Capítulo 18: ¿Drogas?

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— ¡Por fin viernes!— celebró Samy, elevando sus manos con felicidad.

— Lo sé— le dediqué una sonrisa, sintiendo su emoción también, pues los dos días de descanso próximos, serán geniales para relajarme del estrés escolar. — Tengo un plan para hoy, ¿te gustaría ir conmigo?—.

— ¿Un plan?, ¿cuál?. ¿Ir a dónde?.

Parecía eso haberle emocionado mucho, pues no tenemos la facilidad de salir como una pareja común. Supongo que escucharme decir que iremos a algún lado fuera de las cuatro paredes de mi departamento, debe ser más que intrigante para ella.

— Saldremos, a donde tú quieras que vayamos. Vamos al cine, a comer, al parque de diversiones, la plaza, el centro comercial, ¿cuál eliges?.

Toqué la punta de su nariz con mi dedo índice, provocándole una risa, al mismo tiempo que atrapó mi mano con las suyas y la pegó a su mejilla, dando pequeños besitos que me provocaban paz.

— ¿Estás seguro?. No es necesario, podemos quedarnos en tu departamento. Lo que Adam te decía no es la realidad, Matt. Estoy feliz de estar en cualquier lado, en donde sea mientras estés tú.— habló mirándome fijamente.

— Estoy cien porciento seguro.

— ¿Y qué pasa si alguien del colegio nos ve juntos?—

— Sería un simple rumor. Yo me encargo de eliminarlos.

Encendí mi auto, al mismo tiempo que la calefacción empezaba a funcionar.

— Uy, qué miedo, profesor Charles— dijo, sacándome una risa por el tono de su voz. — ¿En dónde está Paul?—

— Fue a visitar a mi madre, mañana es su cumpleaños.

— ¿En serio?, ¿cuántos cumple?.

— Cincuenta y uno.

— Matt, me refería a Paul.

— ¡Ah!, no, es cumpleaños de mi madre, no de él— me reí de nuevo, haciéndola reír también por la tonta confusión. — Paul tiene treinta apenas—.

— Ah, aún no es tan mayor. ¿Y tú no irás a celebrar con tu madre?.

— Lo haré, pero hasta mañana.

Samanthe asintió comprendiendo, y seguido de eso, se dispuso a mirar por la ventana. La observé de reojo, distraída, haciendo dibujitos imaginarios en el vidrio con su dedo.
Sonreí por eso, es tan linda.

— ¿Cuál es tu comida favorita?— preguntó de repente, girándose a verme nuevamente.

— La pizza hawaiiana— respondí sin pensarlo mucho.

— ¡IUGH! ¡no puede ser!.

— ¿Qué tiene?— reí.

— Malísima combinación, ¿a quién se le ocurrió que eso liberaría un buen sabor?. Ya sabía que no podías ser tan perfecto, algún defecto debías de tener.

Solté una carcajada al escucharla decir eso. No es una sorpresa que a alguien no le agrade la pizza con piña, pero aún así es divertido descubrirlo de ella.

— ¿Cuál es la tuya?— cuestioné mirándola en momentos, sin poder despegar la vista de la carretera al frente.

— La pizza, italiana. Adoro los champiñones.

— Entonces, al pedir una pizza lo haremos por mitades.

— De acuerdo— concordó con mi propuesta.

— ¿Y qué comida odias?— interrogué.

— La pizza hawaiiana...

Yo la miré fingiendo ofensa.
Sé que su respuesta sólo es para molestarme, lo puedo notar por su rostro divertido, ocultando risas.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora