— Buenos días, jóvenes— animé entrando al aula de tercer año, iniciando esta linda, nueva y bella semana.
Y eso, fue una vil mentira.
Odio los lunes, odio el tráfico, odio las mañanas. Y odio que mis clases con Samanthe se hayan terminado por el día de hoy.Algunos de mis alumnos me respondieron al saludo, unos con ánimos, y otros que parece que traen las mismas ganas de vivir que los gatos que le sacan pelea a los pitbull en la calle. Y bueno, el resto de la clase, ni se molestó en saludarme, sólo se acomodaban en sus respectivos asientos.
A la primera persona que noté, por obvias razones, fue a Froy, que forma parte del porcentaje de mis estudiantes que no me ha recibido alegre, y ni me ha dado los buenos días.
He notado muchas cosas de él en todas las veces que le he impartido clases. Es un chico muy apartado, e incluso sabe cómo evadir su participación en la clase, a menos que sea extremadamente necesario. Pero, al contrario de todo eso, de vez en cuando he platicado con él, me ha platicado cómo le va con los demás profesores, y últimamente he visto que se ha empezado a juntar con un grupito de chicos bastante conocidos entre la comunidad estudiantil y los profesores, por lo que empieza a sacar más su lado social. A diferencia de cuando está solo, que es completamente distinto, y es cuando intento acercarme a conversar con él.
He notado que tiene un talento oculto, más él no sabe que yo lo sé, pero me he dado cuenta que cuando no me está prestando atención ni está trabajando en mis actividades, se la pasa dibujando en su cuaderno. Y de hecho, lo hace bastante bien.
El primero que le ví hacer, era un dibujo de Samanthe. Estaba realmente increíble, hecho sólo a lápiz y pluma. Era tan lindo, que incluso casi quise interrumpirlo para pedirle que me lo regalara.
Pero eso sería muy extraño, entonces, decidí dejarlo en paz.Me gusta lo relajado que llega a verse cuando está rayando con su lápiz sobre el papel, así que, aunque casi nunca realice las actividades de clase que encargo, prefiero dejarlo tranquilo haciendo lo que le gusta.
Pero en este momento, mi atención se centró el pupitre de su izquierda, donde se encontraba Eva, la chica que me preguntó por mi situación amorosa el primer día que les dí clase. Que a diferencia de hoy, las clases pasadas venía vestida de una gran variedad de atuendos, de muchos diferentes colores y diseños. Aunque siempre predomina en las faldas del equipo femenil de voleibol.
Hoy, sólo viene con unos jeans holgados y una sudadera común.
Fruncí un poco el ceño, extrañado por eso, pero no le dí mayor importancia y me dirigí a mi lugar.
Si algo he aprendido como profesor, es que los adolescentes están cambiado de estilo constantemente. Quizá ya no le agradaron más las prendas que tenía en su armario.Pensé en dejar unos minutos a los chicos, que se relajaran tantito en lo que yo retomaba mis ausentes ganas de enseñarles algo el día se hoy.
Necesito otras vacaciones.
O un aumento en mi sueldo, quizá eso me motivaría.— Profesor—
Froy apareció frente a mi escritorio, con su cuaderno en manos, buscando una hoja para después sacarla y entregármela.
— Aquí está el trabajo que pidió. Y... quería decirle... ¿me podría dejar entregarle el otro mañana?. Esque... esque anoche tuve un... problema, y ya no pude terminarlo— me pidió, con un gesto de preocupación, casi rezando para que yo aceptara.
-— No, no, está bien. Con este es suficiente, perdóname por mi mal humor ayer, tuve un mal día y estaba exhausto. No es necesario que hagas el otro trabajo, no te preocupes— respondí, tomando el papel que me ha entregado para revisarlo y a la vez, pidiéndole disculpas.
ESTÁS LEYENDO
La Ciencia de tu Amor
Roman d'amourAntes titulada "Mi Alumna Favorita". Matthew Charles, un hombre que básicamente podría resumirse en un sólo concepto: "príncipe encantador". Bueno, más bien, un profesor de ciencias común, con una vida bastante aburrida y un mejor amigo que parece c...