Capítulo 6: La pesadilla

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– Una pesadilla –Murmuró mientras aun yacía en cama. Ahí se encontraba ahora, consciente dentro de su sueño, sabiendo que solo tomaría hasta finalizar ese episodio para poder despertar. Hacía meses desde la última vez que soñó sobre ese día en el festival de zanahorias. Siempre sucedía lo mismo desde que fue atacada en la granja por Gideon todos esos años atrás, aunque esos sueños eran algo que pensó ya superados. Se volvieron recurrentes después del caso de los aulladores, pero ahora era capaz de lidiar con ellos. Solo tenía que ser la espectadora de todo una vez más y sería todo, despertaría en su cama.

–... pero cariño, sería imposible que tu... –pudo escuchar a su madre replicar. Estos sueños solían ser lucidos y podía observar todo con lujo de detalle, por lo cual pensó que era raro que algunos de los juegos y locales del festival no eran como los recordaba. Ahora, la mayoría eran temáticos de lana y algodón. Tratando de atrapar los nuevos detalles de su sueño se perdió el discurso de sus padres y finalmente se vio posicionada detrás de un gran árbol. Conocía con lujo de detalle lo que estaba por venir y sabía que la pesadilla estaba próxima a concluir, así que por millonésima vez se preparó para disfrutar del espectáculo y del día en que finalmente tomó la decisión de volverse oficial de policía. Era una de las peores experiencias que había vivido en su niñez, aunque debía admitir que gracias a esa estremecedora vivencia ella era quien es hoy, tanto así que ya había perdonado a Gideon. Ahora podía verlo todo con claridad; un grupo de animales siendo abusados por Gid...

– Espera un segundo... ese... ¿ese es un lobo? – Nunca antes los personajes en sus sueños habían cambiado.

– ¿Qué es lo que está pasando? – Es lo único que pudo articular antes de encontrarse enfrente de un cachorro de lobo gris del doble de su tamaño. – Un cachorro muy malo, alto y regordete –vino a su mente– Regrésalos –al fin una parte de su sueño seguía igual.

El lobo gruñó y mostró sus colmillos mientras lentamente se acercaba hasta quedar nariz con nariz con ella– ¿O qué? ¿Vas a llorar...? –las palabras del lobo fueron interrumpidas de golpe. No había sido lanzada al suelo y no pateo al lobo directo en el hocico como lo hubiera hecho alguna vez con Gideon Grey. Es su lugar, ella se lanzó de cabeza contra el lobo golpeándolo justo entre los ojos. El lobo se desbalanceo dando un par de pasos hacia atrás al mismo tiempo que sujetaba su trompa.

– No sabes cuándo rendirte, ¿cierto? –dijo el lobo con una maliciosa mirada en los ojos. Esta vez, en lugar de sentir frías garras rasgando el costado de su mejilla, un par de patas la sostenían por los hombros y sentía como se elevaba por el aire. El cachorro la había levantado y la lanzó haciéndola volar aproximadamente dos metros para finalmente aterrizar sobre un pequeño pastizal recién nacido. Pudo escuchar como el lobo se aproximaba y a los otros niños gritar de horror.

–Y recuerda la próxima vez que pienses que puedes... –no pudo escuchar el resto de la oración pues lentamente comenzó a perder la conciencia–. ¡Ayuda! ¡Alguien por favor! –fue lo último que alcanzó a escuchar antes de caer en un sueño muy profundo.

– ¡Ah! –Judy exclamó mientras intentaba respirar fuertemente y con dificultad– no más cenas congeladas antes de irme a dormir. –Levantó la parte superior de su cuerpo un poco apoyando su peso sobre sus patas en la cama. No podía encontrar a su zorro relleno, aunque pudo haberlo tirado en medio de tan intranquilo sueño. Mirando hacia la oscuridad, lentamente se dio cuenta de que algo no encajaba, algo que simplemente no podía decir que era pero que no era normal. Aun se encontraba algo mareada por tan extraño sueño, tal vez por eso su cuarto de tamaño discreto parecía un poco más grande de lo que debería. Todo le llegó de golpe – ¡¿Dónde estoy?! –suspiró aterrada. Después de dejar unos segundos a sus ojos acostumbrarse a la oscuridad fue capaz distinguir algunas figuras aunque su vista seguía un tanto borrosa.

– Por favor, ¿tantos años comiendo zanahorias y ahora me empiezo a quedar ciega? –Finalmente pudo ver las barras donde se supone debería estar una pared, la ventana ahora era más pequeña, casi inexistente y justo debajo había un... ¿sanitario? – ¡Ay no! Esto debe ser una broma. Aun debo estar soñando –se sintió un poco agitada. Su visión seguía sin aclararse y decidió tratar de frotar sus ojos por un instante, pero de inmediato desistió al no sentir la suavidad a la que estaba acostumbrada. Dió un buen vistazo a sus... el espanto casi la hace caer de la cama. – ¡Definitivamente debo estar soñando! –Frente a ella se movían un par de pezuñas al parecer controladas por ella– ¡Un espejo! ¡Necesito un espejo! –busco con desesperación alrededor, sin embargo no encontró nada que se le pareciera. Ahora podía ver con más claridad, se encontraba en una celda de prisión, pero eso no es lo que le importaba en ese momento. – ¡El sanitario! –salió disparada de la cama. Trepó por un lado del retrete sosteniéndose cuidadosamente del borde.

– ¡Jugo agrio de zanahorias con cebolla!

No solía maldecir tanto, pero lo que vio dentro fue peor que un simple retrete sucio. En su lugar, una imagen más tenebrosa se reflejaba en el fondo de ese WC. El reflejo de una oveja devolviéndole la misma mirada en shock que ella tenía en el rostro. Y no era cualquier borrega, sino la misma que hubiese puesto en prisión ya hace un año atrás.

– Be... ¡Bellwether! ¡No! ¡Esto no es un sueño! ¡Es una pesadilla! ¡Esto no puede ser posible! –Se sentía hiperventilada de momento, pero la parte coherente de su cerebro entró en acción– espera, esto SI es un sueño, ¡solo que no he podido despertar! Debo seguir dormida en mi cama, pero ¿qué podré hacer para despertarme? –Miró hacia abajo, al agua dentro de la taza– ¡eso debe poder despertarme! –y sin dudarlo un segundo, salto dentro del inodoro.

El agua helada salpico hacia todos lados sobre el suelo en su intento por salir– ¡no funcionó! –berreó mientras tiritaba. En un último intento de ver si no se encontraba dentro de un disfraz muy bien hecho, tiró de sus orejas haciéndola sentir un dolor punzante en su pezuña izquierda. Notó como corría un poco de sangre de la pequeña herida. – ¡oh dulces galletas con queso! ¡Esto es real! Esto no puede ser... como... yo, yo... -se atraganto un momento por las náuseas– ¡salte dentro de un baño sucio! –se quedó allí sosteniéndose sobre sus rodillas tosiendo y haciendo un esfuerzo imposible por no vomitar.

La maldición (The curse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora