Capítulo 40: Los hijos

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• POV: MATTHEW •

— Y...— mi amigo frenó su conversación de golpe, mirando en segundos hacia nuestro lado. Sin saber las razones, seguí el rumbo de su mirada. — De acuerdo, Matt, en realidad me encantaría seguir conversando, pero es muy incómodo contarte mis problemas y que Paul esté escuchando todo—.

Observé a mi hermano, que se encontraba echado en otro de los sofás, pero aunque tenía su celular en manos, sus ojos estaban sobre nosotros.

— Claro, me interesa mucho lo que cuentas, Adam— contestó Paul, con su tono sarcástico. Adam me dirigió la mirada, ya fastidiado.

— Creo que es mejor que me vaya— comentó mi amigo.

— Oye que casualidad— enunció Paul, con sorpresa, pero al instante cambió su gesto a diversión.— Yo creo lo mismo—.

Adam ya se pondría de pie, pero yo puse mi mano en el aire para detenerlo, dándole una mirada de desaprobación a mi hermano, que seguía en lo suyo.

— Nadie va a irse— enuncié.
— Paul, guarda silencio. Y Adam, prosigue—.

Ambos se quedaron con las ganas de seguir discutiendo, pero a fin de cuentas me obedecieron. Mi amigo volvió a la tranquilidad, mirándome de frente, haciéndome recordar lo que quería decirle.

— ¡Que crees!— hablé. — Hace unos días me crucé con una chica en la calle, traía a un cachorro de golden, y le está buscando un hogar. Recordé que Christie quería un perro, y le pedí el número a la chica para ver si tú lo querías—.

Adam suspiró, mirándome agobiado. — Hoy por la mañana vimos a uno, le dije que lo podíamos adoptar si quería, y respondió que prefería un gato. ¡Un gato, Matthew!, ¿qué voy a hacer yo con uno de esos en casa? ni siquiera son de mi agrado, al menos los perros son tolerables.

Yo suspiré también.
Sé que Adam no es muy fanático de los animales, así que entiendo lo frustrante que debe ser eso para él.

— Te juro que ya no quiero volver a casa. Ahora volvimos a todo el tiempo estar discutiendo. Tenía días que había reservado una cena en su restaurante favorito, con tal de hacerla feliz hoy por la noche. Y ayer, simplemente me dijo que ya no quería ir, y encima que era mi culpa por haber hecho un plan sin consultárselo antes. Te juro en serio que trato de entenderla, pero no puedo.— agregó, pasándose ambas manos por la cara.

— ¿Por eso es que estuviste tan descontrolado hoy?.

— ¿Descontrolado?— pregunta confundido.

— Silvia me dijo que te vió cuando terminaron el tiempo de asesorías por la tarde, y que saliste de la biblioteca más que desubicado. Incluso casi subías a su auto en vez de al tuyo. Ni siquiera son del mismo color, Adam.— reí un poco por aquel detalle.

— Ah...— pensó. — Sí... sí, yo... no estuve dando asesorías, pero me estresé ahí dentro—.

— ¿No das asesorías?— alcé una de mis cejas. — ¿No estabas dándole recuperación a Byron, el amigo de Samanthe?—.

Se supone que es el único chico del grupo que lleva asesorías de historia con Adam. Los demás no acreditados en ese módulo, prefirieron pagar más con tal de recibir la clases de recuperación con el otro profesor, porque le temen a Grant.

— Sí... sí, que tonto— resopló negando con su cabeza. — Claro, sí, pero el chico es inteligente, no estoy dándole asesorías como tal, sólo me ayuda con lo que necesite—.

Es extraño que haya olvidado que va con él varias tardes a la semana. Pero igual es más que notorio lo tan estresado que está Adam.

— Bueno, volviendo al tema de Christie, no es que sea un experto en información sobre la etapa de embarazo en la que está, pero cuando el bebé nazca, va a ser más complicado. Ve preparándote aún más para eso. Y sobre todo, no pienses en que dejar las cosas con ella lo volverá todo más fácil, no seas imbécil, es tu responsabilidad.— lo regañé, aunque también era mi manera de apoyarlo.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora