Profecía de un final feliz- Christopher Vélez

15. Extrañas coincidencias

Quieren ponerse a sacar teorías?.. jajaja. ¡Ahí vamo!

—Lo tengo que volver a ver—dije, lanzándome en mi colchón. 

—¡ESTAS COSAS LAS HACES APROPÓSITO!—Fer se reía a carcajadas recostado a mi lado.

Molesta conmigo misma, me recosté dándole las espaldas, y mirando frente a mi cara, el celular gemelo al mio, que resultaba ser de Chris. A solo horas de haberme despedido de él, y ya estando en casa me di cuenta. 

Y sip... misteriosamente, volví a llevármelo sin darme cuenta que no era el mio. Según mis cálculos, tomé aquel celular cuando salí como loca de la casa de Chris durante mi arranque de niña depresión.

Yo sabía que podía llegar a ser en extremo despistada pero internamente me decía que algo estaba pasándome. Como podía hacer tantas estupideces, sin darme cuenta tan seguido, con la misma persona, y en casi las mismas circunstancias.

Todo era ridículamente coincidente, y estúpidamente irreal.

Todo se estaba volviendo tan estúpido como una telenovela barata

—Debe estar necesitando su teléfono—yo me pasé una mano por la cara—. Además necesito mi celular.

Yo estaba perfectamente vestida para salir a divertirme en el cool antro con Fer y las chicas. Luego de que ellas me insistieron en que salgamos un ratito, terminé aceptando. Sinceramente, casi por obligación dije que si iría, pues prefería pasar con Fer mirando películas de terror y de paso alejándome del alcohol que me ponía más sentimental de lo que ya era. 

—Solo al Cielo rojo le pasan estas cosas—Fer se levantó de la cama y se empezó a pasear con una cara de suficiencia—. Ay nena, y de que te quejas. Ahí tienes otra excusa para ver otra vez a tu ñengoso favorito. Aprovecha, preciosa, que en cuanto ya no tengas más excusas para verlo quedarás muerta en su memoria de por vida.

—Obvio que siempre me emociona verlo, pero... cuando pienso en los motivos por los cuales el no me ignora tanto... —yo sacudí la cabeza, sin saber si sentirme afortunada o ofendida—. Es gratamente decepcionante. Me siento como un pedazo de carne.

—Un pedazo de carne muy sabroso, jugosito y bien asadido, que fue restregado en sus narices. Un pedacito de carne al cual casi le da un mordizco, porque fue arrebatado de su boquita justo cuando se lo iba a tragar completito—Fer me dijo con su cara de filosofo—. Yo creí que hubieras amado ser su pedazo de carne algún día.

—Yo siempre te soy sincera Fer y... ¡Dios, en verdad me mata la curiosidad de conocer a Chris en ese aspecto! Y es que es mi platónico más grande en la vida, pero... creo que por el bien de mi paz interior, prefiero ignorar las malditas hormonas— yo me pasé una mano por la cara—. Es aun más difícil ignorar esa clase de curiosidades, cuando es algo muy improbable que quizás nunca jamás volverá a pasar. Pero cuando me pongo a pensar que tal vez satisfacer esa curiosidad me hace más mal que bien, pues... se me quita las ganas. Por eso prefiero alejarme del comensal.

—¿Por qué piensas que te haría mal?—Fer rodó los ojos

—Porque al final de todo, sería algo así como matar mi infancia. Es decir... sería como cuando vi a Zac Efron teniendo sexo en cuatro, en "Las novias de mis amigos". Ahí fue cuando murió Troy Bolton. O por ejemplo cuando me mostraste la cosita de Daniel Radcliffe en todo su esplendor... en Equus. ¡Dios, fue como ver a Harry Potter en pleno acto! Ahm... o por ejemplo cuando Drake Bell...