Mi hermano. (Shawn Mendes) O R I G I N A L

32

El despertador sonó justo a las cinco de la madrugada. Lo apagué perezosamente y tomé una toalla y mi uniforme del hospital para después entrar al baño.

Estaba aún dormido, por lo que no me di cuenta que Hannah estaba bañándose.

— ¡Joder! Shawn ¿Qué haces aquí? —Exclamó Hannah tapándose con la cortina de baño.

—Lo siento lo siento, solo que, no sabía que estabas bañándote.

— ¿Acaso no te enseñaron a tocar la puerta? —Dijo Hannah cubriéndose con una toalla.

—Lo siento, ¿sí? Ya me disculpe. —No tenía ganas de pelearme con ella tan temprano.

Cuando Hannah salió del baño, entre yo y me bañe rápidamente para después cambiarme ahí mismo.

Salí del baño y fui hacia la sala donde se encontraban mis padres conversando.

— ¿Qué hacen despiertos a esta hora? —Murmuré viendo que mamá salía de la cocina y dejar un pan dulce y con un vaso de leche.

— ¿Creíste que no haría el desayuno a esta hora? —Dijo mi mamá sonriendo. —Espero que vayas a ese hospital y demuestres tu talento, Shawn. —Dijo y me abrazó.

—Gracias ma, pero, Hannah vendrá conmigo.

— ¿Y con el permiso de quién?

—Lo siento mami. —Dijo Hannah llegando con nosotros. —Te iba a preguntar ayer en la noche que me dijo Shawn pero me quede dormida. ¿Me das permiso de ir con él?

—De acuerdo. —Suspiro mi mamá después de unos minutos. —No tarden tanto.

—Mamá, tengo mucho trabajo que hacer. Tal vez tenga que estar todo el día en el hospital.

— ¿Sabes? Deberías de salir de vez en cuando, estas todo el día escondido tras esos libros que no puedes tener una vida como un adolescente normal.

—Prefiero estar con mis libros, lo siento. —Dije un poco apenado.

—Si es lo que quieres.

Desayuné más rápido de lo normal y agarré las llaves del auto.

—Hannah, apresúrate. Ya nos tenemos que ir.

— ¡Ya voy! —Hannah llegó corriendo hacia mí hasta que se detuvo.

—Nos vemos, mamá — Esbocé una sonrisa y mi mamá me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Después, hizo lo mismo con Hannah. —Papá, ya me voy.

—Suerte campeón, cuida a tu hermana. —Dijo el sonriendo mientras me daba un choque de puños.

—Lo haré.

Salimos de la casa y rápidamente subimos al carro.

***

— ¡Shawn! —Exclamó Matt al verme llegar. —Qué bueno que viniste. Sammy está como loco con eso de que le harán una cirugía a su amigo. El Doctor Maloley quiere que te quedes con él para hacerle compañía.

Esto debe ser una broma.

— ¿Dónde está Sammy ahora?

—En el jardín.

—Voy para allá.

***

La mañana pasó más rápido de lo normal, lo cual agradecí internamente, pues Hannah y Sammy solo reían entre ellos excluyéndome de su ''club de diversión''.

Al poco tiempo, nos despedimos de todos y marchamos a nuestra casa.

Me sorprendí al ver a mis padres viendo la televisión.

—Ya llegamos. —Murmuré a lado de ellos.

Mi mamá volteó la cabeza como la chica del exorcista y nos dedicó una sonrisa.

—Shawn, que bueno que llegaste —Dijo mi papá— Ya casi empieza el partido de Hockey, esperaba poder verlos juntos.

—Genial, en un momento vengo. —Musité viendo como Hannah subía las escaleras rápidamente.

La seguí y entre en su habitación viendo cómo se quitaba el sostén de encaje.

—Hannah... —Dije en un suspiro al verla sin él. Ella me miró entre asustada y sorprendida.

—Shawn, ¿Qué haces aquí?

—Te seguí. —Ni siquiera podía formular un pensamiento coherente al verla.

—No me digas. —Dijo con notable sarcasmo.

—Yo...

—Shawn, necesito estar sola. — Murmuró recostándose en su cama boca abajo.

— ¿Por qué?—Me acerqué a ella y vi como sollozaba.

—Solo déjame sola.

— ¿Tengo que golpear a alguien? Porque si es así, dime quien es.

—No es tu asunto.

Bufé molesto. Odiaba que Hannah se pusiera así.

—Hannah. —Dije su nombre como una orden.

—Es sobre Dan.

Dan.

Maldito infeliz.

Sabía que tarde o temprano me daría problemas.

— ¿Quieres hablar de eso? —Puse mi mano en su espalda y le brinde unas suaves caricias hasta que ella volteó su cuerpo hacia mí y termine tocándole uno de sus pechos. —Lo siento.

Ella no dijo nada y me abrazo en cuanto tuvo oportunidad.

—Él dijo que me quería pero lo descubrí besándose con una chica. —Dijo llorando. La abrace por la cintura y sentí como hundía su nariz en mi cuello enviando pequeños escalofríos por todo el cuerpo.

—Hermosa —Hable con un tono dulce en mi voz. —Él no te merece. No es nada comparado contigo, no tienes que llorar por un bastardo que no vale la pena. —La aparté de mí y sostuve sus mejillas entre mis manos. —Créeme que si no fuéramos hermanos, haría de mi vida solo y para ti.