Apenas había amanecido cuando él comenzó a agredirla verbalmente. Y todo porque él la había distraído antes de que ella hubiera tenido tiempo de explicarle un pequeño detalle.
—Pensé que sabías lo que decías. ¡Lo pensé! Dios mío, qué tonto soy. Merezco estar casado contigo. ¿Cómo pude pensar que estabas bien informada sobre eso cuando no haces nada a derechas?
Después de la tierna magia de la noche anterior, aquel ataque era doblemente hiriente. Al principio, la cólera de Pablo había sido fría y calmada, pero ahora era como si hubiera estallado una válvula a presión.
—¿No podías terminar de explicármelo? —despotricó él. —No, claro que no. Hubiera sido demasiado lógico.
Ella parpadeó ante la dureza de sus ojos y se odió a sí misma con todas sus fuerzas por no ser el tipo de persona capaz de devolverle los gritos.
—Cuando me dijiste que te inyectabas anticonceptivos, tenías que habérmelo contado todo, Laura. ¡Tenías que haberme dicho que acababas de empezar a tomarlas, que no llevabas ni un mes con el tratamiento, que todavía existía alguna jodida posibilidad de que te quedaras
embarazada! ¿No podías habérmelo explicado todo?Ella se clavó las uñas en las palmas de las manos para no llorar. Al mismo tiempo se maldecía a sí misma por permitir que le hiciera eso.
—¡Contéstame de una puta vez!
El nudo en la garganta de Laura se había vuelto tan grande que tuvo que obligarse a escupir las palabras.
—Me... dejé llevar por la p-pasión.
Parte de la tensión pareció abandonar el cuerpo de Pablo. Él soltó un poco el acelerador y la miró con el ceño fruncido.
—¿Estás llorando?
Ella alzó la barbilla y negó con la cabeza pero, al mismo tiempo, le resbaló una lágrima por la mejilla. Laura no podía soportar la idea de volver a llorar delante de él. La joven siempre había odiado la facilidad con que se le saltaban las lágrimas. Él bajó el tono de voz y recobró el control.
—Laura, lo siento. —Miró por el espejo retrovisor y dirigió la camioneta al arcén.
—¡No te atrevas a parar! —le dijo ella con fiereza.
Las ruedas levantaron la grava cuando Pablo detuvo el coche, ignorando como siempre los deseos de Laura. Intentó abrazarla, pero ella se apartó.
—¡No soy una debilucha! —le espetó mientras se limpiaba las lágrimas con furia.
—No he dicho que lo fueras.
—¡Pero lo piensas! Es cierto que lloro con facilidad, pero eso no quiere decir nada y no estoy tratando de manipularte con lágrimas. Quiero que te disculpes porque estás portándote como un imbécil, no porque esté llorando y te remuerda la conciencia.
—Definitivamente, estoy portándome como un imbécil.
—No puedo evitar llorar. Siempre he sido una persona muy emotiva. Bebés, anuncios sensibleros, música. Veo u oigo algo y lo siguiente que sé es que...
—Laura estoy tratando de disculparme. Si quieres, puedes seguir llorando, pero cállate, ¿vale?
Ella sorbió por la nariz y buscó un pañuelo de papel en el bolso.
—Vale.
—No he hecho bien en gritarte. Estaba enfadado conmigo mismo y me he desquitado contigo. Fui yo quien te impidió explicarte anoche. Fue culpa mía. Nunca había sido tan irresponsable antes y, la verdad, no lo entiendo. Supongo que simplemente... —Él vaciló.
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Ángel
FanfictionLa tierna Laura Vignatti se vio sometida por su padre a tomar una decisión. Tenía que casarse o se quedaría en la calle. Al ver que no tenía opción accedió a casarse,sin embargo,el hombre que la espera ante el altar es un desconocido,que se apresura...