Capítulo 32: Viejas Heridas (Dawn)

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Con esta parte concluye el arco del encuentro entre Judy y Bellwether. Prácticamente hemos llegado a la mitad de la historia (supongo). La próxima entrega está en camino, gracias por su paciencia y acompañamiento de este fanfic.

Era la noche justo después de haber visitado a la coneja en la cárcel. Dawn se encontraba sorprendida y satisfecha con los resultados. Nunca pensó que Judy Hopps, la oficial de ética y actitud intachable fuese a cometer tal acto de violencia en su contra. Aunque ciertamente no era para menos, amenazar con hacerle daño a su querido zorro justo después de enterarse que su enemiga había hurtado su cuerpo para llevar a cabo los planes que una vez intento detener era una enorme bomba emocional que nadie hubiese podido soportar.

Repasaba en su mente cada segundo de ese deleitante momento. Seguramente le darían un par de semanas en aislamiento y perdería derechos para el uso de teléfono y cualquier otro tipo de comunicación. Eso le daba tiempo necesario para que su plan siguiera su curso con el mínimo de interrupciones posibles. Recordando la conversación que tuvo con Hopps, no podía evitar pensar en algo inesperado lo cual no había planeado pero que resultó a su beneficio. Judy Hopps era incapaz de decir su propio nombre a causa del mismo encantamiento que les permitió cambiar de cuerpos.

-Tía, sé que estás ahí -dijo Bell esperando por Úrsula.

-Aquí estoy querida, en que puedo ayudarte.

Dawn cuestionó a su tía acerca de lo dicho por Judy. Úrsula explicó a Dawn las implicaciones de utilizar esas fuerzas sin saber su verdadero proceder y naturaleza, y cómo en ocasiones el resultado podía ser inesperado e incluso contraproducente. El desconocimiento fue lo que la llevó a Úrsula a quedar atrapada en el plano astral y al parecer sucedió lo mismo con el alma de Judy Hopps la cual ahora estaba bajo una maldición que no le permitía pronunciar su propio nombre.

-Espero conozcas el contra hechizo para lo que le hiciste a esa coneja -compartió Úrsula.

- ¿Por qué querría yo regresar a estar condenada en esa pútrida prisión?

-Créeme sobrina, siempre es mejor tener un pan de contingencia en caso que las cosas vayan mal. Tu cuerpo fluye con suficiente energía para ayudarme a salir de este estado inmaterial y regresarte a tu cuerpo de ser necesario.

Dawn sabía muy bien que esa siempre fue una posibilidad y en verdad conocía el encantamiento que la regresaría incondicionalmente a su antigua realidad, aunque los requerimientos eran un tanto más complicados de lograr.

- ¿Algo más que deba saber? -interrogó Dawn.

-Ambas quedaron tan sobrecargadas de energía que probablemente las dos compartan cierta conexión sináptica. Has tenido sueños recurrentes con el pasado de ella, y seguramente ella habrá soñado con el tuyo.

- ¿Y cómo sabes que sueño con su pasado?

-Hablas dormida Dawn. Y también roncas como porcino -comentó Úrsula burlonamente a lo que Bell solo giró sus ojos en descontento.

Eso explicaba las pesadillas que comenzaron con el cambio de cuerpos. Sin embargo, dicha información no le preocupaba en lo más mínimo. Si la coneja podía soñar con su pasado, entonces eso la ayudaría a entender la razón de sus acciones.

Recordó aquel accidente en la feria donde el lobo opresor de su infancia la arrojó contra el suelo haciendo aterrizar su cabeza sobre una roca que se ocultaba entre el pastizal fresco. Dawn fue llevada de emergencia al hospital más cercano al perder la conciencia por el golpe. Días después Dawn yacía en cama rodeada por doctores y sus familiares cuando una loba de vestido bonito y humilde entró por la puerta junto con su lobezno, el mismo que la había dejado en esa condición, sosteniendo su sombrero frente a él en señal de arrepentimiento. Dawn primeramente sintió temor al presenciar a su agresor nuevamente. Aparentemente venia a pedir disculpas por lo ocurrido, pero no lograron pasar más allá de la puerta. Ambos lobos parecían aterrados con las orejas agachadas y el rabo entre las patas. Dawn volteó a los lados obteniendo una imagen que la marcaría de por vida y que daría existencia al plan que años después sucumbiría ante la caprichosa coneja. Su familia y los doctores, todos presas, observaban al par de depredadores con desprecio y furia. Fue entonces que entendió el concepto de "la unión hace la fuerza". Y así fue que en su particular situación había contemplado como los depredadores podían ser sometidos con números aun siendo estos más fuertes en lo individual. Siendo aún una tierna corderita nació en ella la idea de unir a las presas en comunión para erradicar a los depredadores y evitar que cometieran las atrocidades que al parecer creían tener derecho a realizar.

Judy se despertó de golpe jalando bocanadas de aire. El sueño había sido demasiado vivido como para ser un invento de su imaginación. Por lo visto, Dawn también había sufrido en su infancia en las garras de un abusivo al igual que ella. Sin embargo, las consecuencias de aquel encuentro habían llevado a Bellwether por un sendero de odio y amargura mientras que a ella la había encaminado en la búsqueda de igualdad y justicia para todos los mamíferos. No podía creer lo similares que eran sus historias y los caminos tan separados que habían tomado.
Ciertamente conocer la motivación real que llevó a Dawn al borde de la locura para poner en marcha su infame plan le daba cierta perspectiva sobre el dolor e impotencia que debió sentir, pero eso de ninguna forma justificaba sus acciones. Tal vez bajo diferentes circunstancias ella y Dawn habrían sido buenas amigas, pero ya era demasiado tarde. La suerte ya estaba echada y ahora todo se reducía a una carrera por ver quien lograría su objetivo primero; la conquista y socavación de un grupo de mamíferos de la civilización o la continuidad de una sociedad pacífica y armoniosa.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora