— ¿Están listos, chicos?— nos llamó el oficial desde la sala, en un intento de apresurarnos a mi hermano y a mí.
— Sí capitán, estamos listos— enuncié saliendo de mi habitación, sólo me faltaba ir a robar una de las chaquetas de mi hermano, específicamente una negra con forro rojo interno que le he visto en estos días. — Oye, hermanito— le hablé abriendo su puerta, sin haber tocado antes.
Él se giró a verme, y su actitud era tan sospechosa que me hacía desconfiar de lo que sea que estuviera haciendo antes de que yo entrara.
— Puedes... tocar la puerta antes de entrar, ¿por favor, Samanthe?— dijo, y yo alcé una de mis cejas acercándome a él.
— No, estás bajo supervisión— le recordé, viendo cómo me hacía uno de sus gestos de fastidio, pero aún así, no me fuí. — ¿Qué estabas haciendo?—
— Sólo buscaba una pluma, ¿ya?.
Seguía nervioso. Y lo podía notar fácilmente por la manera en que movía sus manos y su pie.
Con mis ojos intenté buscar respuestas detrás suyo. Estoy segura que algo oculta, y eso no es nada bueno.
— Pues sea lo que sea, tendremos que hablar seriamente tú y yo antes de que papá esté de vuelta— anuncié, para que lo tuviera presente. — Lo siento Froy, pero no puedo dejar pasar este tipo de cosas—.
Sin esperar una respuesta o reproche de su parte, me dirigí a tomar la chaqueta de su armario, y poniéndomela, salí de su habitación.
Pasando por el porta llaves, sin que Erick me viera, tomé las pertenecientes a la camioneta de papá, guardándolas en mi bolsillo.
— Eres una egoísta— soltó mi hermano cruzando a mi lado, sin siquiera voltear a verme.
El volumen de su voz fue bajo, pero lo suficiente para que yo, e incluso Erick lo escucháramos.
El oficial se giró a vernos, extrañado por lo que acaba de escuchar, porque de verdad que ha sonado tan despreciativo hacia mí que me ha calado un poco.
— ¡Froy!— lo llamé viendo cómo tomaba unas galletas de la cocina, acercándome a él. — ¿Por qué dijiste eso? ¿qué te pasa?—.
— Te juro que preferirías que no lo dijera ahora— me respondió tomando su mochila en un hombro, mirando de reojo a Erick detrás mío, dejándome en claro que él era el motivo por el que no hablaría.
— Pero me parece tan... egoísta de tu parte, que seas capaz de querer echarme de cabeza a mí, siendo que yo te guardé todos tus secretos—.— ¡Es que no es eso, Froy!. No es mi propósito echarte de cabeza. Esto es diferente, y lo sabes. No puedo ocultar algo que te está matando, ¿entiendes?.
— Sí, sí lo entiendo, no soy un pendejo— respondió con un tono irónico.
— ¡Ey!, chicos...— intervino Deslaurier, plantándose a nuestro lado mientras clavaba sus ojos en los de mi hermano. — ¿Qué pasa? tranquilos. ¿Cuál es el problema? ¿por qué discuten?.—
Froy sólo evitó una charla más, saliendo de casa sin responder a nada, pues sé lo mucho que le molestan las simples preguntas.
Y yo, sólo suspiré exhausta de eso.— ¿Está todo bien?— me preguntó Erick, aún viendo hacia el rumbo que se marchó mi hermano.
— Sí, sí. Es sólo...— asentí dudosa, sin saber qué responderle sin tener que explicarle todo. — Después hablaré con él—.
— ¿Segura?.
— Sí— le confirmé para que estuviera tranquilo. — Vamos, tenemos que llegar a tiempo—.
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La Ciencia de tu Amor
RomanceAntes titulada "Mi Alumna Favorita". Matthew Charles, un hombre que básicamente podría resumirse en un sólo concepto: "príncipe encantador". Bueno, más bien, un profesor de ciencias común, con una vida bastante aburrida y un mejor amigo que parece c...