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Hannah

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Hannah.

El tiempo pasó muy rápido y cuando menos lo esperé ya estaba oscureciendo.

Nick se despidió de mí y se fue a su casa diciendo que volvería.

Regrese a mi habitación notando que mis abuelos no estaban en la sala, donde siempre suelen estar.

No le tome importancia pues puede que estén en su habitación.

Pasándola bien...

Entre a la habitación dejando la puerta entreabierta.

Cuando me recosté en la cama, sentí una superficie suave pero firme que hizo que me levantara rápidamente y encendiera la lámpara que estaba a lado.

Era una caja.

Una caja color blanco y con un pequeño moño azul en la parte superior.

La abrí inquieta por saber que no contenía una serpiente o una bomba como en las películas y me sorprendí cuando lo que encontré no fue nada de bombas, ni explosivos químicos ni nada por el estilo.

Al contrario, era un hermoso vestido color rojo. Era corto, me llega más o menos un poco encima de la rodilla. Lo extiendo en el aire y lo contemplo una vez más.

Note que había algo más, junto a una carta con una perfecta caligrafía que decía mi nombre.

Abrí la carta y leí con curiosidad:

Mi hermosa y pequeña Hannah.

Tal vez esto no sea usual entre un par de hermanos pero, tengo que decirte que estos últimos meses me has hecho sentir bien, de hecho, más bien de lo que sentido antes. Y no hablo solo de cuando nos tocamos, porque créeme que Shania no me ha hecho sentir ni la mitad de bien como tú.

Sabes, no soy bueno con las cartas, así que terminemos esto de una vez por todas.

Te veo en el jardín de las rosas a las siete.

El vestido que está en la caja, quiero que te lo pongas.

Pdta.: Por cierto, el otro regalito que también está ahí. Póntelo también. Sé que te quedara sexy.

Sonreí al leer lo último.

Agarre las prendas que también estaban ahí y cuando me di cuenta de lo que eran, un leve rubor se extendió por mis mejillas.

Se trataba de lencería.

Que era del mismo del vestido.

Claro, no sería Shawn si no hubiera puesto algo cachondo.

Me baño lo más rápido que puedo y me pongo la estúpida lencería y encima el vestido.

Busco unas zapatillas bajas y cuando las encuentro, me las calzo.

Me dejo el cabello suelto y me pongo un labial que sabe a frutas.

Salí de la habitación creyéndome el ser más estúpido por salir a la noche más fresca con un vestido corto y sin suéter.

Voy al jardín trasero y al llegar a la fuente, me doy cuenta que hay una mesa para dos con comida servida y dos copas de vino.

Y de entre los arbustos salió Shawn.

Con las mejillas sonrosadas, su impecable traje color negro y su corbata que uso en su graduación.

Sus rizos caían sobre su frente y jure haber visto un brillo extraño en sus ojos.

—Shawn, ¿Qué es todo esto?

El me sonrió.

—Esto, cariño. Es una cena de reconciliación. —Se acercó a mí y me dio un beso en los labios de forma lenta y suave.

Platicamos sobre muchas cosas en toda la noche, literalmente, pues cuando termino nuestra ''cena''. Eran las once de la noche.

No sé cómo es que aún sigo despierta.

Tal vez, me drogó con tanto vino.

Cuando apareció un silencio en el que solo se escuchaban los grillos, el viento de las hojas y el caer del agua de la fuente, Shawn se acercó a mí lentamente y me abrazó.

—Hannah, no te puedo prometer que no seguiré comportando como un completo imbécil pero, te aseguro que si lo hago, tratare de enmendar mis errores. Yo solo quiero ser feliz contigo, calabacita. —Joder, el apodo de papá.

Sus labios buscaron los míos con frenesí y cuando por fin se encontraron, su lengua se juntó con la mía sintiendo estas nuevas sensaciones en mi estómago y un cosquilleo por todo mi cuerpo.

Mis manos fueron a su cabello y lo acerque más a mí. Pero el interrumpió el beso alejándome un poco.

— ¿No vas a decir nada?

Sus ojos buscaron los míos y su ceño se frunció.

No podía pensar algo que fuera lógico.

Simplemente, no podía.

—Sonaste tan malditamente caliente cuando dijiste ese apodo.

El soltó una risa ronca mientras echaba su cabeza hacia atrás y luego me miro con un brillo perverso en los ojos.

—Necesito darte algo. —Dijo y debajo de la mesa en la que estábamos, saco una rosa blanca con pequeños motes color azul que, a la luz de la Luna, la hacía ver hermosa.

—Shawn...

—Solo... -Me interrumpió. — ...Quiero que me perdones por tratarte así, como, ya sabes, un estúpido dominante. Yo... tengo esta rosa y necesito saber si ¿la dejaras morir o la dejaras crecer?

Me ofreció la rosa notablemente sonrojado, sus manos temblaban y yo, enternecida, tomé la rosa entre mis manos para después, darle un beso en la mejilla.

—Shawn, te amo. 




Tanto tiempo shiks

Apoko no krnales?

Tengo tantas ideas en la cabeza pero no sé cómo desarrollarlas.

SHAWN ME VA A MATAR CON SUS FOTOS CACHONDAS. 7U7

Voten y comenten si quieren otro capítulo.

Las amo, ya lo saben.

Bai.

Mi hermano. (Shawn Mendes) O R I G I N A LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora