Capítulo 52: Lo que nunca te dije

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SAMANTHE

Mis ojos se mantenían sobre la carretera y los semáforos que podíamos ir cruzando, pero de igual manera, mi mente se encontraba volando por todos mis sentimientos.

Últimamente ni siquiera yo comprendo esos sentimientos.

El vacío en mi estómago no desaparece, y el dolor abrumador en mi cabeza de tanto pensar, no me deja descansar. La única forma que encuentro para deshacerme de todo, es durmiendo, y ni siquiera de esa forma estoy cien porciento tranquila.
Pues por las noches, intento desaparecer del mundo real vagando por mis sueños. Aquellos sueños que supuestamente son sólo fantasía, y que antes solían ser bellos.

Ahora, sólo se han convertido en pesadillas que me despiertan por las madrugadas. En todas ellas se repite la misma escena en mi cabeza, al igual que cuando estoy despierta. Simplemente, ya no puedo descansar.

Pero tampoco puedo distraerme, intentar salir a divertirme para despejar mi mente, sigue siendo una pesadilla. Porque cuando intento cruzar aquella puerta, los recuerdos vuelven a mi cabeza.

¿Y si él regresa?
¿Y si de alguna forma vuelve a suceder lo mismo?

¿Qué pasa si alguien más me hace daño, y esta vez nadie puede detenerlo?

¿Y si no hubiese ido a esa cafetería?
¿qué pasaría si nunca hubiera salido de mi habitación ese día?.

Y así, constantemente mi cabeza se mantiene una y otra vez, llenándome de angustias.

— ¿Y cuál es el motivo de ir al centro comercial de la nada?— escuché la voz de Matthew rompiendo el silencio.

Por fin pude mirarlo, y aunque mi estómago todavía dolía, de alguna forma el dolor se convertía sólo en vacío.

— Froy merece un regalo de cumpleaños lindo— enuncié cruzándome de brazos para estar más cómoda.

— ¿Y qué planeas comprarle?— me preguntó, mirándome en pocos segundos, porque debía seguir mirando a la carretera al frente mientras conducía.

— Tiene varias semanas que se terminó su cuaderno de dibujo, y he estado viendo que lo hace en hojas de sus cuadernos normales del colegio. Necesita uno nuevo más grande, y lápices. Por el momento no tengo suficiente dinero para comprarle todo lo que necesita, ni para ese tipo de cuadernos enormes, pero me alcanza para dos del tamaño normal del que usaba, y ya después me encargaré de completar todo su kit de dibujo.— le conté.

No me había dado cuenta de lo mucho que hablé, hasta que ya estábamos estacionados, y Matthew se encontraba mirándome atento y con una pizca de diversión.

Bueno, honestamente hablar más de tres oraciones seguidas fue un logro, y se sintió bastante liberador después no poder emitir tantas palabras en estos días.

Me había estado doliendo la garganta tan sólo al querer expresarme. Pero esta vez, no fue así.

— Bien, entonces vamos— anunció Matt, invitándome a salir del coche con él.

Y así lo hice, salí al mismo tiempo que él, cerrando la puerta y acomodando mi sudadera.

Observé el centro comercial al frente nuestro, con la gente caminando de lado a lado, tanto ahí dentro, como en las aceras por fuera.

El mundo seguía exactamente igual.
Entonces, ¿por qué el mío se estaba cayendo?.

¿Por qué el mío se había detenido?

Caminé a un lado de Charles, caminamos al rededor de los pasillos de tiendas de arte y demás cosas, intentando encontrar justo lo que buscaba para el cumpleaños de mi hermano.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora