Mi hermano. (Shawn Mendes) O R I G I N A L

27

La semana paso más rápido de lo que pensé. Hoy era viernes por la noche y se me hubiera ocurrido ir con Cameron y Nash a una fiesta pero, la fiesta del chico es todo el día y mi mamá nos dijo que teníamos que acompañarlo en ese día tan ''especial''.

Hannah me tenía en su habitación para no sé qué. Se supone que la iba a ayudar a escoger un vestido pero desde que se metió a bañar no ha salido y sé muy bien que ha de ser porque está platicando con Hayes.

Cuando ya estaba cansado de estar ahí aburrido, fui con mis padres a la sala donde estaban viendo la película de Titanic.

—Qué triste, pobre Jack. —Sollozaba mamá quitándose las lágrimas de sus ojos.

—Mamá, no llores, solo es una película. Leonardo Di Caprio no murió en realidad.

—Shawn querido, si ves una película necesitas sentir la película. No la ves solo porque si ¿verdad?

—Mamá, de cuando te volviste tan violenta. —Reí y volví a mi habitación.

— ¡Shawn! ¡Shawn! ¡Shawn! —Hannah gritaba mi nombre.

— ¿Qué quieres? —Resoplé y en unos minutos apareció Hannah en mi puerta.

—Te dije que no te fueras. —Me reprochó tomando mi mano y jalándome hacia su habitación. —Dios, debes de estar aburrido como una ostra.

—Deja de usar frases sin sentido. —Espeté molesto.

—Parece que a alguien lo visito Andrés. —Puso sus manos en mis hombros y me sentó en la esquina de su cama. —En fin, ¿me ayudas a elegir?

— ¿Elegir qué?

—El vestido que me pondré para ir a la mini fiesta de Luke.

—No, no iras con un vestido.

— ¿Qué? ¿Por qué?

—Ese puberto te manoseara.

—No hará nada.

— ¿Cómo lo sabes?

—Solo lo sé.

—Pues entonces, no iras a la fiesta. —Sí, eso sería mejor, así Luke no la mirara interesadamente y no la tocara, además, no despertara castrado.

—Shawn, ese chico me cae bien, deberías dejarlo platicar conmigo. El pobre ni siquiera puede estar cerca de mí por más de dos minutos porque tú ya lo estas apartando de mi lado.

—El idiota te desnuda con la mirada, ¿Cómo es posible que no te des cuenta?

—Tienes razón, tal vez tengo un ojo bizco como tú. —Dicho esto, soltó una sonora carcajada.

—Basta, eso no es gracioso.

—Pues deja probarme los dos vestidos y tú me dices cual te gusta, ¿sí?

—De acuerdo, pero que no sean muy cortos.

—Amas que me ponga esos vestidos Shawn, cómprame unos más largos y tal vez lo considere.

Bueno, eso no lo podía discutir.

Hannah se metió al baño de nuevo pero esta vez salió con un vestido color crema y con un moño en la parte de enfrente.

— ¿Y bien? ¿Cómo me queda?

—Joder, póntelo un día que estemos completamente solos y dame un show. —Me relamí los labios y ella se sonrojo.

—Basta Shawn, no pareces mi hermano cuando dices cosas tan sucias como esas.

—Me alegraría el saber que no soy tu hermano.

—Pero lo eres, te pareces mucho a mi mamá.

—Y yo te vi nacer.

— ¿Y no te traumaste?

—Cuando se trata de ti, nada me parece desagradable.

—Me voy a morir de diabetes si sigues diciendo esas cosas, Shawn.

—No te puedes morir de diabetes, solo si comes en exceso azúcar.

—Tienes tanto que aprender sobre bromear, Peter. —Suspira derrotada. —Entonces, ¿me veo bien?

—Eres hermosa, no necesitas ponerte algo lindo para verte así.

—Muy bien, Romeo. Me probare el otro vestido y me dices cual te gusta. —No me dio tiempo para responder pues ya se encontraba otra vez dentro del baño.

Cuando salió de este, traía otro vestido color azul con flores como tela.

—Te ves igual de hermosa con este, pero con el otro te ves mejor. El que te pusiste primero, escojo ese.

—Gracias Shawn. Te has convertido en mi hermano favorito. —Dijo abrazándome fuertemente.

—Pues no tienes otro.

—Claro que sí, Hayes es como mi otro hermano. Y Nash y... Cameron. —Su abrazo se fue quitando poco a poco y luego se cambió.

Frente a mí.

—Me encanta la vista. Es... Interesante.

—Porque arruinaría la sorpresa de que escogieras el vestido que me pondré mañana.

—Joder, ¿no tienes algún traje de baño?

—No, ¿Por qué?

—Porque quiero que te los pongas frente a mí.

—No seas inmaduro.

—Mira quien lo dice.

—Yo.

—Exacto. Tú. La chica que hace mimes y se ríe de sus propios chistes.

—Si quieres ser como yo solo dímelo.

—Nah.

—Entonces jodete.

—Pero contigo.

—Aww que tierno. —Dijo con notable sarcasmo.

—Gracias, lo aprendí de ti.

—Ah no hermano, consíguete tus propias frases.

—Entonces vamos a la cama, pero no precisamente para dormir.