Capítulo 47: Nuevo comienzo

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— ¿No vas a hablarme?— gruñí hacia Samuel, quien por obvias pero no justificables razones, no me ha dirigido la palabra en toda la maldita mañana.

El hombre se dedicaba a servir su desayuno, sentándose frente a mí pero sin tomarse la molestia de mirarme, sólo mantenía los ojos sobre su teléfono en manos.

— No me molesta, eh, no te preocupes por eso— me encogí de hombros restándole importancia. Sus actitudes inmaduras no son mi problema, mucho menos van a detener mi vida, me tiene harta con eso.

— ¿Cómo te sentirías tú si te enteras de repente que estoy saliendo con tu mejor amiga, la niña esta que te acompaña a veces?— soltó sin mirarme aún.

— ¿Erica?— alcé una de mis cejas, dejando de masticar mi comida, sólo para mirarlo interrogante. Él se encogió de hombros. — Es mayor de edad, ella sabe lo que hace, pero no sería más mi amiga. Al menos no cercana.—

Samuel suspiró, rodando sus ojos por un segundo. Parece que no era la respuesta que esperaba de mi parte. — Me refiero a qué pensarías de mí, Samanthe—.

— Pues nada, sólo serías un hipócrita por salir con alguien a quien le llevas tantos años, después de todos los dramas que me haces a mí— respondí sincera.

Y realmente es así, ¿qué podría hacer yo? ¿arruinarle la vida? claro que no.

— Oh, y si estás pensando en hacerlo con el propósito de molestarme, déjame te digo que a Erica no le gustan los idiotas— agregué poniéndome de pie para llevar mi plato al fregadero.

— ¿Escuchas cómo me está hablando tu hija?— oí a Sam dirigirse a mi padre, ofendido por lo que acabo de decirle.

— Tú lo buscas, Samuel. Sólo déjala en paz.— le contestó papá sin darle mucha importancia, sacándome una sonrisa de triunfo. — Así que pasaste la noche en casa de Byron, eh— se dirigió a mí en cuanto volví a su lado.

Sólo asentí con mi cabeza, tomando fresas del contenedor sobre la barra.

— Sólo recuerda que me gustaría que me lo comunicaras antes, o volveré a preocuparme— dijo, y yo volví a asentir, prometiéndoselo.

— ¿En dónde está Froy?— interrogué observando a la sala vacía, pues es extraño, siempre es el primero en buscar comida por la mañana.

— En su habitación. ¿Sabes si le sucede algo?. He intentado hablar con él sobre el tema del cambio de terapeuta, pero sólo lo ignora. No quiso desayunar hoy, y anoche tampoco cenó.— me respondió papá, observando en dirección al dormitorio de mi hermano, preocupado.

— No tengo idea, pero quizá no se siente cómodo todavía para contarnos algo. Hablaré con él. ¿Por qué dices que cambió de psiquiatra?— interrogué.

Últimamente me ha estado doliendo un poco que Froy se mantenga alejado. Siento una responsabilidad enorme por mantenerme a su lado, que si no sé lo que le sucede, me siento perdida yo también.

— Am...— pensó mi padre.
— Anderson consiguió un nuevo empleo lejos de aquí—.

Tengo entendido que ese es el nombre del terapeuta al que asistía Froy en rehabilitación, pero me parece extraño que se haya ido así nadamás.

— Bueno— suspiró papá, retirándose de la barra.
— Empezaremos a llevar las cosas a la nueva casa, para organizarnos de una vez por todas—.

Asentí con mi cabeza, emocionada, aunque al instante mis pensamientos de felicidad fueron reemplazados por ese recuerdo en específico. — ¿Vendrá Erick?— pregunté al instante en que lo recordé. Él se había ofrecido a ayudarnos, y yo lo había invitado.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora