Capítulo 11: Los policías

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SAMANTHE

Byron<3:
Ya estoy llegando my friend.

Tú:
Bueno, ni papá ni Froy están aquí, fueron a comprar algo para el postre, pero está Sam.

Byron<3:
¿Qué pasa si le llamo "tío Sam"?

Tú:
Te mata.

Escuché las ruedas de un auto fuera de casa, así que con mi emoción o nerviosismo al tope, miré por la ventana de la habitación. La verdad no sé ni para qué lo hago, si ya sé que se trata de Byron.

Caminé a paso lento, dirigiéndome a la sala, y justo al llegar, ví a Sam con la mano puesta en la manija de la puerta, tan sólo esperando para abrirla en cuanto el timbre fuera tocado.

Esto va a estar muy bueno.

Apenas sonó una vez, mi tío abrió clavando sus ojos al frente, en modo serio. Yo sólo observaba atenta tal escena divertida.

By no es tímido, para nada, sólo que suele ponerse nervioso cuando los adultos le hablan, aunque igualmente tiene una capacidad enorme para mantener conversaciones con personas de cualquier edad.

— Hola, buenas noches— enuncia mi amigo, plantado ahí en la puerta. Sam lo analiza por unos segundos, manteniendo el silencio.

— Buenas noches— contesta por fin mi tío, con una voz que ni su madre le creería, no habla para nada así de grueso y firme.

— Byron Peters— mi amigo extendió su mano, en forma de saludo.

— Samuel Christians.

Cruzada de brazos, me contuve la risa viéndolos, hasta que decidí acercarme para no alargar más el sufrimiento de By.

— ¡Hola, Byron!.

Nos dimos el abrazo de diario, mientras Samuel nos observaba a muerte. Típico, intenta dar miedo, pero sólo da risa.

Invité a mi mejor amigo para que pasara con confianza, y cuando estuvo dentro, no quedaba nada más que sentarnos en la sala a esperar. Sam se colocó frente a nosotros, yo ya sabía lo que se vendría, querrá hacer su papel del tío sobreprotector.

— Byron... ¿no?— comienza a hablar, con un tono entre interrogativo y curioso en la voz.

— Así es— respondió firme mi amigo, haciéndome sentir orgullosa. En realidad amo y admiro bastante la seguridad que se carga.

— ¿Cuántos años tienes?.

— Dieciocho.

— Ah, ya eres mayor de edad.

Y el hombre con el que salgo tiene veintitantos, así que prepárate para lo bueno Samuel Christians.

By le dedicó una sonrisa extremadamente tierna para mis ojos. Así son siempre sus sonrisitas, enamora a todo el mundo, es como un cachorrito.

— ¿Te drogas?— interpela Sam, tomándonos por sorpresa. Byron me miró rápidamente, extrañado, pero no pasó ni un segundo para que devolviera su vista al hombre frente a nosotros.

— No, claro que no.

— Estás nervioso. ¿Fumas?, ¿tomas?, ¿tienes intenciones sexuales con mi sobrina?. ¿Qué piensas estudiar?¿sabes manejar un arma?.

¡Sam lo está poniendo nervioso!.

Fruncí mi ceño en un intento fallido de mirar mal a Sam para que se detuviera, pero él sólo tiene la mirada sobre el pobre chico.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora