Capítulo 3: Problemas

23.2K 1.2K 211
                                    

Otro día más.

Me encontraba plácidamente con mi trasero sentado en una silla, escuchando las conversaciones de los demás profesores, que para ser sincero, me importan una mierda. Todos hablan de sus familias, otros de los partidos de deportes del fin de semana, tan básicos y aburridos.

Y bueno, yo ni siquiera tengo amigos por acá. Mi único amigo es Adam, y eso a veces porque igual llega un punto en que no para de hablar y me estresa, en buen plan. Aún así lo quiero, e igual ninguno de los dos se ofende, porque vamos, el sentimiento es mutuo.

Mi única tarea por ahora, era dar vueltas como niño pequeño en la silla de rueditas, sosteniendo un café en mi mano.

Cafeína, mucha cafeína.

Mi juego era simple: tenía que lograr girar mi silla sin que las rueditas salieran más allá de los seis cuadros del piso, no debo pisar raya, o pierdo el juego.

— Matthew— escuché la voz de la directora llamándome. Por un micro segundo me paralicé. Capaz iba a regañarme por estar jugando con las sillas.

Todos los profesores presentes se callaron al instante, porque el chisme es su pasión, así que nos observaban atentos.

Me detuve de inmediato con mi juego, y la miré, me sentí regañado por hacer eso de dar vueltas, tal vez le molestaba.

Le puse toda mi atención a la mujer de cabello amarrado, que en su mayoría es gris, y esas gafas que muy apenas dejan ver sus ojos, porque lo que más veo, es mi reflejo.
— Dígame—.

Me...

— Grant no ha llegado, ya dejó solos a todos los grupos que le tocaban, ¿sabes en dónde está?. Ni siquiera se reportó.

— No, no lo sé— negué con mi cabeza. — Antier por la tarde fue la última vez que lo ví, y se tuvo que retirar. Según yo, ayer tenía el día libre, así que ya no supe más.—

— Entiendo. Si llegas a saber algo de él, o se comunica contigo, le dices que ayer fue su día libre, no hoy.

¿Y por qué no se lo dice usted?

La dichosa reina del colegio, salió por la puerta así como entró, pero con la actitud más pesada que nunca.

— Lo que usted diga, su majestad— murmuré en cuanto ya se había ido, provocando las risas de mis compañeros que me escucharon.

Y es lo único en lo que estamos de acuerdo todos los maestros de la institución, Kalissa Márquez, es una pesadilla.

Bueno, conmigo no lo es, casi nunca, porque evito a toda costa hablar con ella. Adam dice que conmigo es amable porque me "coquetea", y yo le digo que con él es cruel sólo cuando no se presenta como hoy, o cuando tiene un problema con su esposa, porque le dan celos, y que en realidad está enamorada de él en secreto.

Pero la verdad es que, aunque sea algo estricta, siempre trata de resolver los problemas, y sobre todo, nos escucha y entiende. Sólo que a veces es algo brusca al expresarse, como ahora.

Después de poco tiempo de enviarle un último mensaje a Adam, y que no diera señales de vida, ni siquiera para dejarme en visto, decidí salir a caminar por el patio en los últimos diez minutos de receso que quedaban.

Iba entretenido, pensando en que hoy, después de dos días y medio, volveré a darle clase a quinto año, lo que significa que podré volver a hablar con Samanthe. Y verla, porque la verdad es que no la encuentro por ningún lado.

Observé a mi al rededor, buscando con la mirada a esa chica, o a Byron. Si lo encuentro a él, sería fácil encontrarla a ella, porque en los días pasados, se volvieron el dúo inseparable.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora