7. Dolorosa "noche buena"

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Maratón por los 2k (parte 3 de 3)




No pasó mucho tiempo de haberlo dejado atrás, cuando noté como se iba acercando hasta mi motoneta en su auto.

¡En esos instantes juro que se me iba a salir el corazón!

—¡Oye, bella!—gritó mientras manejaba a mi lado, mirando por turnos a mi y a la carretera que teníamos en frente. Yo claro para poder charlar, disminuí la velocidad.

—¡Hola Chris!—grité emocionada—. Me da mucho gusto verte.

—¡Y a mi también!—él sonrió suavemente, mientras se apegaba más a mi carril.

Era la primera vez que charlaba con alguien en un auto mientras manejaba a la par.

—¡Chris!—grité dándole una rápida mirada—. ¡Tengo que contarte algo que darte... es que..!

—¡No te oigo bien!- él también gritaba.

—¡¿Podrías parar un momento?! ¡Es que en verdad tengo que entregarte algo urgente!

—¡Sí, claro!—él asintió

—¡En la puerta de la ciudad te espero! ¡¿Te parece?!—pregunté y él asintió con una sonrisa. Así yo aceleré para poder llegar antes. 

Luego de haber manejado por varios minutos más, con él siguiéndome de cerca, llegué aquel lugar acordado.

Con rapidez me bajé, y de inmediato acomodé mi cabello despeinado por el viento. No fue mucho tiempo que pasó, cuando noté como un auto se estacionaba detrás de mi.

Intentando controlar mi tembladera, empecé a pellizcarme secretamente en la palma de mi mano, pero por más que esperé él no salió, así que me acerqué al auto.

—¿Cómo estás, linda?—él me sonrió en cuanto me acerqué a su ventana.

Sin poder evitarlo yo me agaché, e intenté acercarme a su rostro para saludarlo con un beso en la mejilla, cosa que fue un error pues sin querer por poco chocamos nuestras bocas.

¡Esos labios eran como un iman para mí!

—Disculpa mi abuso al hacerte parar, yo sé que debes de haber estado ocupado...

—No te preocupes—él seguía mirándome atentamente, arrimándose a su asiento comodamente—. Ahora... dime lo que me tenías que contar.

—Bien—asentí nerviosa—. Primero que nada... ¿tal vez, solo tal vez, leíste algún mensaje mio últimamente?

En ese instante Chris se mordió el labio mirando al frente. Reía ocultamente.

—Hace una semana me parece que recibí un mensaje tuyo—él disimuladamente bajó su mirada hasta mi escote, y yo por supuesto no tardé en sonrojarme hasta las orejas.

¡Estúpido Fer!

Por la referencia de fechas, creí que él no leyó mi mensaje del celular robado.

Como sea, yo no estaba de humor para explicarle que mi amigo había escrito ese mensaje con el fin de comprobar que él era un idiota urgido que me quería para una aventura. Más vergüenza me hubiera dado explicárselo, que aguantarme el hecho de que él crea que yo lo escribí, por eso mejor decidí no decir nada al respecto.

—Bueno, te mandé uno ayer—solté bajando la mirada, pues Chris me miraba a través de sus gafas negras fijamente. Su cercanía no me ayudaba en nada. 

Profecía de un final feliz- Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora