21. Oscuras verdades

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Solo diré que abran su mente, y lean con mucha atención, porque básicamente este capitulo es la médula de toda la historia. 









A veces me decía que tenía la manía de creer siempre en las cosas que no debía, y también que no creía en las cosas que si debía.

¿Creer o no creer? 

Esa era la maldita pregunta con respuestas cortantes, que se fue convirtiendo en mi rutina diaria.

—¿Cielo?—me dijo Roger al verme entrar al bar—. Ah, hola Celi...

—¡¿Dónde está?!—yo me detuve de golpe, quedando frente a Roger. Personas a mi alrededor bailaban muy entretenidos.

—¿Quién?—me preguntó él mirándome extrañado. Al verlo noté que sostenía en sus manos vasos y botellas vacías.

—La chica... ¿recuerdas a la niña... o más bien dicho chica que me estuvo buscando la ultima vez?

—Ah.... Pues mas o menos—él miró a nuestro alrededor—¿Por qué preguntas por ella?

—Necesito verla, yo... yo tenía una cita con ella...

—No la he visto por aquí

—Tiene que estar por aquí—dije mirando desesperado a todos lados—. Sara... ella me dijo que estaría acá.

—La verdad no apareció por aquí, al menos no frente a mi—él me analizó de pies a cabeza—. Y... es mi idea o estás con la misma ropa de ayer? Uy Cielito, con quien amaneciste que no te cambiaste de ropa.

—Sola—le respondí

Ignorando a Roger yo me escabullí entre la gente, en medio de un aturdimiento que se me estaba haciendo costumbre. Realmente me sentía extraña, mareada, confundida, y con ganas de saber más de la fantasía que Sara me relató por el teléfono.

¿Cómo era posible que de alguna manera yo estuviera viviendo un libreto donde Christopher Vélez, era mi coprotagonista?

Estaba demasiado confundida.

—¡¿Por un demonio, donde estás?!—maldije mientras la buscaba como loca, pero lo que termine encontrando fue otra cosa.

Una cosita muy inoportuna en la tragedia. 

De la nada, de pronto Chris estaba frente a mi. Él y su rostro de cautela ante mi, me aceleraron el corazón. 

Juro que el verlo allí parado, hizo que me quedara como estatua. No tenía la mínima idea de que hacer, pues en primera; me desaparecí de su vida pese a que él estaba insistiendo en meterme en ella. Si no fuera así no me hubiera estado escribiendo tan seguido, pidiéndome que nos veamos. Además, había otra cosa muy importante; básicamente era un chico que estaba actuando un libro junto a mi.

Quien diablos sabía si en realidad todo lo que el hacia o decía, fuera algo ya predestinado por un papel y un bolígrafo.

Se sentía tan extraño.

—Cielo—él se me acercó esquivando a la gente, y yo en seguida me puse alerta.

Era la primera vez en la vida, en la que deseaba estar en cualquier otra parte menos cerca de él. Realmente se me hacía hasta un castigo, cosa que me sorprendió de gran manera.

Profecía de un final feliz- Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora