El día había terminado por fin.
La última clase que tuve fue de primer año, los más pequeños de toda la institución. Alumnos de entre catorce y trece años, bastante jóvenes a decir verdad.Ser uno de sus profesores, tiene tanto un lado malo, como uno bueno. El malo es que aún son demasiado inquietos, en exageración, y se les complica acatar indicaciones a la primera. Pero lo bueno y entretenido, es que me complace verlos aprender. Aprender de manera que tienen mucha facilidad para emocionarse y sacar sus emociones, por lo que siempre estoy notando lo que siente cada uno de ellos, y eso es una maravilla para mí.
Cuando crecen, los adolescentes empiezan a acumularse sus problemas, y eso genera que vayan reprimiendo sus emociones, lo que significa que cada vez se vuelven más inexpresivos, y cada vez más difíciles de entender qué es lo que están sintiendo.
Pero bueno, por algo decidí complicarme la vida siendo maestro, me encanta ver a jóvenes aprender cosas nuevas cada día. Y encima, que yo sea el centro de su total atención.
El resto de lo que quedaba de mi día, estaba libre, por lo que mi próximo destino sería la biblioteca, en donde podría estar en paz y completamente solo. Antes de ir hacia allá, me dispuse a enviarle un mensaje a mi hermano, anunciándole que en cualquier momento volvería, por lo que debería tener la casa limpia y en orden, si no quería que le echara.
A cada momento tengo que estarle recordando que mi departamento no es su hotel de paso, al cual no le paga ni un centavo, porque según él, su compañía ya es un gran premio.
Cuando crucé por una de las bancas mientras emprendía mi camino, sonreí al ver a Samanthe sentada conversando con Byron, quien no parecía estarle prestando mucha atención por estar manejando su celular.
Así que muy discretamente me acerqué a ellos, y para cuando estuve ahí a un costado de sus lugares, los ojitos de Samy brillaron mirando a los míos, dedicándome una de esas bellísimas sonrisas perfectas. Mientras que a los pocos segundos, Byron también notó mi presencia e hizo su teléfono a un lado, dándome toda su atención.— Señorita Christians, señor Peters— saludé a ambos.
— Matthew— dijo Byron, sorprendiéndome un poco, pues es la primera vez que le escucho llamarme así. Ladeé un poco mi cabeza, alzando levemente una de mis cejas. — Digo... señor Charles— se corrigió a sí mismo, haciéndome sonreír.
— Señor Charles, claro— habló Samanthe, con algo de diversión oculta en sus labios y mirada.
Apenas me quedaría unos segundos a conversar, pero al mismo instante, sentí la presencia de alguna otra persona a mi izquierda, que me hizo detener mis palabras.
— Listo. ¿Nos vamos?—.
Observé a mi costado, en dónde ya estaban las miradas de mis dos alumnos más queridos. Claro, debía ser el chico nuevo (que ahora también es su nuevo amigo) el que me estaba robando la atención.
— Ah, hola profesor Charles— me dirigió un saludo después de haberme ignorado.
Sonreí falsamente, asintiendo con mi cabeza, y con una simple mirada de despedida, me alejé de ellos rumbo a mi lugar de relajación; la biblioteca.
Cuando por fin estuve ahí, con mi cuerpo liberando la tensión provocada por el trabajo de todo el día, tecleé un mensaje para Samanthe.
Para: Samy💘🐛
Disculpa que haya tenido que marcharme de repente, a pesar de eso debo preguntar, ¿cómo se encuentra hoy, señorita Christians?. Y también, quisiera saber cómo se encuentra su hermano. Espero que todo esté en orden, y que tenga un excelente día. Él mío es increíble después de tan siquiera haberla visto a usted por algunos segundos, aunque hayan sido interrumpidos.
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La Ciencia de tu Amor
Roman d'amourAntes titulada "Mi Alumna Favorita". Matthew Charles, un hombre que básicamente podría resumirse en un sólo concepto: "príncipe encantador". Bueno, más bien, un profesor de ciencias común, con una vida bastante aburrida y un mejor amigo que parece c...