Capítulo 19: Querido cuñado

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• POV: MATTHEW •

— Me estás desesperando un poco. Déjame repetirte mi pregunta, por si no lograste entenderla muy bien, hermanito. ¿A qué hora?.

Hablé y hablé para mí teléfono, tras la línea, debía estarme escuchando mi hermano, y seguramente está burlándose de mí o simplemente no está prestándome atención.

— Cuando quieras— respondió al igual que las dos veces anteriores que se lo pregunté.

— Basta, Paul. No estoy jugando, y no me causa gracia. Dime una maldita hora exacta.

— Pero Matty, ¿por qué tanta agresividad?. Andas muy malhumorado hoy, ¿te llegó Andrés?— preguntó con un falso tono de preocupación.

Al fondo pude escuchar a mi madre regañarlo por molestarme. Aunque sus palabras no fueron completamente audibles, pude escuchar que le obligó a darme una respuesta.

— Dice mi mami que a las tres está bien. Ni un minuto más, ni un minuto menos.— me informo Paul, por fin, casi después de media hora.

Tomé un respiro para relajarme. De verdad que lidiar con alguien así que comparte padres contigo, es estresante. Y cuando se pone en su plan de bromista, aún peor.

Observé mi reloj para verificar la hora y el tiempo libre que podría restarme. Tengo aproximadamente hora y media para entretenerme en algún lado, y aún tengo que recoger la carpeta que olvidé en el colegio la última vez que estuve en la biblioteca, así que me parece que mi tiempo es justo.

Llamé a Samanthe mientras tomaba mi chaqueta del perchero, junto con las llaves de mi auto, dirigiéndome a la puerta para salir de casa.

Extrañamente no recibí ninguna respuesta de su parte. Mi única pregunta era si podría encontrarse bien, pues la última vez que hablé con ella fue cuando la dejé afuera de su casa.

También, tiene mucho tiempo que no he tenido contacto con Adam. Y a decir verdad, no me siento completo sin las largas conversaciones con mi mejor amigo. Pero hablar con él solo me hace dudar de lo que estoy haciendo o no en mi vida, me llena de preguntas y cuestionamientos que terminan dejándome con insomnio por las noches.

Revisé el chat de nuestros mensajes, en el último sólo le confirmé que no tenía ánimos de discutir más con él.

Y no, eso no ha cambiado, no voy a escribirle ni voy a llamarle.

Guardando mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón, empecé a mover mis pies después de haber cerrado con llave la puerta de mi departamento.
Conforme fui bajando las escaleras, podía ir escuchando con claridad voces desconocidas para mí, que parecían irse acercando cada vez más.

— Sí, ya se lo dije, pero es un maldito idiota— comentaba una voz femenina, con un tono de desespero.

— Hasta que por fin te diste cuenta. Ya lo ves, yo siempre tengo la razón.— dijo otra, bastante similar pero de manera tranquila.

Me sentí obligado a dejar de escuchar aquella conversación ajena, debido a que mi mente ya estaba reprendiéndome por metiche. Así que seguí mi camino escaleras abajo, hasta que las dos personas intervinieron en mi camino, y tuve que volver a notarles.

— Buenas tardes— saludé de cortesía como de costumbre, topándome con dos mujeres físicamente iguales, por lo que mi cerebro no tardó mucho en procesar que se trataba de gemelas.

— ¡Ay hola!— una de ellas me saludó con entusiasmo, confundiéndome un poco.

¿La conoceré de algún lado que no recuerde?. Estaba casi seguro de que no.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora