Capítulo XIX- Dudas

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Luego de unas horas movidas Julianne se había dormido plácidamente, por primera vez luego de mucho tiempo me sentía tranquila, me sentía querida y nada mas importaba, tenía a la mujer que amaba junto a mi y eso lo era todo.

Me levanté en silencio y me vestí, salí de la habitación de mi profesora en la oscuridad pronta al amanecer. Corrí hasta la habitación de Albert, él se hallaba dormido en medio de la cama y me acosté junto a él cubriéndome hasta la cabeza y seguí durmiendo.
Por la mañana un olor a huevos con tocino hizo rugir mi estómago, miré y Albert continuaba durmiendo así que me levanté y seguí el olor. Julianne estaba cocinando de espaldas a mi y cuando pensé en sorprenderla su esposo la había dado vuelta y depositó un beso en sus labios.

-Hola amor-habló Julianne y algo en mi se rompió. Hice amago de irme pero mi profesora me divisó en ese instante y me quedé mirándole sin ninguna reacción. Julianne pareció avergonzarse de la escena que acababa de presenciar y me hizo gestos para que me acercara. Seguí sin ninguna expresión y di media vuelta hacia la habitación. No quería pensar en nada, no quería arruinar la hermosa noche que había pasado pero he aquí de nuevo la realidad, Julianne tiene esposo, y me tiene a mi, una amante cualquiera.

Comencé a hacer mi bolso mientras Albert se despertaba.

-¿Te vas ahora?-preguntó somnoliento.

-Sí, sabes que tengo que ir...ya sabes.

-Oh claro..-se quedó en silencio-¿quieres que mamá te lleve?

-No te preocupes, puedo ir en autobús.

Fui al baño a asearme y para cuando volví al salón los tres se hallaban desayunando, Julianne al verme se levantó.

-Yo te llevaré a tu trabajo Nalia, con permiso- se despidió de su hijo y marido y yo la imité suspirando por no poder hacer nada.

La seguí hasta su coche y esperó paciente a que entrara, luego ella lo hizo y partió sin más. No quería mirarle, ni hablarle, solo llegar rápidamente y pensar. Cuando estábamos por llegar Julianne se estacionó a un lado del camino y me miró fijamente.

-¿Cómo estas?-preguntó insegura.

-¿Puedes dejarme donde corresponde por favor?-no le miré.

-Nalia-dejó su cinturón a un lado para acercarse- disculpa por haberte hecho ver eso, no quería que lo hicieras...

-Tranquila, soy tu amante nada más ¿no es así? No tienes por qué darme explicaciones, permiso-abrí la puerta pero tenía seguro-¿me abres por favor?

-No hasta que me escuches-tomó una de mis manos pero la alejé-perdóname, no eres solo una amante para mí Nalia-suspiró- eres mi todo, eres mi razón para levantarme cada mañana, para soportar a todos, solo para estar y verte a ti...

-No finjas Julianne, ambas vimos lo de hoy, estas con tu esposo y siempre lo harás, no es como si lo dejaras por mi...

Julianne se quedó en silencio mirando un punto fijo y yo alargué mi brazo para abrir el seguro, me bajé de su coche y avancé por la calle con algunas lágrimas recorriendo mis mejillas.
Llegué al trabajo y saludé a los guardias, sin ánimos de hablar subí hasta el cuarto y recibí a mis primeros clientes, perdida en mis pensamientos me movía sobre ellos mientras estos me tocaban sin soltura. A la hora de almuerzo no comí nada y continué con clientes hasta el anochecer, no quería nada y a las doce ordené mis cosas y bajé hasta la primera planta, me despedí cordialmente y salí a un frío invierno que se avecinaba. Caminé hasta la parada de autobús pero noté que un coche me seguía en mi caminar y volteé a ver, era el coche de Julianne.

-Puedes subir por favor-ignoré su llamado y seguí caminando-no me hagas ir a buscarte Nalia..

La encaré en medio de las sombras y ella me observaba tan hermosa como siempre, suspiré y caminé hasta una de las puertas, me subí en el mismo lugar de la mañana y miré hacia el frente.

Malos Tiempos(temática lésbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora