11. Ayúdame a olvidar

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Realmente me costó mucho manejar hasta la montaña, debido a que tenía el aliento de cierto castaño constante en mi oído y cuello, y además mi cabeza estaba nublada por el exceso de alcohol. 

Fue complicado, pero a la final tuve éxito. Logré llegar a la carretera final que me llevaría a la montaña solitaria que tenía mi tienda de acampar.

—Antes que te asustes, no te voy a secuestrar—solté en broma—. Solo te llevo a mi tienda de acampar. Desde hoy en la mañana estoy aquí.

—No te preocupes—él dijo con una risita

Varios minutos después, logramos atravesar el camino casi inexistente, y solo gracias a mi motoneta, lo atravesamos sin problemas esquivando miles de obstáculos. Después solo pasamos por el lote vacío que me llevaría hasta mi lugar privado, con lentitud extrema pues habían miles de irregularidades en suelo.

—Llegamos—le comuniqué, mientras me detenía por detrás de un arbusto.

Ambos nos bajamos de la motoneta, quitándonos el casco y estirándonos un poco.

—Vaya, nunca creí que me llevarías a un lugar así—él me informó, mientras miraba el hermoso paisaje de Loja que brillaba en el horizonte—. Mejor hubiéramos ido a otro lugar.

—Te traje para acá para poder proteger tu identidad—rodé los ojos, tomándolo de la mano y guiándolo cuesta abajo,donde estaba mi tienda—. No quería que de pronto la recepcionista de algún hotel te vea, y te reconozca. ¿Qué crees que dirían si Christopher Vélez y una chica entran pidiendo una habitación?

—Buen punto—él asintió mientras me ayudaba a bajar por una cuesta mortal. Él me sostenía de la mano fuertemente para que no termine rodando la cuesta—. Aunque conozco un lugar privado...

—Imbécil—solté sin querer y en seguida me tapé la boca. Realmente me enfureció que haya llevado a otras personas a un lugar privado—. Lo siento, es que a veces soy tan imbécil. Ahm... yo... yo... olvidé atraer algo de beber.

Ahí me di cuenta que quizás no había servido de nada defender a Chris a garra y espada de las suposiciones de Fer y Laura. Ellos se empecinaban en decir que Chris era un típico hombre más.

—No me apetece nada de beber por ahora—él me sonrió

A medida que bajábamos, sentía como mi conciencia iba tomando control de mis pensamientos. Solo pensaba que lo que estaba haciendo no era lo que yo era. Todo en lo que creía se iría al caño.

Yo era del tipo de chicas que creían que solo podrían tener sexo con una persona a la que en verdad se ama, y ahora... solo iba ignorar mi esencia, e iba hacer algo que jamás creí hacer. 

¿En verdad estaba haciendo algo bueno para mi?

Creo que la respuesta me la dio mi madre en mis pensamientos. Claramente sentía su voz en mi cabeza. 

"No cometas mis errores Cielo, y en cuanto estés lista para entregarte por completo a alguien, hazlo con alguien que te ame más que a nada. Guarda el lindo recuerdo, y no lo conviertas en algo de lo que te puedas arrepentir."


En seguida, a mi mente se me vinieron escenas donde compartía con Andrés mi primera noche juntos. Fue algo tan lindo, pues hasta preparó una cena privada en el hotel en el que nos habíamos hospedad durante nuestro viaje a la playa. Recuerdo claramente los pétalos de rosas, el champan, los postres, la música romántica que puso para ambientar lo que sería nuestra primera vez.

Profecía de un final feliz- Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora