12. Todo cambió

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Capitulo dedicado a: @heidy120102 (La creadora del Ship los estrellados jajaja. Mujer, desde que me dijiste la palabra estrellados, en seguida pensé en Chris y Cielo en todos los sentidos. Luego verás que idea loca me diste con eso ggg. Te quiero, linda. Gracias por siempre apoyarme :) )









La gente a veces dice que tu alma gemela, tu complemento eterno está por algún lugar de la tierra, preparándose para recibirte. Dicen que al encontrarte con esa persona, automáticamente tu corazón y tu cuerpo reaccionaran al llamado del destino. Solo no podrías evitar reconocer a la persona que será tu otra mitad por el resto de tú vida.

No sé si sentirme afortunada o no, pero yo tuve la oportunidad de sentir aquella sensación. Y en verdad odiaba a mi madre, por exponerme a tal sentimiento, pues con su libro ella me sentenció a que mi día a día sea un constante reconocimiento a tal personaje. Aunque no quisiera cada día, mi corazón latía por él.

Por más daño que me hiciera, mi corazón seguía bombeando sangre para aquel idiota.

—No me quedaré aquí—murmuré, mientras me despegaba de los brazos de Chris.

Realmente me sorprendió que se haya quedado a dormir conmigo. Y yo que creía que él mismo se encargaría de despertarme para que lo lleve a su casa.

Con extrema lentitud, salí de su abrazo, o más bien dicho de su aplastamiento, pues el muchacho casi que estaba recostado encima mío, roncando en mi oído. 

En cuanto estuve liberada de él, me congeló de inmediato el viento de madrugada.

Yo tomé rápidamente mi ropa en el piso y me la coloqué, sintiendo un cargo de conciencia bestial mientras lo hacia. Aun no me cabía en la cabeza que básicamente estuve rogándole sexo a mi platónico.

Solo faltaban unas dos prendas más y quizás los estragos de la madrugada, me hubieran causando aun más culpa.

Ya cuando terminé de vestirme me quedé sentada junto a la fogata que ya estaba escaseando, y miré fijamente el sitio donde Chris aun dormía cubierto por un montón de mantas térmicas.

—Cosita tiernita—sonreí como boba, al verlo con la cara un tanto cubierta por su cabello.

Era adictivo mirarlo dormir con su cabello ya demasiado crecido, alborotado a su alrededor, con sus labios un tanto hinchados y medio abiertos.

Allí mientras lo observaba, recuerdos de su piel tocando la mía vinieron a mi mente. Fue una sensación muy electrizante, sentirlo tan íntimamente conmigo. Simplemente, de no haber sido por el recuerdo de Andrés, yo me le habría entregado sin más.

Era extraño, pero casi que pude sentir que su piel me pertenecía. Y como sentí aquella propiedad, quise tatuar con mis besos cada parte que sería de mi.

—¡Basta!—me dije a mí misma poniéndome de pie, y retirando de mi mente pensamientos poco coherentes.

Volví a mirarlo allí recostado, y algo tan poco casto se vino a mi mente. En seguida recordé como su pelvis se juntaba con la mía, mientras nuestros labios se tocaban, y por un instante quise descubrir lo que sería repetir esos mismos movimientos, pero sin ningún tipo de tela de por medio.

Profecía de un final feliz- Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora