Capítulo 6

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—Vete.

—Es mi último aviso, cara de ángel. Dentro de tres minutos nos vamos.

Laura abrió los ojos lo justo como para echarle una ojeada al reloj y ver que eran las cinco de la madrugada. No pensaba ir a ninguna parte a esas horas, así que se acurrucó aún más
bajo las mantas y volvió a dormirse. Lo siguiente que supo fue que Pablo la tomaba en brazos.

—¡Eh! —gritó. —¿Qué haces?

Sin decir ni una palabra, Pablo la sacó al gélido aire matutino, la metió dentro del coche y dio un portazo. La fría tapicería de vinilo contra sus piernas desnudas espabiló a Laura de golpe y le hizo recordar que sólo llevaba puesto una sudadera y unas
diminutas bragas azules. Él subió por el otro lado y unos instantes más tarde abandonaban el lugar.

—¿Cómo has podido? Eres un salvaje ¡Sólo son las cinco de la madrugada! ¡Nadie se levanta tan temprano!

—Nosotros sí. Tenemos que ir a Luisiana.

Pablo parecía bien despierto. Se había afeitado y se había puesto unos pantalones de mezclilla y una camisa roja. Él deslizó los ojos por las piernas desnudas de Laura.

—Espero que la próxima vez te levantes cuando te lo diga.

—¡No estoy vestida! Tienes que dejarme tomar algo de ropa. Y necesito maquillaje. ¡Mi pelo...!
¡Tengo que lavarme los dientes! Él metió la mano en el bolsillo y sacó un aplastado paquete de chicles Dentyne.
Ella se lo arrebató, sacó dos y se los metió en la boca. Volvió a recordar los acontecimientos de la noche anterior. Escudriñó la cara de Pablo buscando algún rastro de resentimiento, pero no lo encontró. Estaba demasiado cansada y deprimida para volver a discutir, pero si no le replicaba, parecería que se había rendido y que hacía lo que él quería.

—Va a ser duro para mí quedarme aquí después de lo que sucedió anoche.

—No te iba a resultar fácil de todas maneras. Sigo sin creer que hayas arruinado la única cosa que te pedí ¿Si sabes que pudiste causar un accidente? Claramente te expliqué lo que tenías que hacer ¿Resultaba tan dificil revisar a la personas que iban entrando? Ése tipo pudo haberte matado.

----Hice todo lo que pediste,no entiendo por que ése sujeto tenía un arma,revisé detalladamente a todos.

----Si lo hubieras hecho nada hubiera ocurrido.

—Soy tu esposa y tienes que confiar en mi —dijo Laura con voz queda— y también tengo mi orgullo. Anoche me humillaste delante de todo el mundo y no me lo merecía.

Él no dijo nada y, si no hubiera sido por la manera en que frunció los labios, Laura habría pensado que no la había oído.
Se sacó el chicle de la boca y lo guardó en el envoltorio.

—Por favor, para y déjame tomar mis cosas.

—Deberías haberlo hecho antes.

—Estaba dormida.

—Te avisé.

—Eres un robot. ¿Acaso no tienes sentimientos?

Ella tiró del bajo de la sudadera para taparse todo lo posible. Pablo bajó la mirada a los desnudos muslos de Laura.

—Oh, claro que tengo sentimientos. Pero no creo que sean los que tú quieres.
 
Ella siguió intentando bajarse la sudadera.

—Quiero mi ropa.

—Te desperté con tiempo de sobra para vestirte.

—Lo digo en serio, Pablo. Esto no es divertido. Estoy casi desnuda.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora