Capítulo 43: Mil cosas

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• POV: SAMANTHE

Abrí la puerta de mi casa, encontrándome con voces conocidas para mis oídos.
Voces que sonaban risueñas y muy platicadoras, así que eso me animaba un poco después de mi salida con Matthew, donde difícilmente me podré sacar de la cabeza la información que me ha contado.

Los bonitos ojos de Erick cayeron sobre mí, notando mi presencia en casa antes que todos. Él se encontraba de pie, junto con su pequeña maleta en manos.

¿Se está marchando? ¿tan pronto?.

— ¿Te vas?— se me salió preguntar, pues fue lo primero que se me vino a la mente.

— Sí, ya es hora de que me marche— me respondió, dibujando una leve sonrisa.

— ¿Y te ibas sin despedirte de mí?— alcé una de mis cejas, cruzándome de brazos, fingiendo ofensa, aunque no sé si en realidad lo estaba fingiendo.

Sentí la mirada de papá sobre mí ante mi reacción, recordándome que él no estaba enterado de mi gran... amistad con su compañero de trabajo. Así que rápidamente agregue un par de palabras más a mi pregunta. — ¿De nosotros?—.

— No quería hacer más drama en una despedida— rió Erick, algo nervioso.

Papá dió una palmada en su hombro, dedicándole un gesto similar a una sonrisa, antes de marcharse en dirección a la cocina, dejándonos solos en la sala.

— ¿Ya no nos veremos más, entonces?— pregunté, sintiendo ya el desánimo, pues lo único divertido de todos mis últimos días, ha sido él con su presencia en casa.

— Me conoces más de lo que cualquier persona en mi vida, y te conté cosas que no todos saben. No voy a desaparecer de tu vida, Samy.—

Su último comentario me hizo sonreír, al mismo tiempo que él sonrió también y me invitó a darle un abrazo, expandiendo sus brazos, así que lo hice, lo abracé con todas mis fuerzas, sintiendo su calidez y el aroma embriagante de su perfume.

— Nunca creí que serían tan increíbles mis días con ustedes. Contigo.— murmuró, aún rodeándome con sus brazos.

— Yo tampoco lo creí. Pero eres increíble.— murmuré también, con el propósito de que papá no pudiera escucharnos desde la cocina.

— Escucha, Samy... hay un par de cosas que me gustaría decirte. Sin embargo, no puedo hacerlo, porque no creo que sea lo correcto, pero...— habló, separándose de mí pero aún viéndome a los ojos, incluso aunque en ocasiones volteara a ver en dirección a donde se encontraba mi padre para asegurarse de que no estaba cerca. Entonces, suspiró.
— espero que mirarte de la forma en que lo hago sea suficiente para que puedas entenderme. No dejaré de frecuentarte, porque no puedo, pero es algo de lo que quizá pueda hablar más adelante.—

Si algo me quedó claro de todo lo que dijo, fue absolutamente nada.

No sabía si era mi imaginación, mi cabeza, o si en realidad entre sus palabras y su discurso se escondían sentimientos.
Sentimientos de los cuales, mi mejor amigo y mi hermano me han estado advirtiendo que existían en Erick.

No tuve idea de qué responder, pero ví a papá moverse dentro de la cocina, lo cual me serviría de excusa para cambiar el tema de conversación.

— Te vamos a extrañar, mucho— dije en un respiro hondo, devolviendo mi mirada nerviosa a los ojos de Erick.

— Y yo también a ustedes. Te estaré llamando de vez en cuando, ¿de acuerdo?. También podremos seguirnos viendo, puedes visitarme cuando quieras sin problema, ya sabes en dónde vivo.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora