de amistad con la que contaban.
Sin darse cuenta, se encontraba en la puerta de su apartamento. Su mente divagante lo traicionaba una vez más.
–Demonios. Se supone que hoy haría las compras.
Revisó su celular para ver el reloj que marcaba las 9:00.
–Tal vez aun pueda llegar a tiempo.
Un destello iluminó el apartamento aun a oscuras y gruesas gotas de lluvia comenzaron a impactar contra los vidrios en las ventanas. El estruendo que le siguió censuró a tiempo una grosería dicha por el zorro que en ese momento maldecía su suerte pues recordó que no tenía nada para cenar. La lluvia arreció en cuestión de segundos, ir a hacer sus compras ya no era más una opción. Buscó dentro de la alacena de la cocina algo que pudiera llevarse al hocico y no pasar una noche en hambruna. Afortunadamente, encontró galletas de avena que en alguna ocasión compró para Judy. No era su sabor favorito, pero al menos era algo.
Su departamento no era muy grande, pero para un mamífero de su tamaño era prácticamente un castillo. Estaba diseñado para albergar animales de tamaño mediano como caballos o cebras. Contaba con un baño, dos habitaciones, una amplia cocina equipada y con una barra desayunadora. Al centro de la sala tenía un sillón grande que podía acomodar fácilmente a dos gacelas y un enorme televisor con sistema de entretenimiento. No era mucho, pero al menos le era suficiente.
Nick tomó su dispositivo a la vez que consumía sus no tan ricas galletas. Sus pensamientos volaron nuevamente al observar las imágenes. En otra época, su celular solo habría servido para guardar información de algunos contactos sin videos o fotos de índole personal. Tal vez alguna fotografía chusca con la cual molestar a Finnick y música de distintos géneros. Sin embargo, ahora todo era diferente. Su celular rebosaba con cientos de fotografías y selfies de él y Judy. Miraba una tras otra, recordando los momentos y los lugares donde habían ocurrido. Todas esas alegres memorias recorrían su mente a la vez que la tormenta afuera amainaba sin que él se diera cuenta. No solía ser tan soñador, pero esa coneja lo había cambiado todo, no solo en el sentido de que gracias a ella ahora era un ser reformado con un trabajo estable sino que también lo había transformado por dentro.
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La maldición (The curse)
FanfictionNick y Judy son compañeros en la policía y grandes amigos, pero saben que podría haber algo más que amistad en su relación. Por otro lado, Bellwether estando en prisión prepara la venganza que caerá sobre sus captores y sobre Zootopia de una forma m...